26 diciembre 2005

Quemando puentes

Últimamente estoy viendo algunos casos de parejas rotas con un elemento en común: uno de los miembros de la pareja había abandonado a sus antiguos amigos y se había dedicado exclusivamente a los de la otra persona. Claro, ahora se encuentran colgados.

Aunque lo ideal sería que los que antes eran pareja pudieran seguir siendo amigos, en la práctica lo más habitual es que no sea así, o que lo sean con restricciones. Sobre todo cuando la pareja llevaba mucho tiempo junta. Y esto hace difícil que puedan seguir formando parte del mismo grupo.

Me resulta bastante patético encontrarme a una de estas personas, que intentan volver al grupo que abandonaron. Te miran como diciendo: "sí, durante los últimos años he pasado de vosotros como de comer mierda; pero bueno, veo que me equivoqué, así que ahora me aceptáis otra vez, ¿verdad?" Por lo general, la respuesta es sencilla: "no".

Y no es por venganza, ni por orgullo, ni por nada de eso. Sencillamente, las personas tenemos una capacidad bastante grande para superar las pérdidas. Esto nos ayuda cuando, por ejemplo, muere uno de nuestros seres queridos, pero también cuando un amigo se aleja de nosotros. Al cabo de unos años, ese amigo tal vez intente volver, pero ya no lo es. No sé a vosotros; a mí, servir de paño de lágrimas para alguien que ya no es más que un simple conocido, no es una actividad que me atraiga mucho.

20 diciembre 2005

Otra recomendación

Y esta no tiene nada que ver con la Navidad aunque, como la anterior, la he obtenido de This Is True, la lista de correo de la que salen esas tonterías tan graciosas que hay a la derecha de esta página.

Ésta es una página dedicada a las fes de erratas, titulada Regret the Error. En ella aparecen fes de erratas tomadas de diversos periódicos en lengua inglesa. Como aperitivo, os traduzco la que aparece ahora mismo al principio de la página, tomada del diario británico The Observer:

Nuestra entrevista con la sensación literaria americana Benjamin Kunkel (Crítica, la semana pasada) iba acompañada por citas de diversas críticas aparecidas en medios estadounidenses, proporcionadas por su editor. Una de ellas, publicada en Entertainment Weekly, rezaba así: "Kunkel ha conseguido crear una voz de singular originalidad", pero omitía la siguiente línea: "una a la que desearías dar un puñetazo en la boca."

Feliz Navidad

Una vez más, llegamos a la época del año que más gente disfruta odiando: la Navidad. Pero, ah, yo no estoy entre ellos. Qué le vamos a hacer, me gusta la Navidad.

Así que os dejo este enlace a un cuento navideño actualizado. Se titula It's a Wonderful Internet y, como podéis imaginar, está basado en el clásico "¡Qué bello es vivir!" (en inglés, "It's a Wonderful Life"). También podéis deducir del título que está en inglés, claro.

Si entráis a verlo, no olvidéis jugar con el libro. Es una versión digital de estos cuentos en los que accionas un mecanismo y se mueven cosas. Además, algunos elementos de las páginas tienen sonidos. Espero que os guste.

19 diciembre 2005

Este test mola

Hacía tiempos que no publicaba aquí los resultados de algún test que hubiera hecho. Pues nada, vamos a arreglarlo.



Nada que no esperase, vamos.

15 diciembre 2005

H

Desde este momento, queda oficialmente clausurado el muermo que llevaba encima durante los últimos días. Y los principales responsables de ello no han sido, esta vez, los Pelafustanes (todo se andará), sino Sexpeare.

Para quienes no los conozcáis, son una compañía de teatro de quienes ya había visto otro montaje, "Hipo". Y ayer fui con Nu a ver "H, el pequeño niño obeso quiere ser cieneasta", en el Teatro Alfil de Madrid.

Madre mía, qué panzada de reír. Salí del teatro con la cara dolorida. Son sólo dos actores los que hay en escena (Santiago Molero y Rulo Pardo), pero son la polla en vinagre. Santiago interpreta durante toda la obra a Luis Marcotmercott, un aspirante a cineasta, mientras que Rulo interpreta a todos los demás personajes. Es asombroso el dominio de la escena que tienen los dos. Y el libreto es buenísimo, aunque no es fácil saber qué está en él y qué improvisan los actores.

La obra sólo va a estar hasta el domingo, pero el martes estrenan (más bien, reestrenan) otra: "¡Qué pelo más guay!" Y no me la pierdo ni loco.

¡Galletas Niki! ¡Oé, oé, oé!

14 diciembre 2005

La RAM

Otros años, a estas alturas, ya habría escrito mi mega-entrada sobre la RAM, contando lo bien que me lo he pasado y lo fantástico que ha sido todo. Pero este año prefiero esperar un poco, a ver cómo lo veo dentro de unos días.

Hace un rato le decía a Rapunzell que el domingo, de vuelta a casa, estaba cabreado, pero no es cierto. En realidad, estaba triste. Y eso NO es mi estado de ánimo habitual a la vuelta de la RAM. Desde luego que ha habido muchas cosas buenas, pero es así como me siento, qué le voy a hacer. El hecho de que cada dos horas me viniera alguien con que algo se había vuelto a ir al carajo no me ayudó mucho, supongo.

De momento, me quedaré con lo que ha escrito el Capitán Napalm en su blog. Quién sabe, a lo mejor la semana que viene he cambiado de idea, pero de momento...

06 diciembre 2005

Premio

Hace poco recordaba cómo, con 16 añitos, gané una botella de whisky resolviendo un acertijo en un pub. No me había acordado en muchos años de esta anécdota, pero la cosa acaba de tener continuación.

Ayer estuve en otro pub con Raquel y Nu, y se nos acercó una chica diciendo que hacían un concurso tipo Trivial, que si queríamos jugar. Y nos apuntamos, claro. La cosa consistía en que la chica nos dejaba una hoja con diez preguntas sobre un tema, escribíamos las respuestas y, al cabo de un rato, se volvía a pasar para recogerlas y dejarnos la siguiente hoja.

Como el concurso dura un buen rato, es una forma de conseguir que tus clientes se queden y repitan consumición. Y también de que vuelvan, claro.

El caso es que, según parece, acertamos 43 preguntas de 50, una menos que los ganadores. El primer premio era una botella de whisky (irlandés, claro) y el segundo una de champán. Pero a los ganadores no les gustaba el whisky, conque nos ofrecieron cambiarnos el premio. Y, claro, aceptamos.

Así que, quien venga por casa, podrá echar un pelotazo.

28 noviembre 2005

Pelafustanes on the move

Este año no hemos tenido uno, sino dos fines de semana pelafustanes. Este segundo, a diferencia del primero, con gran éxito de afluencia. Hemos tenido el grupo al completo durante todo el fin de semana, salvo Chito, que no podía estar por las tardes.

Estoy bastante contento porque, en general, todo el mundo sabe qué tiene que tocar en cada canción. Sí, parece una tontería, pero no todos los años ha sido así. En realidad, creo que éste es el primero. Muchas canciones ya salen bien del todo y las demás están a punto, así que espero un buen concierto.

Aunque no venga en el programa de la RAM de este año, para quienes vayáis a ir, tocamos el sábado por la noche. Allí nos vemos.

23 noviembre 2005

Aniversario

Hoy hace siete años que me vine a vivir a Madrid. Lo habitual en estos casos es decir que se han pasado muy rápidos y todo eso; pero no es cierto. La verdad es que se me hace muy lejana la época en que vivía en Zaragoza.

En estos siete años he vivido en tres casas distintas (una más que en el resto de mi vida), he conocido a un montón de gente, entre los que se encuentran algunos de mis mejores amigos en la actualidad. Y, en general, mi vida ha cambiado mucho. Yo creo que para mejor.

Pero no he roto con todo lo anterior. Sigo teniendo la misma novia, mantengo a mis amigos de toda la vida... Es cierto que a lo largo de la vida vas renunciando a cosas que antes eran muy importantes para ti. Pero creo que no he dejado nada realmente importante. Es decir: más que sustituir, lo que he hecho ha sido ampliar.

Espero que los próximos siete años sean al menos igual de buenos.

18 noviembre 2005

Risas con Bollywood

Hay una página india en la que cada día ponen unos cuantos trozos de películas (o series, lo que sea) de Bollywood y les puedes poner subtítulos. Es un cachondeo.

He hecho una paridita un tanto gigatronera (basada en su canción "Mi hacha hizo tu culo") que podéis ver aquí. Luego, si os apetece, probada vosotros mismos. Los del núcleo han hecho unas cuantas bastante buenas también.

Risas y diversión garantizadas.

16 noviembre 2005

No me gusta el invierno

Siempre he preferido el calorcito al frío. Viniendo de Zaragoza, no es de extrañar, porque en invierno suele soplar un viento terrible. Más o menos, a lo que llamamos "airecico" es a lo que en otros lugares llamáis "viento". Si decimos que un día hace "mucho aire", es lo que en otros sitios llamáis "huracán". Y en invierno es muy desagradable.

Pero es que, además, tengo una tendencia enorme a resfriarme. Puede que sea isotermo (es decir, que aguanto más tanto el calor como el frío que otras personas), pero cuando cojo frío, lo cojo. Y el lunes pasado creo que me mojé más de la cuenta por la lluvia, así que hoy llevo un trancazo terrible. Me he tenido que volver a casita a mediodía y me he pasado toda la tarde sobando. Menos mal que esa técnica suele curarme casi todo.

Lo malo será conseguir volver a dormirme esta noche. Jo, qué mal se está cuando uno está enfermo, ¿verdad?

01 noviembre 2005

¿Queréis cenar bien en Madrid?

Acabo de llegar a casa, después de cenar con mis amigos Mono y Cris. Cris quería cenar en un griego, pero casi todos cierran en lunes (tal vez hoy no, por ser víspera de festivo, pero no lo ha comprobado). De todos modos, ha visto un islandés que acaban de abrir, le ha hecho gracia, y ha reservado allí.

No os podéis imaginar lo bien que hemos cenado. Incluso Mono, que ha ido al sitio a regañadientes y diciendo que estaba medio empachado y no iba a comer mucho, ha disfrutado una barbaridad. Además, nuestro camarero era majísimo y hemos estado hablando con él sobre Islandia todo lo que hemos querido; hasta nos ha sacado algún libro de fotos. Y eso que es extremeño; todos los del restaurante son extremeños, salvo el cocinero que sí es islandés. Pero se conocieron allí, en Islandia, y de allí salió la idea de montar el restaurante, que abrió hace un par de meses, nada más.

Naturalmente, tiene algún defecto, y es el que os teméis: no es nada barato. Pero hemos pagado con alegría por lo bien que hemos cenado.

Si queréis probar, se llama Lava y está en Bretón de los Herreros, 13.

[ACTUALIZACIÓN: El Lava cerró hace unos meses. Pena.]

De todas formas, llevo un puente de disfrutar comiendo. El sábado cené con mi Rapuncita en un hindú, aprovechando que estábamos los dos de rodríguez. No sólo nos dieron bien de cenar, sobre todo me vengué del tiempo que hacía que no estábamos los dos solos por ahí. Por si se me había olvidado, Rapun, el sábado recordé que te quiero un montón.

Y el domingo nos atizamos un cocido espectacular en casa de Yaizal. Cocido también aderezado por la buena compañía, preludio de un muy buen ensayo con los Pelafustanes esa misma tarde. Y todavía me queda mañana de fiesta; ay, qué bonita es la vida a veces. Y qué cara de gilipollas debo de estar poniendo en este momento.

26 octubre 2005

Sigo vivo

Hace días que no escribo en este blog, pero no es por ninguna razón especial. O, más bien, es porque no tengo ninguna razón especial para hacerlo. Casi lo más reseñable es que ayer me junté con un montón de los athechuzos, cosa que en los últimos tiempos es bastante rara. Hace tiempo que no tenemos un chuzo en condiciones, ni siquiera una salida al kebab.

Por lo demás, después de una época de agobio, ahora tengo una bastante buena en el curro. La semana pasada pillé un virus tonto que me tuvo tres días en cama, pero ya estoy bien. Y estuve en Zaragoza para el Pilar.

Durante los Pilares salí un par de noches con Raquel a cenar con amigos. Bueno, salí todas las noches, no voy a engañaros; pero de cena sólo fueron dos. La primera con un grupo con el que ya no suelo ir, y Raquel se dio cuenta de por qué de la forma dura. La pobre acabó horrorizada con lo fachas que eran algunos, en concreto una chica con la que estuvo charlando bastante rato y que ella tenía por persona razonable. Cada vez aguanto menos los facheríos y talibanadas similares.

La noche siguiente, por suerte, fue todo lo contrario. Estuvimos cenando con mis amigos de toda la vida. Nos salió por una pasta (casi 50 pelotos por cabeza), pero cenamos como dios. Y el ambiente no pudo ser mejor. Parece ser que los chicos quieren hacer un viaje para celebrar que dentro de nada cumplimos 40 tacos (típico de casados: buscar la menor excusa para hacer algo sin las mujeres) y estuvimos dando ideas y, como debe ser, riéndonos de las de los demás. En esto las chicas llevaban ventaja, porque se podían reír de las ideas de todos y meter cizaña. Espero no verme dentro de unos meses recorriendo Islandia en bicicleta, porque sé de alguna a la que le dará un ataque de risa.

10 octubre 2005

La TAM y el IBD

Tal vez lo sepáis incluso quienes no pertenezcáis a Mensa, porque ha salido en todos los medios de comunicación. Este fin de semana se celebraba en Cambrils la reunión anual del IBD (International Board of Directors) de Mensa. Además de la reunión en sí misma, que dura varios días, se suele preparar un programa de actos para los descansos y también para que los acompañantes de los asistentes se entretengan. Y, para fomentar la asistencia de mensistas españoles, se organizó simultáneamente la TAM (Trobada Anual de Mensa), que es la reunión anual de Mensa Catalunya.

Aunque sólo pueden hablar los representantes oficiales, a las reuniones del IBD pueden asistir todos los mensistas que lo deséen. Del mismo modo que para apuntarse a la TAM no hace falta ser catalán. Conque, entre miembros del IBD, mensistas de a pie y acompañantes, nos juntamos más de 250 personas en el evento. No está mal.

Por cierto, me he quedado con la duda de si entrevistaron a alguien para TVE. Iban a hacer un reportaje con Fantine, pero la descartaron porque era "demasiado rara". Me pregunto qué estarían buscando. De todos modos, la chica sí salió en algún reportaje de prensa, igual que Nur, Lumen y algún otro.

Como es habitual en estos saraos, vi a un montón de amigos, conocí a mucha gente y me lo pasé en grande. No me influyó demasiado ni el frío que hacía durante la cena del sábado (yo soy isotermo), ni las borderías de parte del personal del hotel, ni nada. Bueno, el botellón del mismo sábado con el Comando Feromona sí me dejó un poco castigado para el domingo, pero sobreviviré.

De los guiris, hubo algunos que triunfaron una barbaridad, como el polaco, que era un cachondo mental, o el sudafricano, que a sus 60 años parece de amianto. A estos tal vez no vuelva a verlos, pero a los mensistas nacionales que fuisteis espero volver a encontraros en la RAM. Y a los que no, también, que os echamos de menos.

02 octubre 2005

El copyright

En los últimos 10 años, internet se ha ido convirtiendo en un auténtico foro mundial al que cada vez somos más los que tenemos acceso. Hoy día somos cientos de millones las personas que participamos en él, ya sea de forma activa (publicando) o sólo pasiva (leyendo). Y, mira, la mayor parte de los contenidos son gratis y de libre acceso.

Eso lleva a muchos a la creencia de que estos contenidos son, no sólo de libre acceso, sino también de libre disposición. Es decir: puedo hacer lo que quiera con aquello que encuentro en internet. Y no es así.

El ejemplo más habitual consiste en el reenvío o copia de material sin citar la fuente. La forma correcta de reenviar algo encontrado en la web consiste en enviar un enlace a la página en que se encuentra. De paso, se ahorra ancho de banda, pues el receptor puede elegir descargar el contenido o no, en lugar de que le llegue incrustado en un mensaje electrónico.

Pero es que, además, esto contribuye a la calidad de los contenidos. Si una persona publica buen material, algunos de quienes lo lean querrán enviar el enlace a otras personas conocidas, que accederán a él, incrementando el número de visitas de la web. La persona que lo ha publicado recibe ese estímulo positivo y sigue por esa línea. Mira qué bien, y todo sin pagar un céntimo de más.

Si ese material interesante se ha recibido por correo electrónico (por ejemplo, en una lista de correo), lo correcto es reenviar el mensaje según las instrucciones del autor. La mayoría de las listas a que estoy suscrito incluyen estas instrucciones. No me refiero a listas dedicadas al intercambio de mensajes entre sus miembros, sino a aquellas que crea un autor para difundir sus escritos, y en las que sus suscriptores son simples receptores. Y lo habitual es que estas instrucciones no vayan mucho más allá de respetar la integridad del mensaje y el copyright.

Hay un humorista americano, W. Bruce Cameron, que solía publicar sus escritos en una de estas listas de correo gratuitas. Y lo único que pedía a cambio era que sus escritos se reenviaran sin eliminar la línea de copyright, en la que aparecía él como autor. Cameron vive de publicar sus escritos en periódicos, además de escribir libros e incluso crear alguna serie para la televisión; su lista era una forma de darse a conocer y conseguir que los periódicos se interesaran en su columna sindicada. Pero esos escritos no paraban de circular por internet con su autoría cuidadosamente eliminada.

Pues eso se llama plagio. Oh, sí, claro, yo no he hecho más que reenviar una cosa que he recibido por correo. Y despreciar el trabajo de los demás. No, qué va, ése es mi jefe, que es un cabrón y no aprecia mis esfuerzos, pero yo sólo he hecho un reenvío. Ay, la ley del embudo en acción una vez más.

Es tremendamente fácil respetar la autoría de los demás, y no cuesta dinero. De esta forma ganamos todos: el autor porque consigue la exposición pública que busca, y sus seguidores porque seguimos disfrutando de forma gratuita de su trabajo.

Por eso pedí permiso al autor de lo que publiqué en mi entrada anterior, antes de hacerlo. Él es el autor y tiene derecho a exigir, si lo desea, que no se publiquen traducciones de sus textos. No, no vale decir "pero si es porque me ha gustado". Si te gusta, respeta sus deseos, no le obligues a que sean los tuyos. No se debe hacer por los demás cosas que no quieren que se hagan.

28 septiembre 2005

Ahora, en castellano

Por cortesía de CurritoDaMerda, que me ha mandado una traducción que ha hecho (y yo he revisado), aquí tenéis el texto de Dave Gray a que hacía referencia en mi anterior entrada, en castellano.

Si habéis leído los comentarios de esa entrada, veréis que me he entretenido en pedir permiso a Dave para hacerlo. Esto me da pie para otra entrada sobre el copyright, muy pronto en sus pantallas.

Communication Nation

26 de agosto de 2005

La paradoja del técnico ascendido

¿Te suena familiar alguna de estas cosas?

1) Haces tareas que deberían hacer tus subordinados porque "es más fácil hacerlo yo mismo que encargárselo a otro".

2) Trabajas muchas horas, entrando temprano y quedándote hasta tarde.

3) Tu equipo está desmoralizado, o parece estresado casi todo el tiempo, o las dos cosas.

Puede que estés sufriendo la paradoja del técnico ascendido. Que así es como funciona:

Si eres un técnico, seguramente te ascendieron por ser muy productivo. Y casi seguro que eres productivo por estas razones:
- gestionas tu tiempo de forma eficaz
- necesitas muy poca supervisión
- eres fiable
- te sientes orgulloso del trabajo bien hecho

Aquí está la paradoja. Cumples los anteriores requisitos porque eres un perfeccionista autosuficiente: tu filosofía podría resumirse como "hazlo bien a
la primera" y "si quieres que se haga bien, hazlo tú mismo".

Al ascender a responsabilidades de gestión, las mismas cualidades que te hacían ser un buen técnico ahora son amenazas mortales para tu éxito como gestor. Tu independencia y autosuficiencia, que eran ventajas, son ahora impedimentos.

Como gestor necesitas cambiar tu objetivo de ser productivo a lograr que otra gente sea productiva, lo cual requiere una serie de habilidades completamente distintas. Fuiste promocionado por tus aptitudes, y ahora necesitas dejar de usarlas y comenzar a transferirlas a otros.

Y esa es la paradoja: para tener éxito en tu nuevo puesto, debes dar la vuelta a tu forma de ver las cosas. Necesitas dejar de hacer y comenzar a gestionar, lo cual es contraintuitivo y necesita un acto de fe. Sí, eso es: un acto de fe.

¿Suena a religión? Desde luego. Suena a religión porque es religión. Y éstos son los diez mandamientos de la comunicación para gestores:

1- Deja tus expectativas tan claras como el agua. No permitas margen de interpretación. ¿QUIÉN hará QUÉ, y para CUÁNDO?

2 - Escucha activamente. ¿Qué está diciendo la otra persona? ¿Qué está diciendo su tono de voz? ¿Qué dice su expresión corporal? Presta atención.

3- Sé observador y proactivo. Fíjate en lo que sucede a tu alrededor. GP (Gestiona paseando). Aprende a prever problemas y reconducirlos antes de que lleguen a ser problemas.

4- Domina el arte de preguntar. Las buenas preguntas te ayudarán a diagnosticar las causas finales y a comprender la dinámica subyacente, de forma que puedas solucionar el problema en vez de poner un parche a un síntoma.

5- Educa. Cada error es una oportunidad de aprendizaje. De hecho, casi toda tu interacción con tu equipo es una oportunidad de aprendizaje.

6- Delega. Cualquier cosa hecha por ti mismo es una oportunidad perdida de que alguien de tu equipo aprenda algo. Permanece cerca para ayudar si hiciera falta, pero sólo si te lo piden.

7- Entrena. Invierte tiempo de calidad en tus buenos técnicos, haciendo que
mejoren. Es fácil olvidar esto y perder un montón de tiempo con los malos.

8- No eludas las conversaciones delicadas. Tu trabajo como gestor es iniciarlas cuando sea necesario. Y nunca las mantengas por correo electrónico; tenlas cara a cara, si es posible, o por teléfono si es necesario.

9- Aprende a ser duro. Si pones metas, es necesario que haya consecuencias cuando no se cumplan. Asúmelo: si eres el responsable tendrás tarde o temprano que despedir a alguien. Es un verdadero reto comunicativo y la parte más dura de ser jefe. Cuando llegue el momento, simplemente hazlo.

10- Desarrolla tus canteras. Necesitarás un grupo de gente en la reserva, listo para entrar en acción cuando lo necesites. La comunicación constante y proactiva es vital. Mantenlos dispuestos.

25 septiembre 2005

La paradoja del programador ascendido

Jamás pensé que iba a publicar en mi blog un enlace a algo escrito por un ejecutivo, pero hoy lo haré. Y no, no es nada escrito en plan de coña, nada de eso.

Está en inglés (aviso) y se titula "The craftsman-to-manager paradox". Admito que me siento bastante identificado con el caso que presenta.

Vuelven los Pelafustanes

Este año el fin de semana de los Pelafustanes ha venido con adelanto. La cosa consiste en pasar un fin de semana (a poder ser, un puente) todos juntos ensayando y conviviendo, en general. Esto sirve, naturalmente, para montar las canciones, pero también para hacer grupo.

La cosa funciona especialmente bien cuando podemos disponer de una casa para nosotros solos donde quedarnos a dormir y todo. Así, nos levantamos, desayunamos juntos, ensayamos, volvemos a comer juntos, ensayamos más, cenamos juntos de nuevo, hacemos un poco el mandria y a dormir (juntos también pero, salvo excepciones, no tan revueltos como algunos querríamos).

Normalmente aprovechamos el puente de Todos los Santos, pero esta vez ha sido antes. Lo bueno es que adelantamos en los ensayos; lo malo, que aún no estamos preparados porque no nos sabemos bien nuestra parte en cada canción.

Además, ha habido varias circunstancias adversas. Por diversos motivos, no hemos estado todos ni tampoco todo el tiempo. Pero creo que la cosa sí ha servido para ver que la nueva versión de los Pelafustanes puede funcionar tan bien o mejor que las anteriores. Porque este año tenemos muchos cambios frente al anterior: nada menos que siete bajas en el grupo. Problema que hemos enfrentado al estilo rockero: con dos cojones y p'alante. Tanto por parte de los viejos como de los nuevos miembros del grupo.

En fin, que ha sido una pena no haber podido pasar todo el fin de semana con el grupo. Pero, como dice el Capi, este año hemos recuperado la química del grupo, lo que es importantísimo. No sé si quienes que nunca hayáis estado en un grupo (de música, de teatro, de lo que sea) entenderéis hasta qué punto lo es.

15 septiembre 2005

La familia

No llevo muy buena semana porque el lunes se murió una tía mía a la que quería mucho. Tenía leucemia, pero todos esperábamos que se curase, incluídos los médicos (que suelen ser bastante cautos para estas cosas). Sin embargo, su hígado no ha podido aguantar la quimioterapia y eso ha sido lo que la ha matado.

Las dos últimas personas que han muerto en mi familia han tenido varias cosas en común: ambos han muerto por una enfermedad larga, pero que esperaban superar; ambos eran hijos únicos y ninguno de los dos era huérfano.

Yo no tengo hijos, conque se me hace difícil imaginar la sensación de un padre cuando muere su hijo. Alguien dijo en cierta ocasión que nadie debería enterrar a un hijo; si es hijo único supongo que la desolación tiene que ser casi imposible de superar.

Mi tía tenía 64 años. En esa época no era habitual ser hijo único; ocurre que ella fue casi póstuma, pues su padre murió en un accidente pocos días después de nacer ella. Así que su madre se encontró con 24 años, viuda y con una niña recién nacida. Pero salió adelante. Ahora con 88 años se encuentra con que la única familia que le queda es su nieta (que vive en el piso de debajo de ella, al menos). Y su yerno (mi tío), con el que siempre se ha llevado muy bien. Pero el hecho es que ha perdido a su única hija, con la que había vivido casi toda su vida.

Para ella, ¿qué habrá sido peor? ¿Perder a su marido con 24 años (él no tendría muchos más) o a su hija con 88? A los jóvenes nos cuesta entender los sentimientos de los viejos. Cuando alguien pierde a su pareja en la juventud, nos parece terrible, mientras que si ocurre en la ancianidad no nos lo parece tanto, porque es natural que al llegar a viejos nos muramos. Pero la persona joven tiene toda la vida por delante y suele superar el golpe; la persona mayor ya no tiene oportunidad de rehacer su vida y esa soledad es insuperable. Puede que la yaya sea vieja, pero los poquitos años de vida que le faltan son todo lo que le queda. En la vida real no tenemos posibilidad de darle al botoncito y echar otra partida.

06 septiembre 2005

23/07 ¿No queríais prerrománico?

Nuestro último día de viaje, y no teníamos decidido en qué lo íbamos a emplear. Asturias tiene parajes naturales para dar y vender, a cual más bonito, pero el empacho de monte que tenía la pobre Raquel aún no había remitido. Así que decidimos hacernos una especie de ruta del prerrománico y ver unas cuantas iglesias que había desperdigadas por diversos pueblos de Asturias central. Hasta el último día, como veis.

Al menos, el campanario está apartadoEmpezamos por San Pedro de Nora, situada en una urbe que ni siquiera figuraba en nuestro mapa, así que dimos unas cuantas vueltas hasta localizarla. Por suerte, lo que sí salía era el río Nora, conque imaginamos que no andaría lejos, y así era. Está en el concejo de Las Regueras, cerca de Trubia.

La iglesia, como muchas otras, fue reconstruida por Luis Menéndez Pidal a mediados del siglo XX con criterios no siempre acertados. A veces se defiende el trabajo de Menéndez Pidal con el argumento de que, sin él, muchos de estos monumentos habrían desaparecido. Y se intenta explicar alguna de sus actuaciones por la penuria de medios. No niego que quienes lo hacen puedan tener su parte de razón, pero no se me ocurre en qué estaría pensando cuando decidió construir un campanario al lado de la iglesia, por las buenas. Según nos explicó la señora que, muy amablemente, nos abrió la iglesia y nos la enseñó, hoy día se está pensando en tirarlo.

Por lo demás, el edificio es bastante estiloso y alto. Por fuera está bien, pero sobre todo me gustó el interior, pese a no tener nada especialmente destacable. A veces hay cosas que nos gustan y no sabemos explicar el motivo.

El recorrido que habíamos planeado seguía hacia el sur. Nuestra siguiente parada estaba en Santo Adriano, para ver Santo Adriano de Tuñón. Por desgracia, llegamos justo cuando salía un grupo de la iglesia y la señora que guarda las llaves nos dijo que se iba a comer y que no quería saber nada de nosotros. Así que sólo pudimos verla por fuera, lo que no es tan fácil porque las casas del pueblo están bastante cerca. Ésta nos la perdimos.

San Pedro de TevergaY, como no sólo de prerrománico vive el hombre, bajamos hasta Teverga para ver la Colegiata de San Pedro. Que no es muy posterior: se considera el primer monumento románico asturiano. Y aquí, aunque llegábamos fuera de hora de visitas, la señora de turno sí nos quiso atender y nos enseñó el edificio a nosotros solitos. El contraste era importante porque, como podéis ver en la foto, la Colegiata es un edificio bastante grande, a diferencia de las iglesias prerrománicas. Arquitectónicamente son muy interesantes tanto la iglesia como el claustro, pero también son atractivas las pinturas de la sacristía, que incluyen un Zurbarán y un presunto Greco. Si bien el principal argumento turístico son las momias del primer Marqués de Valdecarzana y su hijo, que fue abad de la Colegiata y, más tarde, Obispo de Toledo; las momias también están en la sacristía. Según nos contó la señora, cuando ella era moza la Colegiata se usó como escuela y a los chicos del pueblo les gustaba llevar a las chicas a la sacristía para asustarlas con las momias. Si es que los críos son iguales en todas partes.

Después de esta visita nosotros también queríamos comer, así que nos metimos en un restaurante local y me aticé un pote tevergano bastante potente. El pote es una especie de potaje a base de verdura y productos del cerdo, sin fabes, que me gustó bastante.

No tiene Pantocrátor, pero me gustaTras la comida intentamos ver otra iglesia que había en la cercana localidad de Villanueva, con escaso éxito. Estaba cerrada. Pero nos fuimos a ver otra que tampoco estaba demasiado lejos, la de San Pedro de Arrojo, en el pueblo homónimo del concejo de Quirós. Tampoco pudimos entrar pero, en este caso, el exterior nos gustó bastante más que el de la iglesia de Villanueva (cuyo nombre no recuerdo, vaya). Claro que en Asturias muchos monumentos ganan por el entorno en que se encuentran. No es lo mismo estar en una hondonada rodeada de casas, que en un pradito con las montañas detrás. De todas formas, lo más interesante en mi opinión es la portada con sus tres arquivoltas, aunque todo el conjunto es llamativo.

El hecho de no haber podido entrar en estos últimos lugares (tened en cuenta que era sábado) hizo que todavía fuera relativamente pronto. Y, mira qué cosas, si seguíamos la carretera desde Arrojo íbamos a parar a Pola de Lena, así que a lo mejor podíamos entrar en Santa Cristina, ya que el día anterior no. Según nuestro mapa, sólo eran 20 kilómetros, así que estaríamos en un rato.

Claro que no me había fijado en que, por el camino, estaba el Alto de la Cobertoria. Otro puerto clásico de la Vuelta Ciclista a España. Alto y empinado, vale, pero con buen asfalto, conque tampoco nos iba a detener demasiado. Y ya nos habíamos acostumbrado a las reviradas carreteras de montaña asturianas.

A lo que no estábamos acostumbrados es a lo que nos encontramos en el descenso. De repente, la carretera desapareció. La madre que los trujo. Vaya bajadita. Recordaréis que os he contado lo poco que le gustan las curvas a Raquel: pues imaginad si, encima, bajas por un "firme" que tiene más huecos que asfalto. Tardamos unos tres cuartos de hora en llegar a Pola aunque, al menos, cumplimos nuestro objetivo de ver el interior de Santa Cristina.

Interior que es especialmente llamativo por el pastiche decorativo. Los constructores originales aprovecharon diversos expolios (materiales de otras construcciones cercanas, tal vez en ruinas), de modo que hay varias columnas romanas y algunos cierres visigodos que hacen las veces de parapeto del altar. Además, hay un triple arco en la subida al presbiterio cuyo semejante no vimos en ningún otro lugar.

Y con esto dimos por terminado nuestro viaje. Nos fuimos a casita, cenamos tranquilamente, y al sobre. Al día siguiente ya sólo nos quedaba emprender viaje de vuelta, pasar de largo una vez más por San Vicente de la Barquera y desplomarnos en Pamplona.

22 agosto 2005

22/07 Oviedo

Si el día anterior habíamos estado viendo la costa central de Asturias, ahora le tocaba el turno a la capital, Oviedo. En Oviedo había estado unos dos minutos durante la RAM de 2001, que se celebró en un pueblo cercano; como podéis suponer, no me había dado tiempo a ver mucho.

Esta vez fuimos bastante directos. Primero a Nava y luego a Oviedo, sin parar. Lo primero que queríamos ver era San Julián de los Prados, o Santullano (en efecto, la misma evolución fonética que había llevado de Santa Juliana a Santillana), una iglesia prerrománica que nos había recomendado la guía de Valdediós. Según ella, todo el mundo que va a Oviedo ve Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo, pero se saltan esta otra iglesia que, en su opinión, es mejor. Y no es que tuviéramos un prisa loca por verla; es que está junto a la autovía de entrada a la ciudad.

Pero, como le ocurrió al Adelantado Don Rodrigo Díaz de Carreras cuando fundó Caracas, no la vimos. Así que tiramos hacia el centro a seguir la rutina habitual: aparcar el coche, buscar una oficina de turismo, coger un plano y patear. Rutina, vale, pero efectiva.

Después de dar vueltas como tontos, nos metimos en el párking de la Plaza de la Escandalera (curioso nombre, cuyo motivo ignoro) y cogimos el plano de rigor en la oficina que se encuentra al ladito mismo. Y hala, a dar una vueltecita por el centro.

Parece que a los turistas, en general, les gusta mucho ver el Teatro Campoamor, que es donde se entregan los premios Príncipe de Asturias. Y, bueno, es un edificio neoclásico bastante bonito, no te digo que no, pero Oviedo tiene mucho más que ofrecer. Nosotros subimos desde la Escandalera hacia la Catedral, pasando junto a la Universidad y también junto a numerosos palacios bastante bonitos que jalonan el camino. En la plaza Alfonso II el Casto, que es donde se encuentra la Catedral, hay bastantes guías a la caza y captura. Y no te digo que los recorridos guiados sean una mala idea; si tienes un buen guía suelen ser bastante interesantes. Pero a nosotros nos gusta más ir a nuestro aire. Conque nos fuimos por nuestra cuenta.

La Catedral es gótica pero, claro, está construida sobre edificaciones anteriores, por lo que tiene en su interior elementos románicos e incluso prerrománicos. Estamos en Asturies, oye. Nos pegamos un buen rato recorriéndola, porque vale mucho la pena. Aunque, cuando nos quisimos dar cuenta, habíamos salido por la otra punta. De todos modos, ya se nos había hecho hora de comer, así que nos metimos en un sitio a atizarnos la fabada de rigor (al menos, yo) y seguir la visita. Fabada que, por cierto, no pasaba de mediocre. Las he comido mucho mejores.

Nuestra siguiente parada era la Plaza de la Constitución, donde está el Ayuntamiento. Estuvimos paseando por allí hasta la Plaza del Fontán, que es una plaza porticada donde se monta un mercadillo. Un sitio bastante curioso, como curioso era un individuo que se acercó dando voces y montando su numerito para la concurrencia. Si hay algún ovetense tal vez sepa a quién me refiero, porque estos personajes suelen ser bastante populares, pero a mí se me ha olvidado el nombre.

San Julián de los Prados, o SantullanoY ahora sí que nos íbamos a ir a Santullano. En efecto, está en la autovía de entrada a la ciudad, pero justo donde termina, lo que significa que no hay más de veinte minutos andando desde el centro. Santullano es la iglesia prerrománica más grande que se conserva y, después de verla, se me hace raro que no sea más conocida, porque es realmente impresionante. Sigue conservando un pequeño prado a su alrededor, aunque en la actualidad está dentro del casco urbano de Oviedo y, desde luego, se ve perfectamente desde la autovía. No sé adónde estaríamos mirando antes, la verdad. Y, si por fuera es una iglesia bastante llamativa por su tamaño (no olvidemos que estamos hablando de la primera mitad del siglo IX, cuando los conocimientos arquitectónicos eran más bien rudimentarios), el interior podría definirse como la hostia en patinete.

Ni parecido a verla de verdad, pero buenoSantullano conserva el conjunto de pinturas más importante del prerrománico astur y, seguramente, de toda la Alta Edad Media europea. Excluyendo Bizancio, tal vez. Naturalmente, la conservación no es perfecta, pero todavía se puede ver mucho de lo que había, aunque con los colores más apagados por el paso del tiempo. Imaginarse cómo debía ser la iglesia en su momento, toda decorada con colores vivos, es impresionante. Además, es muy curioso que las pinturas no representan las típicas vírgenes y santos, como podría pensarse; no hay ninguna figura representada. Por supuesto, eso hace pensar en el arte árabe que, por motivos religiosos, no representa seres vivos; pero lo cierto es que no se sabe qué representan las pinturas ni por qué son así. Y otra característica llamativa es la gran altura de la iglesia. Por supuesto, hay muchos edificios góticos y posteriores más altos, pero yo no conozco muchos románicos que lo sean. Y Santullano es anterior.

En fin, todo esto que os he contado es lo que más llama la atención; pero, como es habitual, hay muchos más detalles que sólo se ven en directo. Si vais a Oviedo, no os lo perdáis.

Como os había contado en una entrada anterior, Raquel y yo nos quedamos realmente impresionados con el prerrománico, conque no queríamos perdernos nada. Y en Oviedo tienen una de las pocas construcciones civiles que se conservan de la época.: la Foncalada. Es una fuente contemporánea de Santullano y que podría confundirse con un resto romano, ya que el estilo es muy similar. Además, está en el centro de Oviedo, pero por debajo del nivel del suelo. Está al aire libre y se puede bajar; por los restos poco arqueológicos que vimos, los chavales la utilizan para hacer botellón. No es tan monumental como otros edificios; al fin y al cabo, no es más que una humilde fuente. Pero resulta interesante aunque sólo sea para constatar que la gente hacía algo más que ir a misa en esos tiempos.

Por el camino desde Santullano hasta la Foncalada disfrutamos de otro de los atractivos turísticos de Oviedo: los semáforos. En Oviedo (luego nos enteramos de que en Pontevedra son iguales), los semáforos de peatones tienen una pequeña animación cuando están verdes. En lugar del típico señor con las piernas abiertas como si estuviera andando, pero quieto, hay dos imágenes superpuestas que se ven sucesivamente, para formar la animación. Efectivamente, es una chorrada como al copa de un pino. Pero si eres lo suficientemente descerebrado, lo aprecias. Y mi chica es descerebrada como la que más, cuando quiere.

También quisimos ver las otras dos iglesias prerrománicas más importantes de la capital. Que están en la otra punta, en el Naranco, y muy cerquita una de otra. Conque volvimos al párking, sacamos el coche y hacia allá que nos fuimos. Nos perdimos sólo una vez y acabamos aparcando un poco lejos, en una zona señalizada. No sé por qué hacen aparcar los coches allí, si se puede subir hasta arriba sin problema, como luego pudimos ver. Pero nosotros, pardillos, tuvimos que subir un trozo majo andando. Aunque gracias a eso pasamos al lado de unos caballos y Raquel pudo decir: "¡Mira, caballitos!" (pronúnciese la ll al estilo argentino). La chica decidió que, si yo decía "¡Vaquitas!" cada vez que pasábamos al lado de alguna vaca, ella haría lo propio con los caballos. No es el pasatiempo más intelectual de la historia, pero nos entreteníamos. Ya veis, qué baratos salimos.

La primera de las dos iglesias que vimos fue la de San Miguel de Lillo (o Liño). Iglesia que tiene un interés más arqueológico que monumental porque, desgraciadamente, se conserva muy poco del original. Tan sólo el primer tercio (la entrada) es de la época de Ramiro I (mediados del IX), ya que el resto se derrumbó aproximadamente un siglo después de su construcción. El motivo es simple: en aquella época no se construían cimientos. Y, si el suelo no era suficientemente firme, como en este caso, los edificios no resistían las inclemencias del tiempo. Y es una pena, porque la de Lillo era la mayor de todas las iglesias del prerrománico. Las excavaciones realizadas han permitido saber cuál era su extensión original y actualmente está pintada en el suelo; mucho mayor de lo que ha quedado, desde luego. La parte "moderna" es del románico y se construyó aprovechando las ruinas que habían quedado. Es por eso que se ven cosas raras en las paredes; cenefas en medio de un muro y cosas así. Tiene un interés limitado. De todos modos, del original aún quedan en el interior algunas pinturas y unas basas bastante peculiares, pues son el único caso de basas decoradas con motivos no geométricos que se conocen en el prerrománico. Representan a los cuatro evangelistas a través de sus símbolos (el toro de San Mateo, el león de San Marcos, el águila de San Lucas y el ángel de San Juan). Ah, y nos tocó una guía de ésas que te va examinando mientras te enseña el edificio. Un poco plasta.

A unos 300 metros se encuentra Santa María del Naranco. No es extraña la popularidad de esta iglesia, porque tiene un aspecto de lo más original. Es como si hubieran hecho un edificio con sótano, pero lo hubieran subido todo a la superficie. Así que la puerta queda en alto, subiéndose por unas escaleras. Y lo mismo el altar y todo lo demás, que se ve por las ventanas en el primer piso. Y digo que se ve por las ventanas porque, desgraciadamente, Santa María está en restauración y no se puede entrar, aunque se ve bastante bien desde el exterior. Creo que estaba previsto que terminara la restauración a finales de este año conque, si vais, es posible que ya se pueda entrar. Nosotros nos lo perdimos, pero tiene pintar de merecer mucho la pena.

Ya estábamos embalados, conque decidimos irnos a ver la iglesia que nos faltaba de entre las que nos había recomendado la guía de Valdediós: la de Santa Cristina de Lena. Está en Pola de Lena, conque agarramos el coche y carretera.

Bueno, no está en Pola de Lena, pero sí cerca, a unos cinco kilómetros. Está subida a una colina a la que hay que subir a patita (seguro que ahora alguien nos dice que se puede subir en coche) por un camino pavimentado con esas piedrecitas de punta, tan bonitas como incómodas. Y subimos, pese a que sabíamos que la iglesia ya estaba cerrada; al menos, habían tenido el detalle de poner los horarios abajo. Pero no sabíamos si íbamos a poder volver otro día. Y valió la pena; Santa Cristina es una iglesia muy fotogénica, como demostraba el hecho de que vimos a muchos fotógrafos disparando desde todos los ángulos. No me refiero a turistas como nosotros, sino fotógrafos dedicados sólo a eso. No voy a decir profesionales porque no lo sé.

En fin, con nuestra pequeña desilusión nos fuimos hacia casa. Claro que aún no era demasiado tarde, conque se me ocurrió que podíamos probar a ver si el Museo de la Sidra de Nava seguía abierto a esas horas. Al fin y al cabo, teníamos que pasar por Nava. Y sí, lo estaba. Entramos y lo pasamos muy bien. Hacen una visita guiada adaptada al tipo de visitante (nosotros fuimos en un grupo de forasteros, claro, que no teníamos ni idea). Aunque parece que aún había quien estaba más perdido que nosotros. Una señora dijo que le parecía muy raro que todos los restos de manzana que salían de la elaboración de la sidra se dedicaran a alimento para el ganado, con el poco que había. Nuestra guía alucinaba: "Pero, ¿de verdad que no han visto vacas por ahí?" A Raquel le faltó tiempo para contestar: "¡Más que personas!" Ah, y leímos un cartel relativo a la "sidratación" que me hizo pensar que cierto Pirata se había dado una vuelta por ahí.

En el museo aprendimos bastantes cosas y, además, nos entraron ganas de echar unas sidras. Conque, a la salida, nos fuimos a una sidrería que habíamos visto el primer día en Nava. Una de las que no son restaurante; de hecho, la conocimos porque entramos preguntando si daban comidas, a lo que el señor nos contestó que no pero, muy amable, nos indicó dónde había restaurantes en la localidad. Como nos había caído bien, volvimos. Nos pedimos nuestra botella de sidra (se pide por botellas, que es barata) y nos la fuimos atizando con unas patatas fritas. De cada botella salen seis culines y el camarero te la va sirviendo cuando le pides. Eso sí, tienen poca variedad de tapas. Pero vimos un cartel que decía que tenían chorizo de ciervo y nos apeteció, así que pedimos una ración con otra botellita. El dueño, como os he dicho, era muy majo y nos explicó todo lo que quisimos. Nos contó, por ejemplo, cómo funcionan los concursos de escanciadores (tenía bastantes trofeos por los estantes) y muchas cosas más.

Y ya sé que después de habernos atizado toda esa sidra no debería haber cogido el coche, pero qué le vamos a hacer. Al fin y al cabo, estábamos cerca de casa e íbamos despacito.

17 agosto 2005

21/07 La costa

Raquel se levantó con el que iba a ser su lema hasta el final del viaje: "quiero ir a un sitio civilizado". Esto significaba que la caminata de Bustablado había sido suficiente para ella y no quería saber nada de campos ni montes. Conque decidimos salir hacia Gijón.

Aprovecho para decir que, pese a que nuestro viaje transcurrió por territorios cercanos a la costa, y visitamos muchas localidades costeras, no pisamos la playa en ningún momento. Vimos unas cuantas, eso sí, pero no las pisamos.

Desde nuestra casa teníamos dos trayectos principales: hacia Villaviciosa, si queríamos ir por la costa, o hacia Nava, si queríamos ir por el interior. Conque nos dirigimos a la primera de estas dos localidades. Y, ya que estábamos, aprovechamos para ver la cercana iglesia románica de San Juan de Amandi, que está realmente bien. Muchas de las iglesiucas de los pueblos están cerradas y hay que pedir la llave a alguna vecina, sin que siempre sea fácil saber cuál. Esta vez tuvimos suerte, porque llegamos justo cuando la abrían y pudimos verla por dentro.

Ya en Villaviciosa, dimos una vuelta por el centro y vimos otra iglesia románica, la de Santa María de la Oliva. Que, no sé por qué, pero nos gustó menos. Y también miramos un poco las hechuras de las calles, por si veníamos algún día a cenar o lo que fuera.

También en el concejo de Villaviciosa está el pueblo de Valdediós, donde se encuentra una de las principales iglesias prerrománicas asturianas, la de San Salvador de Valdediós, conocida popularmente como "El Conventín". Era frecuente dedicar las iglesias del Camino de Santiago a San Salvador (es decir, el Salvador), ya que era obligatorio para los peregrinos pasar por todas las que tuvieran esa advocación. Y no olvidemos que el Camino fue una importante ruta cultural, pero también comercial; uno de los antecedentes del turismo actual, vaya. Así que para Valdediós que fuimos.

El Conventín de ValdediósLa iglesia se encuentra en un pequeño prado y sólo se puede visitar con guía. Esto es habitual en los monumentos prerrománicos, lo que significa que casi siempre hay que pagar entrada; pero suele ser poco dinero y las explicaciones que recibes lo compensan. Por el nombre, parece que el prerrománico debe ser una especie de románico menos evolucionado; sin embargo, lo único que significa la palabra es que fue un conjunto de estilos anterior. Sí, se ven atisbos de lo que luego sería el románico, pero casi todos los edificios tienen características propias que no se ven fácilmente si no hay alguien que te ayuda a ello. Los escasos conocimientos arquitectónicos de la época llevan al método de ensayo-error: a veces se encuentran elementos que ya no vuelven a repetirse en otros sitios, a veces se encuentran otros que sí tuvieron éxito y se fueron perfeccionando más adelante.

Nuestra guía en San Salvador de Valdediós era una señora sesentona muy dicharachera. Además de enseñarnos la iglesia, nos contó un montón de historias, como la de aquella vez que salió una foto suya en el periódico y, al pie, el siguiente texto: "García Márquez no puede ver el prerrománico asturiano porque la guía se va a la peluquería". No le satisfizo mucho, a la pobre. Según nos contó, ocurrió que habían acordado una visita a la una y cuarto del mediodía, pese a que suelen cerrar a la una. Pero bueno, estarían un rato más. El caso es que eran casi las dos y media y por ahí no aparecía nadie, así que la señora decidió largarse. A preguntas de un periodista, le dijo que no esperaba más y que se iba a la peluquería, que tenía hora. Y ya imagináis el resto.

Ya casi era hora de comer, pero decidimos llegarnos hasta Gijón y comer allí. Mal hecho. Porque anduvimos con prisas para buscar un sitio y terminamos en un garito de turistas, vilmente capturados. Esquivamos el palo, pero a costa de comer bastante mal.

A partir de ahora voy a andarme con cuidado, porque hay gijoneses (y, sobre todo, gijonesas) que leen este blog. Para quienes no conozcáis la ciudad, os diré que arranca de una pequeña península, Cimadevilla, en la parte superior de la cual está el cerro de Santa Catalina, ocupado por el parque de la Atalaya. Bajando del cerro se encuentra el casco antiguo de Gijón y desde ahí arranca la ciudad nueva. A los lados de Cimadevilla, de forma parecida a lo que ocurre en Santander con la Magdalena, están las playas; al oeste, el puerto y la Playa de Poniente; al este, la de San Lorenzo. Nosotros dejamos el coche en la plaza Seis de Agosto y subimos andando por la calle Corrida hasta la parte antigua, que era lo que nos interesaba. Aunque la misma calle Corrida y sus alrededores peatonales también tienen su gracia.

Estuvimos recorriendo toda esa zona pero, no sé si por la comida o porque hacía bastante calor, el caso es que no le acabamos de ver la gracia. La próxima vez que vayamos tendremos que tirar de guías locales que nos enseñen la ciudad, supongo.

Así que nos marchamos hacia Avilés. Alguien, no recuerdo quién, me había dicho en cierta ocasión que Avilés era una ciudad horrorosa, pero en la pequeña guía que nos habían dado en la casa ponía que era interesante, conque decidimos salir de dudas. Me gustaría acordarme de quién me dijo eso, porque Avilés nos pareció preciosa [Actualización: ya lo sé, fue Hongos Young, que precisamente nació allí]. El casco antiguo está muy bien cuidado y resulta encantador. De modo que pasamos la tarde paseando por los alrededores del Ayuntamiento y el parque de Ferrera.

Bajando por la calle San Francisco nos dieron ganas de comprarnos alguna de las casas que había en venta. Más o menos la mitad están muy bien, pero el resto están medio escachadas. Supongo que para algún arquitecto o similar con algo de tiempo libre, comprar una de esas casas y arreglarla tiene que ser muy interesante. Como no era nuestro caso, lo dejamos. Pero volver, seguro que volvemos.

Y así fuimos pasando la tarde. Aún era pronto para cenar, conque fuimos volviendo hacia casa pensando en parar donde se nos ocurriera. Y volvió a ser en Villaviciosa. Estuvimos cenando en la Sidrería Meana, donde nos dieron realmente bien. Yo me comí un pastel de cabracho excelente y una raya que también me gustó mucho (era la primera vez en mi vida que comía raya, por cierto). En cuanto a Raquel, habla y no para de la sopa de pescado que le sirvieron.

Las sidrerías de Asturias no tienen mucho que ver con las que hay en el País Vasco o en Navarra. En Asturias pueden ser restaurantes (como en este caso) o bares en los que se sirve sidra principalmente. Por supuesto, nosotros bebimos sidra con la cena, lo que significaba que nuestro camarero nos iba trayendo de rato a rato un culín a cada uno. La sidra se bebe nada más servirse, por lo que el camarero no te rellena el vaso cuando lo vacías, porque no haría otra cosa; lo que hace es calcular cuándo te va a apetecer echar otro culín. Y lo cierto es que el nuestro nos acertaba de pleno. Cada cierto tiempo, cogía nuestra botella (que estaba en la barra, no en nuestra mesa), la levantaba, bajaba el vaso, echaba el culo hacia afuera, y escanciaba un culín para cada uno. Nosotros, claro, no entendemos mucho de escanciar, así que no sabemos realmente si era bueno o malo, pero nos gustaba mucho verlo.

Cuando vino a preguntarnos qué queríamos de postre nos dimos cuenta de que nuestro asturianín, que hasta entonces no había dicho una palabra, era ruso. Parece que esto de escanciar se puede aprender aunque no lo hayas mamado.

Y ya con la tripa llena y la sensación del deber cumplido, nos fuimos a dormir.

11 agosto 2005

20/07 Adiós Cantabria, hola Asturias

Había llegado la hora de iniciar la segunda parte de nuestro viaje; es decir, cambiar de comunidad autónoma y pasar a Asturias. Pero antes aún íbamos ver el Museo de Altamira, que se nos había resistido. Salimos tempranito del hotel porque teníamos hora para el primer turno, que empieza a las 9h30'. Altamira está muy cerca de Santillana, a dos o tres kilómetros, conque el trayecto era corto.

Allí esperamos un ratito a que abrieran las puertas, aparcamos y fuimos directamente al museo sin pasar por taquilla, gracias a que habíamos comprado nuestras entradas el día anterior.

El museo se divide en dos partes: la neocueva y la exposición. La neocueva es una reproducción a escala natural de la cueva real, un tanto adaptada para facilitar la visita, y se ve en grupos de 20 personas con guía. Como sabéis, la cueva real se cerró hace ya unos cuantos años porque el flujo continuo de visitantes afectaba seriamente la conservación de las pinturas originales; hoy día sólo pueden entrar unos cientos de personas al año y en condiciones especiales de protección. Pero la neocueva está muy bien montada y la reproducción se ha hecho con mucho esmero. Además, los guías (al menos, la nuestra) hacen bien su trabajo y resulta muy interesante. Vale, te falta esa sensación de "jo, esto que estoy viendo lo pintó un tipo hace 12000 años", pero para quienes no somos estudiosos del arte rupestre está muy bien. Lo que más me llamó la atención es que hace tanto tiempo ya se usaran técnicas que se redescubrieron hace relativamente poco tiempo, como aprovechar el soporte para guiar la pintura. Es decir: si el pintor encontraba una forma en la roca que le sugería algo, la aprovechaba para pintarlo encima. Un abultamiento podía formar la panza de un bisonte, un poro de la roca era el ojo de un caballo...

Y también las pinturas menos realistas y más simbólicas; no olvidemos que eran pueblos prehistóricos y no conocían la escritura ni por asomo, así que eso de representar cosas mediante símbolos no era una tontería.

Al salir de la neocueva hay unos paneles y vídeos en los que te explican la historia de la cueva real y también todo el proceso que llevó a la construcción de la neocueva. Esta parte también es interesante porque ves todo el trabajo que ocasionó la reproducción que podemos ver.

Y luego está la exposición, que trata de la paleontología y el arte rupestre en todo el mundo. Es bastante grande y merece mucho la pena. A Raquel le encantó, creo que se habría pegado horas allí. De hecho, me parece que nos las pegamos, porque no nos fuimos antes de las doce.

Y ya salimos hacia Asturias. Gracias, en parte, a mi hermanita que vino a mi casa a recoger la información sobre la casa rural que habíamos cogido, porque se me había olvidado en Madrid. La pobre intentó mandárnosla por fax a Santillana, pero no había manera, así que al final me la dio por teléfono mientras acabábamos con el marisco en Comillas. Es que soy un poco olvidadizo.

Nuestra nueva casa estaba en el concejo de Cabranes, cerca de Villaviciosa. Salvo el trozo que va de la entrada a Asturias hasta Llanes, el resto del camino hasta Villaviciosa es autovía, conque muy bien. Luego hay un trozo de carretera nacional. Luego carreterita sinuosa. Luego carreterita aún más sinuosa y, finalmente, camino de cabras. Esto de las carreteras sinuosas iba a ser constante durante el resto del viaje, es lo que tiene la montaña. Claro que la pobre Raquel odia las curvas, conque teníamos que ir a 30 por hora. Al menos, el paisaje era bonito.

Llegamos a la casa sobre las dos y... ¡sorpresa! Resulta que en los papeles que nos mandaron ponía dos cosas que ignoraba:

- no nos daban la casa hasta las cinco
- tenía que llevar esos papeles conmigo para que nos la entregaran

Podéis imaginar que el segundo problema tampoco era tan grave; tenían mi nombre, yo mi DNI... pero es que la señora era un poco borde, de estas a las que gusta echar la bronca por todo. Porque la casa también estaba lista cuando llegamos.

En fin, que tomamos posesión, dejamos los trastos y pensamos a dónde ir a pasar la tarde. En realidad, ya lo habíamos pensado por el camino: a Covadonga. Conque para allá que fuimos.

Asturianos y amantes varios de la Santiña, saltaos este párrafo. Porque Covadonga no nos gustó nada. Es el típico montaje de turismo religioso sin más. Un santuario tirando a hortera, tiendas de recuerdos, un montón de gente... en fin, que dimos una vuelta y nos largamos. Pero, claro, junto a Covadonga están también los Lagos, así que decidimos subir hasta ellos. En coche, claro; ya os he dicho que somos bastante domingueros.

Covadonga está en el monte, sí, pero sólo a unos 350 metros sobre el nivel del mar. Los aficionados al ciclismo sabréis que los Lagos están mucho más arriba. Y la carreterita es fina, con una pendiente de cuidado y muchas curvas. Pero bueno, en coche es llevadero. Además, teníamos que aprovechar que todavía no habían restringido el acceso; unos días después iban a hacerlo para evitar la masificación.

Y para allá que subimos por una carretera llena de vacas, para mi satisfacción y disgusto de Raquel. Aunque creo que, poco a poco, le iban gustando. Si bien no se le veía demasiado contenta cuando teníamos que pararnos porque había cuatro o cinco vacas atravesadas en la carretera, tampoco pitábamos para que se apartaran. Que las pobres estaban en su casa, oye.

Los Lagos de Covadonga son dos: Enol y La Ercina. Y son preciosos. Yo había visto muchos lagos de montaña en los Pirineos (los ibones) cuando era pequeño, pero de eso hace ya muchos años. El caso es que aparcamos el coche junto al lago de La Ercina y nos dedicamos a pasear por los alrededores. Hay unos cuantos senderos majos para hacer por esa zona, alguno sin mucha dificultad, pero no íbamos vestidos (ni, sobre todo, calzados) para la ocasión. Además, después de la paliza del día anterior, mi pobre chica no estaba dispuesta. De todos modos, sí subimos al mirador que hay entre los dos lagos (desde uno no se ve el otro porque hay una elevación que los separa) y estuvimos haciendo fotos. Había bruma por los picos y eso daba una iluminación muy llamativa, sobre todo en el lago de Enol.

Y no es que tuviéramos ganas de irnos, pero tampoco podíamos quedarnos allí a dormir. Así que bajamos y decidimos dar una vuelta por Cangas de Onís, que está al pie de la montaña.

Cangas es una villa bastante bonita. Je, esto me recuerda un consejo que se suele dar a los políticos en campaña electoral: cuando vayan a dar un mitin a un pueblo, siempre hay que llamarlo "villa". Si es villa y los llamas "pueblo", los lugareños se enfadarán. Si es pueblo y lo llamas "villa", estarán encantados. De todos modos, Cangas de Onís es una villa.

Lo más famoso es el llamado "puente romano"; y digo "llamado" porque es medieval. Es ese puente bajo el cual está colgando la cruz de Covadonga y que sale en la tele todos los años cuando hacen el descenso del Sella. Porque sale de allí. Resulta muy curioso mirar el río desde el puente: hasta ese punto el agua baja bastante rebrincada, típico río de montaña; a partir del puente está canalizado y baja tranquilo. El puente en sí está en punta, lo que significa que tiene bastante pendiente, y pavimentado con piedrecitas del estilo de las de Santillana: muy monas, pero se te clavan en los pies.

Y también está la ermita de la Santa Cruz, uno de los edificios prerrománicos más antiguos de Asturias. El estilo prerrománico, también llamado asturiano por lo frecuente que es allí, es encantador. Nos gustó tanto que dedicamos buena parte del viaje a la búsqueda de monumentos prerrománicos. A partir de ahora, en esta plasto-serie os voy a dar mucho la tabarra con ello.

El caso es que nos dimos un oreo por Cangas, compramos algunas cosas en el supermercado y nos volvimos a cenar a la casa porque yo estaba muy acabado. Por supuesto, este año también he cogido mi tradicional catarrazo de vacaciones, y estaba en su apogeo.

10 agosto 2005

Interrumpimos nuestra programación...

... para dar noticia del blog de Cocorito Negro, amigo de toda la vida y artista de los que hay pocos en el mundo. De momento lo ha cogido con unas ganas tremendas y tiene varias entradas diarias, pero todas son cortas e interesantes. Daos una vueltecita, a ver qué os parece.

08 agosto 2005

19/07 Una señorita no habla así

Teníamos intención de no salir de Cantabria sin haber hecho un poco el cabra por el monte, así que revisamos un folleto que nos habían dado en Cabárceno y nos decidimos a hacer un senderito por el Alto Asón.

Volvíamos, pues, a la Trasmiera. El Alto Asón es una zona que intentan potenciar para este tipo de turismo, así que han trazado una amplia red de senderos para todos los gustos: largos, cortos, fáciles, difíciles y entreverados. Como nosotros tiramos a domingueros en esto del senderismo, nos decidimos por uno que tenía buena pinta y era circular. Esto es importante: hay muchos senderos que empiezan en un sitio y acaban en otro, con lo que al final tienes el problema de volver a tu lugar de partida. En estos casos hay que llevar dos coches y dejar uno en cada extremo, pero nosotros sólo teníamos uno. El sendero que habíamos elegido es el llamado "Camino de las Cabeceras de Alisas", con principio y final en Bustablado. Según nuestro folleto, estaba marcado como "fácil" y tenía una duración estimada de 3h 15'; estas duraciones tienden a estar infladas, así que no iban a ser mucho más de dos horitas de paseo por el monte.

La madre que los parió.

Cuando llegamos a Bustablado y encontramos el mapa que marcaba el inicio del sendero, vimos que allí ponía una hora más de duración estimada. Y, viendo la longitud (13km) y el desnivel (400m), nos pareció más razonable. Pero bueno, estábamos allí y no íbamos a dejarlo. Lo que casi nos dejamos fue el bofe.

El senderito empieza con una subida del carajo. Porque, claro, si hay 400m de desnivel y es circular, significa que toda la subida está al principio y luego se baja. Además, la subida era por una pista de tierra casi sin árboles, conque no teníamos apenas sombra y pasamos un calor importante. Además, llevaba una mochila de lo menos apropiada (ya os digo que somos unos domingueros) que me molestaba un montón. El caso es que nos pegamos hora y media subiendo y blasfemando, sobre todo Raquel, que aprovechaba de rato a rato para insultarme y jurar que era la última vez que venía al monte conmigo.

Eso sí, las vistas son la leche, especialmente para los que somos de secano. Y eso, por todas partes. El valle es precioso y las montañas que lo rodean, fantásticas. Pero esto se aprecia peor cuando estás medio asfixiado.

Una vez arriba, hay una zona más o menos llana que es la parte más agradable del sendero y que nos permitió apreciar la fauna local. Es decir: vacas por todas partes. Y si Raquel lee esto alguna vez, me mata, pero resulta que la chica les tiene miedo a las vacas. Vale, son unos animales bastante grandes, pero también son lo más manso del mundo. En un momento dado, el sendero estaba ocupado por las vacas, así que tuvimos que pasar entre ellas; la pobre chica lo hizo prácticamente con los ojos cerrados y una de las vacas la atacó. La atacó al revés, claro. Es decir: que la vaquita se asustó y salió corriendo ante el metro y medio de mi chica. Ah, dulce venganza, ahora me tocaba a mí reírme.

Pero todavía nos faltaba la parte peor del recorrido, que fue la bajada. Porque subir es pesado, pero bajar es peor cuando hay mucha pendiente. Y, además, por una pista asfaltada, que machaca mucho los pies. Al final el senderito nos costó tres horas y llegamos derrengados. Menos mal que en un bar del pueblo nos dieron de comer con bastante consistencia y pudimos reponer fuerzas. Como decía Raquel, debía de ser el sitio donde se reunían los mozos viejos del pueblo. Como en tantos otros sitios, la población del pueblito está compuesta, principalmente, por hombres de 50 años para arriba que viven solos. Así que, en lugar de comer en su casa, van al bar y allí les dan su menú (baratito y abundante) y comen juntos.

Y vimos un poco de la etapa del Tour, cosa que no hice mucho durante el viaje, con lo que me gusta.

Después de comer nos volvimos hacia el hotel. No por el recorrido del Tour, pero sí atravesando de nuevo el Alto de Alisas, que es un puerto clásico de la Vuelta a España. Cerca de la cima hay incluso un monumento al ciclismo. Fue el primero, pero no el último de los puertos clásicos que atravesaríamos durante nuestras vacaciones.

Aunque estábamos medio muertos, a la vuelta nos dirigimos de nuevo al Museo de Altamira, a ver si ahora teníamos más suerte. Pero cuando llegamos ya estaban agotadas las entradas para ese día. En el fondo, nos alegramos, porque no teníamos ganas de nada. Habíamos pensado ir a San Vicente, que nos habíamos dejado el día anterior, pero mejor lo dejamos. Volvimos a Santillana, sacamos entrada para el día siguiente (en el Museo no venden anticipadas, pero en los cajeros del BSCH sí) y fuimos al hotel a tirarnos un rato en la cama.

Y sólo salimos para dar una vueltita hacia el final de la tarde y cenar de picoteo en el mismo sitio en que habíamos comido dos días antes. Y luego, a la camita, que estábamos cansados y habíamos sacado entradas para el Museo en el primer turno (9h30 de la mañana) y después teníamos que seguir viaje hasta Asturias.

01 agosto 2005

18/07 Santander

Fieles a nuestro plan, el lunes nos levantamos, desayunamos cerca del hotel y salimos hacia Santander. La capital cántabra tiene fama de ser una de las ciudades más bonitas de España y ninguno de los dos la conocíamos, de modo que teníamos bastantes ganas.

Dejamos el coche en la plaza del Ayuntamiento y empezamos a recorrer la ciudad. En Santander no hay apenas monumentos antiguos: precisamente este año se cumple el 250 aniversario de la concesión del título de ciudad a la antigua villa de Santander. Pero, a cambio, el conjunto urbano es muy armonioso y sus edificios decimonónicos son preciosos. Esto, pese a que en los años 40 hubo un gran incendio que deterioró seriamente algunos, como la propia catedral, que hubo de ser reconstruida.

Estuvimos en el Mercado del Este que, en la actualidad, no es un mercado sino un centro comercial, aunque con dos claras diferencias frente a los normales:

- es pequeño
- es bonito

Luego también estuvimos en un mercado de verdad, el de la Esperanza, que está muy bien si te gustan los mercados.

Pasamos la mañana recorriendo la zona peatonal del centro y el Paseo de Pereda, que contiene los jardines del mismo nombre y sirve como paseo marítimo junto al muelle. Comimos en un sitio de menú y por la tarde montamos en un catamarán turístico de esos que recorren toda la costa. Como hacía bastante viento, había olas y nos divertimos un montón dando botes por el mar. Además, el recorrido es bonito y pudimos ver bien toda la bahía.

En efecto, Santander está situada en una bahía cerrada al norte por dos cabos, Menor y Mayor. En el centro está la península de la Magdalena, ocupada por un parque en cuya cúspide está el famoso Palacio de la Magdalena, sede de la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo. El palacio fue construido hace un siglo por cuestación popular, para regalárselo a Alfonso XIII, quien lo utilizó como residencia estival hasta la llegada de la República. A partir de entonces ha sido la sede de la UIMP. Pese a que el coste original fue de 700.000 pesetas, ahora se ha revalorizado un poco.

Mientras estábamos en el barco pensaba en lo diferente que es vivir en una ciudad con mar o en una que no lo tiene. Porque, además, Santander es una ciudad que vive de cara al mar. No sé si una persona que, como yo, ha vivido siempre en el interior, puede tener nostalgia del mar. Pero allí me lo parecía.

Al norte de la península están las no menos famosas playas del Sardinero. Pero, después de pasear por el parque y ver el palacio por fuera (en verano no se puede entrar si no perteneces a la UIMP, por ser periodo lectivo) estábamos bastante cansados. Así que, en vez de dar una vuelta por el Sardinero para hacer tiempo hasta la cena, decidimos marcharnos. Aunque tal vez deberíamos habernos ido a tomar algo y descansar un poco, porque luego vimos que aún nos quedaba algo de cuerda.

El caso es que, cuando llegábamos a Santillana, se nos ocurrió ir a darnos una vuelta por la Cueva de Altamira. O, más bien, por el Museo, ya que la cueva está cerrada al público desde hace años para evitar su deterioro. Pero no pudimos entrar porque los lunes no abren, así que nos fuimos a dar una vuelta por otras dos localidades cercanas: Comillas y San Vicente de la Barquera.

Comillas es una localidad costera famosa por ser la sede de la Universidad Pontificia. Pero tiene otros atractivos que la convierten en un destino turístico popular. La zona de playa me recordó más al Mediterráneo que otras en el Cantábrico. Pero lo que más nos gustó fue el pueblo en sí. Por un lado está la zona de El Capricho, uno de los primeros edificios construidos por Gaudí. Es una casa de aspecto árabe, con muchos azulejos y torres. Cerca de él hay otros dos edificios contemporáneos suyos, más convencionales pero también interesantes: el Palacio de Sobrellano y su Capilla Panteón, ambos obra de Joan Martorell, aunque Gaudí también intervino en el diseño del mobiliario. Alrededor de estos dos edificios hay un parquecito que sirve como lugar de exposición de unas cuantas esculturas, lo que hace del conjunto un lugar muy agradable.

Aparte de este conjunto, el edificio más destacable del pueblo es la sede de la Universidad, basada también en un proyecto de Martorell. No subimos hasta allí porque ya estaba anocheciendo y estábamos en la otra punta, pero es un edificio muy grande situado sobre un monte, de modo que domina todo el pueblo y se ve muy bien de lejos.

En cuanto al casco urbano, es en cierto modo similar al de Santillana. No sé si se debió a la noche tan agradable que hacía o a qué, pero incluso nos gustó más. Lo estuvimos recorriendo durante un buen rato y acabamos entrando a un restaurante para atizarnos la mariscada que Raquel iba persiguiendo desde antes de salir de viaje. Nos pusimos las botas, aunque no pedimos exquisiteces para evitar el palo al bolsillo (ni langosta, ni bogavante, ni nada por el estilo). Y la selección musical fue mucho mejor que la de Santoña: Medina Azahara, Triana y demás grupos de rock andaluz, sobre todo.

Naturalmente, se nos había hecho ya demasiado tarde para ir a San Vicente así que, con la panza bien llena, volvimos a nuestro hotel.

31 julio 2005

17/07 Santillana del Mar

El domingo dejamos nuestra primera posada y salimos hacia Santillana del Mar. Habíamos pillado una oferta muy buena: por poco más de lo que costaba una habitación normal, íbamos a estar en un hotel de cinco estrellas, como señores. Pero no habíamos podido cogerla para el fin de semana; por eso lo demoramos un par de días.

Nuestra intención inicial era coger la habitación, dejar las cosas y pasar el día en Santander. Si embargo, una vez en Santillana decidimos dejar la capital para el día siguiente y quedarnos allí.

Santillana es una villa medieval fundada en el siglo X junto al monasterio de Santa Juliana, de cuyo nombre latino deriva su nombre (Sancta Iuliana -> Santillana). Posteriormente, en el siglo XII, el monasterio fue sustituido por una Colegiata, que es actualmente su monumento más destacado. El cambio se hizo por motivos políticos: una colegiata está regida por canónigos, lo que le daba mayor independencia del obispado.

La Colegiata está en la plaza, un tanto elevada frente al resto de la villa. Es un edificio muy grande y bonito, tanto por dentro como por fuera. Tal vez lo más reseñable sea su claustro románico, con capiteles historiados que van explicando mediante una grabación que se oye por los altavoces; un método un tanto ganadero, pero efectivo. Bueno, toda la Colegiata es románica, salvo algún desafortunado añadido.

Otro edificio destacable es el antiguo convento de Regina Coeli, actual museo pontificio. Se entra con la misma entrada de la Colegiata y tiene una colección, en mi opinión, mucho más interesante de lo habitual en un museo de estas características. Me llamó mucho la atención un Cristo Pensante, por lo original. Es una talla de Cristo desnudo, con todo el cuerpo llagado (tal vez tras la flagelación), sentado en actitud pensativa.

Entre las muchas tallas del museo había bastantes de San Roque. En la mayoría estaba junto a un perro, y en todas llevaba la túnica remangada para mostrar una herida en el muslo. Pero ni Raquel ni yo conocíamos la historia del santo, así que ignorábamos la razón. Hasta que encontramos otra talla en la que dos perros lamían las heridas de las piernas del santo, de donde extraje la deducción que expliqué a Raquel: "Ah, es que a San Roque le salían llagas en las piernas y venían los perros a lamérselas, por eso eran así las otras tallas". Y, tras leer la plaquita que había al lado, añadí: "Y por eso pone aquí que éste es San Lázaro". Momento tonto del día y la pobre chica ahogada de risa durante varios minutos.

Otra cosa que nos llamó la atención en el museo fue una sala que tienen dedicada a Teresa Peña, una pintora cántabra del siglo XX que nos gustó bastante. Por lo general, los pintores religiosos contemporáneos son bastante blandengues, pero ésta era muy expresiva y tenía un estilo muy personal. Tanto que luego vimos algún otro cuadro suyo en otros sitios y la reconocíamos al instante.

Además de estos edificios singulares, todo el casco antiguo de Santillana es semipeatonal, con todas las calles empedradas y las fachadas de los edificios igualmente de piedra. Además, todos los letreros de los establecimientos públicos son de forja, incluso los de aquellos que suelen tener carteles estándar, como la sucursal del BSCH o la Administración de Lotería. Esto hace de Santillana una villa eminentemente turística y con un cierto aire de decorado cinematográfico. Aunque, como es habitual en el norte, busca un turismo de cierta calidad. Casi no hay bares de marcha y, por ejemplo, al lado del hotel hay una "enoteca" donde sirven una buena variedad de vinos juntos con unas raciones bastante escogidas. Esto lo sé porque entramos, claro, y nos tomamos unos vinos con mousse de foie de oca.

Aparte de eso, no nos excedimos en las comidas. A mediodía, un menú normal, en el que aproveché para probar el cocido montañés. Y, para cenar, sendas sartenadas, que son parecidas a los huevos rotos que se sirven en otros lugares. Bastante bien.

Después de cenar ya nos fuimos a dormir. El hotel Casa del Marqués es pequeño, unas 15 habitaciones. La nuestra estaba en el segundo y último piso, conque estaba abuhardillada. Por los ventanales del techo entraba tanta luz que, cada vez que salíamos de la habitación, me daba la impresión de que nos dejábamos alguna luz encendida. Esto era especialmente cierto en el espectacular cuarto de baño, en el que Raquel quería quedarse a vivir. Pero no lo hicimos.

28 julio 2005

16/07 Cabárceno

Raquel tenía bastantes ganas de ver el Parque de la Naturaleza de Cabárceno, y a mí también me pareció buena idea, conque para allá que fuimos.

A veces se le llama "Parque Natural", pero no lo es. Es una gran extensión de terreno donde se han preparado hábitats para un montón de animales diferentes procendentes de todo el mundo. Salvo la Antártida, aunque sí hay un par de focas de la región ártica. Cabárceno se visita en coche, siguiendo un circuito de unos 25km y bajando al llegar a la zona de cada uno de los animales. Para ayudarte, a la entrada te dan un plano y un CD que contiene una audioguía, para irlo escuchando en el coche al llegar a cada zona. El CD es multimedia y resulta un buen recuerdo de la visita. Visita que es larga y cansada, porque también hay que andar bastante, pero merece claramente la pena.

En Zaragoza no hay zoo, así que nunca había estado en uno de ellos. Por tanto, había muchísimos animales que nunca había visto al natural. Bueno, algunos en el circo, de pequeño. Además, tienen colonias bastante numerosas, por lo general. Por ejemplo, casi una docena de leones y otros tantos tigres o elefantes. Aunque yo prefería otros animales menos peligrosos porque te podías acercar más a ellos (aunque siempre detrás de una valla). Por ejemplo, los emúes eran muy amistosos y te ponían la cara, con su enorme pico, a pocos centímetros de la tuya.

Un recomendación: intentad evitar las horas de más calor, pues los animales están bastante adormecidos.

Nosotros aprovechamos el mediodía para visitar el reptilario, que se encuentra a cubierto, y también para comer en tiempo récord: sin bajar del coche, dimos cuenta de los restos del estofado de toro que habíamos traído desde Pamplona.

Acabamos nuestra visita agotados, pero aún era pronto para cenar, conque fuimos a ver el Palacio de Elsedo, en la cercana localidad de Pámenes. Fue la sorpresa del día. Aparte del propio valor arquitectónico de este palacio barroco, resulta que en su interior hay un excelente museo de arte contemporáneo. Incluso a Raquel, que no es nada aficionada a la pintura del siglo XX, le gustó. La colección no es enorme, pero sí de buena calidad y recomiendo la visita si vais por allí. Y os gusta el arte moderno, claro.

Al final se nos ocurrió ir a Laredo. Como estábamos cansados, no callejeamos mucho y nos fuimos a cenar al restaurante Somera, en la Ruamayor. Nos costó encontrar uno que nos convenciera, pero hicimos buena elección. Buen pescado y buen precio. Y después, a dormir, con nueva pérdida sin ni siquiera salir de Laredo. Pero sobrevivimos.

27 julio 2005

15/07 Llegamos a Cantabria

Todavía quedaban por las calles de Pamplona los últimos restos de los Sanfermines cuando fuimos a recoger nuestro coche de alquiler y emprendimos viaje hacia Cantabria, nada más comer.

Durante los dos primeros días íbamos a alojarnos en un pequeño pueblo del concejo de Ribamontán al Monte, en la Trasmiera cántabra. Para los del Norte esto será habitual, pero a mí me llamó la atención durante todo el viaje esto de los concejos. No son sino municipios que, en muchos casos, están formados por un montón de núcleos dispersos. A veces el nombre del concejo corresponde al de su capital, pero no siempre es así. Por ejemplo, no hay ningún núcleo de población llamado Ribamontán al Monte; su capital se llama Villaverde de Pontones.

Nuestro pueblito resultó ser aún más pequeño de lo que pensábamos, casi nos lo pasamos de largo. Y la posada también era pequeña, con sólo tres o cuatro habitaciones, pero suficiente para nuestros propósitos. Además, la dueña era bastante maja.

Llegamos a nuestra posada a media tarde, conque decidimos buscar un lugar donde pasar la tarde y cenar. Así que nos fuimos a Santoña, localidad famosa en el norte por sus playas y sus anchoas. Aunque hoy día es bastante turística, no ha perdido por completo su carácter marinero. Santoña es uno de los destinos playeros favoritos de los vascos (yo mismo había estado allí 30 años antes con mis primos). Nos dedicamos a pasear junto al mar y también por el pueblo, tomar unas raciones (incluyendo una de anchoas, claro) y cenar razonablemente en un restaurante bastante mono, La Bodeguilla de la Tasca. En la Tasca en cuestión nos habíamos tomado antes unos vinos por 40 céntimos cada uno, lo que no es muy habitual hoy día. Por desgracia, la cena estuvo amenizada por un disco de David Bisbal en directo. Eso sí, estaba bajito.

Tras la cena, vuelta a nuestro pueblito (sólo nos perdimos una vez) y a dormir, que estábamos cansados.

26 julio 2005

Pequeño añadido

Un par de cosillas que se me olvidaron en el mensaje anterior:

- Cuando le conté a Raquel qué discos me habían regalado para mi cumple, lo primero que hizo fue preguntarme por qué no los había llevado, que ella tiene tocadiscos. Ay, qué encanto de chica.

- Una mañana, por la calle, vimos a unos chavales con pinta de acabar de levantarse. Uno de ellos preguntó a sus colegas: "¿Dónde vamos a comer, al Erojki?" Estos madrileños...

10-14/07 Pamplona y los Sanfermines

Aquí da comienzo la plasto-serie de este año. Cassandra: ya sabes que no puedo negarte nada así que, si quieres, a tí te lo cuento en persona.

Antes de salir de viaje por el norte de España, Raquel y yo íbamos a pasar unos días juntos en Pamplona, coincidiendo con el final de los Sanfermines. Aunque ella llevaba allí desde el primer momento, siguiendo los preceptos de su religión, que le impiden abandonar Pamplona durante los Sanfermines si no es por causa de fuerza mayor.

La mía, en cambio, me impide estar en Pamplona en fin de semana durante las fiestas. Conque no fui hasta el domingo. Aunque, en realidad, tampoco iba mucho entre semana. Ésta iba a ser la segunda vez, y la primera había sido once años antes. O eso creía. Resulta que no, que había vuelto al año siguiente, pero lo pasé tan mal y ponía tanta cara de asco en todos los garitos repletos de gente que Raquel me mandó de vuelta a casa y acordamos que, en adelante, no volvería a pisar Pamplona en fin de semana de Sanfermines. Al parecer, la experiencia fue tan traumática que la había olvidado por completo hasta que ella me lo recordó.

Esta vez teníamos pensado dedicarnos especialmente a los Sanfermines diurnos, en vez de salir a muerte por las noches y pasar los días durmiendo. Eso no nos impidió volver a casa a las cinco de la mañana la primera noche, por ejemplo; pero, en general, la cosa fue distinta.

Casi todos los de la cuadrilla de Raquel estaban de vacaciones, conque no les vi. La excepción eran E y O, pero no podíamos contar mucho con ellos, porque ella está embarazada y al pobre chico le han detectado recientemente un problema de corazón, conque los dos necesitan guardar bastante reposo. De todos modos, casi todos los días les veíamos un rato. Y, si no, salíamos con K, otra amiga de Raquel de sus tiempos de estudiantes en Zaragoza.

Hechos destacados:

- Fuimos a dos corridas de toros, las dos veces con O. Dos corridas que, a priori, habían despertado gran expectación: la de los jandillas y la de los victorinos, que debutaban en Pamplona. Como buena plaza torista, en Pamplona tienen más importancia las ganaderías que los toreros. Pero las dos fracasaron. Ante los jandillas sólo vimos una buena faena de Salvador Cortés, que sustituía a Eduardo Gallo, frente al tercero, premiada con una oreja. Otra inmerecida cortó César Jiménez al quinto, a lo que Cortés respondió en el sexto dando por su cuenta una vuelta al ruedo que tampoco mereció. El Cid, gran triunfador de la temporada, se fue inédito. Ante los victorinos, Luis Miguel Encabo estuvo francamente bien, desperdiciando con el acero un triunfo que se había ganado durante toda la lidia de sus toros. Excelentes verónicas, buenas banderillas sin alardes innecesarios y faenas de muleta por encima de la pobre categoría de sus enemigos. En cambio, ni Pepín Líria ni, nuevamente, El Cid, fueron capaces de nada en sus respectivos turnos.

- En la primera corrida estuvimos en sol, aunque nos libramos de que los de las peñas nos machacasen mucho (en Pamplona el tendido de sol es terrible). Pero sí nos tocó un plasta detrás que no nos dejó en paz durante toda la corrida. Yo creía que llevaba la espalda llena de moratones de tantos tastarrazos como me dio, pero no. Y pasamos un calor tremendo claro. En la segunda conseguimos sombra, pero casi pasamos más calor porque la temperatura era altísima. Al menos, nadie nos molestó.

- También vi dos sueltas de fuegos artificiales, justamente las de las dos pirotecnias extranjeras que participaron en el concurso. En Pamplona hacen concurso de pirotecnias, con lo que todas intentan lucirse y se ven unos castillos muy expectaculares. Los italianos estuvieron correctos, sin más, mientras que los portugueses me gustaron mucho. Y no fui el único, por lo que luego oí.

- Una mañana fuimos al Baile de la Alpargata del Casino de Pamplona. Es una tradición pija. Los socios de casino eran los miembros de las mejores familias de la ciudad y, por supuesto, no se permitía la entrada de nadie que no fuera vestido y calzado correctamente. La única excepción era el baile que se celebraba todos los días al acabar el encierro, pues los hombres que venían de correrlo calzaban alpargatas. Y allí ha quedado, como reducto del pijerío pamplonés. Ahora ya puedo decir que he estado y no tengo gran interés en volver, la verdad.

- Haberme levantado temprano para ir al dichoso baile me costó la salida nocturna, porque no estaba para nada. La pobre Raquel tampoco volvió muy tarde porque K cogió un pedo indecente con un solo mojito y se tuvo que ir a casa. Pobre Raquel, qué mal resultado le dimos.

- Una noche sí salimos con más gente. Quedamos para cenar, además de con K, E y O, con dos compañeras de trabajo de Raquel. No cenamos mal, pero fue muy caro, aunque es de esperar en Sanfermines. Por distintos motivos (era entre semana, recordémoslo), nuestros acompañantes se fueron retirando y nos quedamos solos Raquel y yo. Acabamos por la zona de Jarauta, donde están casi todas las peñas y había muy poca gente a la que sacáramos menos de 10 años; antes de que nos confundieran con sus padres, nos largamos a otro garito, donde casi nadie nos sacaba menos de 10 años. Al menos, cabíamos y la música nos dejaba hablar.

- Comimos un par de días en casa de los padres de Raquel. Sin duda alguna, el mejor toro de las fiestas fue el que nos comimos estofado el segundo día. Qué bueno.

- Un día estuvimos viendo una exibición de herri kirolak (es decir, deporte tradicional vasco y navarro). Sí, eso de levantar piedra y cortar troncos. Lo que más nos llamó la atención fue el concurso de levantamiento de yunque, en la que unos animalicos con brazos del diámetro de mi torso intentaban hacer el máximo número de alzadas en dos minutos. El yunque pesa 18kg y en cada alzada debe tocar el suelo y un listón situado 40cm sobre la cabeza del deportista. Hubo cuatro participantes y el concurso terminó con un triple empate a 89, no está mal.

- Mi cena favorita fue la del último día. A Raquel le pone muy triste el "Pobre de mí", así que, en vez de ir a verlo, nos fuimos a cenar al japonés que hay junto a la Audiencia, bastante lejos del centro. Hasta arriba nos pusimos, oye.

- Y qué calor pasamos. Habitualmente, en Pamplona hay que llevar una chaquetica, por si refresca, incluso en verano. Pues ya no. Un calor agobiante y temperaturas de hasta 46°C vi en la calle. Oficialmente, creo que algún día llegamos a los 39°C, lo que es una burrada en esa ciudad.

En resumen, este año lo he pasado muy bien y me voy con ganas de repetir el año que viene. Fuera del fin de semana, por supuesto.

25 julio 2005

Ya he vuelto

Acabo de llegar a mi casita, de vuelta de vacaciones. Y sí, creo que tendréis plasto-serie, aunque no llevo escrito más que la mitad. Pronto, en sus pantallas.

10 julio 2005

Hasta la vista, baby

Me voy de vacaciones, así que no esperéis mucha actividad en este blog durante los próximos días.

Esta vez iré por el norte de España. No sé si a la vuelta escribiré la correspondiente plasto-serie; si es así, tendrá la novedad de que varios de mis lectores conocen mucho mejor que yo la zona por donde voy a estar. Lo que no es mucho decir, porque he estado muy poquitas veces por Cantabria y Asturias, que es adonde voy. Así que, mientras leen, podrán decir "pero qué tarugo es este tío" con mayor frecuencia de la habitual.

Pasadlo bien en mi ausencia y no olvidéis lavaros los dientes tras cada comida.

09 julio 2005

Mi fiesta de cumpleaños

Aunque mi cumpleaños fue el pasado lunes, lo celebré ayer con una fiesta. Creo que es la primera vez que junto a gente de la secta con otros del trabajo y peña del Núcleo. La cosa fue muy bien y, aunque la gente tenía tendencia a estar con quienes conocía (natural), también hubo cierta mezcla, cosa que me alegró.

Me traje un saco de regalos a casa. Publico aquí la lista para envidia de mis amables lectores:

- Colección de DVDs de la Pantera Rosa (primeros episodios)
- DVD "The Italian Job"
- Libro "Is Sex Necessary?", de James Thurber y E.B.White
- Libro "Informe Lugano", de Susan George
- Cómic "Laszivia", de Jan
- Cómic "300", de Frank Miller y Lynn Varley
- Cómic "Roberto España y Manolín - En defensa de la democracia", de Vidal y Gallardo
- Camiseta de Ramstein
- Camiseta de Tintín
- Figura articulada del Castigador ("The Punisher", vamos)
- Gayumbos de Superman
- Lote de discos (formato single) compuesto por:

Luis Aguilé - Con amor o sin amor
Canciones de la Guerra Civil española
Teresa Rabal - De oca a oca
Red de San Luis - Bailad
Encarnita Polo - Paco Paco Paco
Paquito Jerez - Es mi niña bonita / A la mujer española
Paquito Jerez - Una ola / Dos veces madre
Paquito Jerez - Esposa / Mi amor bajó del cielo
Revuelo - Sevillanas
Amanda Miguel - Así no te amará jamás
Las Grecas - Orgullo
Teresita "La Mojada" - La mojada
Teresiya, la niña gitana - Antón Pirulero
El Fary - Era demasiado
Raphael - Canta la Navidad
Lourdes - El poder del amor (éste, en CD)

Además de un par de tarjetitas que molan un montón, firmadas por la peña del cumple.

Ay, qué bien me lo pasé y qué guay todo. Supongo que, cuando me venga la factura del evento, será todo un poquito menos guay. Pero habrá valido la pena. El año que viene, más.

08 julio 2005

El año que viene a la misma hora

Hoy he estado en un bar de Lavapiés con una amiga. Al entrar, me ha preguntado qué quería y le he dicho que una caña. Entonces el camarero, que era muy majo, le ha preguntado: "¿Pero, a estas alturas, aún tienes que preguntarle qué quiere?" Bueno, es que sólo nos vemos una vez al año. Y tocaba hoy.

"El año que viene a la misma hora" es una película encantadora protagonizada por Alan Alda y Ann-Margret [ACTUALIZACIÓN: Como se explica en los comentarios, la protagonista femenina es Ellen Burstyn, no Ann-Margret]. Trata de un hombre y una mujer, casados ambos, que se conocen durante un congreso y tienen una aventura. A partir de entonces, todos los años vuelven a encontrarse en el mismo congreso y repiten el fin de semana juntos. La película abarca unos 30 años y vamos viendo cómo los dos protagonistas se hacen amigos y cómo transcurren sus vidas, aunque de ellos sólo conocemos el fin de semana que pasan juntos, ya que durante el resto del año no tienen ningún contacto.

Bueno, mi amiga y yo sí tenemos algún contacto durante el resto del año. Y, cuando nos juntamos, solemos limitarnos a tomar algo y charlar; la parte de follar la dejamos. De todos modos, tal vez si nos viéramos más a menudo la cosa perdería parte de su encanto.

La excusa para vernos esta vez era ir juntos al teatro. Hemos visto "Esperando a Godot" en un pequeño teatro alternativo (La Puerta Estrecha) con capacidad para no más de 40 espectadores. Para quienes se quejan de que el teatro es caro: los jueves las entradas no tienen precio fijo, pagas lo que quieres (ellos lo llaman "día de paga lo que puedas"). Aunque nosotros hemos pagado el precio normal de 12 euros.

El montaje parte ya de un hecho curioso: aunque los cinco personajes de la obra son hombres, están representados por cinco actrices. Y lo cierto es que lo hacen muy bien. Especialmente la que hace de Vladimir, aunque sus compañeras no desmerecen.

Ahora la parte chunga: "Esperando a Godot" es una obra bastante difícil. Dura más de hora y media durante la cual no pasa nada. Si estáis cansados o no tenéis un buen día, no vayáis. Pero, si estáis bien despejados y con ganas de pensar en lo que estáis viendo, tal vez os guste.

06 julio 2005

Los Juegos

Por lo que he leído y escuchado hoy, parece que la moda general consiste en alegrarse de que los Juegos Olímpicos de 2012 no se celebren en Madrid. Pues mearé de fuera del tiesto y diré que, aunque no esperaba que nos los concedieran, me habría alegrado mucho si hubiera sido así.

Mi experiencia como espectador en directo de estos grandes acontecimientos deportivos no es muy allá. En 1982 vi un partido del mundial de fútbol de España; al final del campeonato, este partido fue considerado el peor de todo el campeonato. Gran elección, la mía.

Y no vi nada de los Juegos de Barcelona, pese a que estuve veraneando cerca durante los últimos días de su celebración. Casualmente, mi padre y mi hermano habían decidido ir justo el día que yo llegué, conque me lo perdí.

Pero me habría gustado mucho tener la ocasión de verlos en mi ciudad. Que sí, que es incómodo por las obras (las tenemos igual), que hay especulación, que todo eso. Pero mira, a mí me habría gustado. En fin, los veré en la tele, ya que serán en Londres y su horario es parecido al nuestro. Los de 2008 en Pekín creo que serán más difíciles para mí, como fueron los de Sydney.

De todos modos, para 2012, vete a saber dónde estaré. Que faltan muchos años.