24 octubre 2007

¿Cuánto vale un disco?

Mucha gente hoy día se queja del alto precio de los discos y lo pone como motivo para bajarse música de internet. Pues bien, Radiohead os deja decidir el precio de su nuevo disco, In Rainbows. Sólo tenéis que ir a su web, escribir la cantidad que queráis pagar y bajároslo. No hay un mínimo, aunque ojo, que la cantidad no es en euros, sino en libras (para quien no esté al tanto de los cambios, una libra viene a ser euro y medio).

Por lo que sé, la media que está pagando la gente es de cinco libras. Pero insisto en que el precio es libre.

También se puede pedir ahora una especie de edición de lujo por 40 libras, que incluye la descarga, pero hasta diciembre no se distribuirá.

Ahora mismo estoy escuchando el disco y me está gustando mucho. Si os gustan Radiohead, vale la pena. Si no os gustan... bueno, tiene que haber de todo en el mundo. Lo que no podéis hacer es quejaros del precio.

Más cierres

Si hace poco comentaba en este blog el cierre del Hendrix, mi bar favorito del Zaragoza (y del mundo, en realidad), mi amigo Tranqui acaba de decirme que también ha cerrado el que fue nuestro bar cuando teníamos 17 ó 18 años.



No es que la foto sea vieja, es que está tomada del periódico.

Anda, que no habremos pasado tardes de viernes en el Plácido. Ahí nos estábamos, sentados un una mesa, bebiendo porrones de sangría, moscatel y otros bebedizos similares. Y cantando canciones, generalmente espirituales negros (en serio), hasta que subía Benny a echarnos. Benny era uno de los empleados del garito, a quien llamábamos así porque se parecía a Jackie Wright, el calvo de Benny Hill. Algunas veces incluso le dábamos cachetes en la calva, igual que le pasaba a Wright. Para quienes nunca hayáis disfrutado del, ejem, "sutil" humor de Benny, aquí lo podéis ver en acción.



En fin, con estas cosas nos entreteníamos. Muchas veces hemos hablado de volver a pasarnos una tarde por el Plácido, pero ya no podremos hacerlo. Claro que, aunque el sitio hubiera sido el mismo, nosotros no.

21 octubre 2007

Deporte

Esta entrada va a tratar sobre el deporte como espectador. Como practicante, espero volver al gimnasio la semana que viene, ahora que mis problemas físicos casi han desaparecido por completo.

No me refiero a esa cosa en la que uno gana al otro porque le dan un coche mejor o peor. Eso, para mí, es una feria de muestras, no un deporte.

Anoche estuve viendo la final de la Copa del Mundo de rugby en un pub irlandés. Jugaba Sudáfrica contra Inglaterra y había mucho guiri en el local. Tanto que pusieron el partido en inglés, pese a que también lo daba el Canal + en español. Pero bueno, los comentarios de la tele eran lo de menos.

El partido fue muy competido y luchado, aunque la esperada superioridad sudafricana se iba poniendo de manifiesto poco a poco en el marcador. Pero nada más empezar la segunda parte, con 9-3 para Sudáfrica, los ingleses consiguen un ensayo que ponía el 9-8 en el marcador y tal vez el 9-10, si conseguían la transformación. Gran ruptura del centro Tait y el balón acaba en las manos del ala Cueto, que clava el típico ensayo junto a la línea de banda.

Tan junto a la línea de banda que el árbitro pidió ver la repetición por televisión. Bueno, no verla él, sino que la viera el encargado de hacerlo y le dijera qué veía antes de tomar una decisión. No estaba claro si Cueto había llegado a pisar la línea de banda antes de posar el balón o no.

Los aficionados al fútbol ya os imaginaréis cómo funcionan estas cosas: avalancha de jugadores contra el árbitro, zarandeos varios...

Pues dejad de imaginar. Mientras el árbitro conversaba con su compañero, los jugadores de ambos equipos se mantenían alejados. Y, tras el anuncio de que el ensayo se anulaba (y os aseguro que aun viendo muchas repeticiones era muy difícil saber si el pie de Cueto llegaba a rozar la línea o no), cada jugador se fue a su lado sin abrir la boca. En fútbol los ingleses se habrían tirado contra el árbitro, habría habido varias tarjetas amarillas, tal vez algún expulsado y los comentaristas deportivos dirían que el árbitro se había cargado el partido.

Al final ganó Sudáfrica 15-6, la peña del pub comentando el partido en paz y armonía y todo buen rollo entre los morlacos que un rato antes se habían estado zurrando la badana en el campo. Como decía Raquel, después de ver esto se te quitan las ganas de volver a ver fútbol en la vida. Dejando aparte que, según decían Fantine y ella, es difícil estar más bueno que algunos de los jugadores, como el zaguero sudafricano Montgomery.

Luego nos fuimos con Fanti y Jambrina a cenar a su casa. Pena que la mosca tsé-tsé nos había atacado a Raquel y a mí (tal vez fueran las pintas que trasegamos durante el partido), así que acabó entrándonos sueño y nos fuimos más bien pronto a casa. Pero oye, mira que lo pasamos bien con el partido. Y eso que no fue nada del otro mundo en cuanto a juego, pero el rugby mola. Mucho.

15 octubre 2007

P'al Pilar sale lo mejor

Ayer volví de Zaragoza después de pasar unos días en el Pilar. Como es habitual en mis últimas visitas a la ciudad, tuvo su dosis de Operación Nostalgia. Incluida la nostalgia de lo que nunca existió.

El miércoles llegamos Raquel y yo, cada uno por nuestro lado, claro. Mi barrio estaba tomado al asalto por toda la peña que iba al primer concierto de los Héroes. Probablemente nunca había habido en la ciudad tanta expectación por un acontecimiento como la que había por los dos conciertos que los Héroes del Silencio iban a dar en la Romareda durante los Pilares. Y, desde luego, nunca ningún grupo había llenado la Romareda dos días seguidos. Que podrían haber sido más, porque las entradas se agotaron muchos meses antes. No me habría importado ir, pero vamos, tampoco he sido nunca fan del grupo, así que no me metí en el mogollón para conseguir entradas.

Al día siguiente vino Nu que, fiel a su costumbre de apuntarse a un bombardeo, también se apuntó al Pilar. Pero ese día la cosa fue tranquilita. Por la tarde quedamos con unos amigos de Raquel y por la noche salimos los tres a cenar y echar unas cervezas por el barrio. Qué vergüenza, el día de la víspera volviendo a casa a las doce. Definitivamente, estoy viejo.

Por supuesto, vi a un montón de gente. Amigos a los que, en muchos casos, no veía desde los anteriores Pilares o incluso antes. Esto incluía a los de mi cuadrilla de toda la vida. Antes hacíamos cenas casi todos los meses pero, desde que la mayoría de ellos se dedica a criar, las cenas han desaparecido. Por suerte, pudimos juntarnos la mayoría para cenar el mismo día del Pilar, en un japonés un tanto recóndito que, cosa rara en semejante día, estaba medio vacío. La nota curiosa la puso Yoko, una japonesa que vino a cenar con nosotros. Decía el Cocorito Negro que era como irse a Nagasaki a comerse una paella.

Luego, los de siempre se fueron pronto a dormir y los otros de siempre nos fuimos por ahí. No arrasamos la ciudad, pero al menos hicimos acto de presencia.

El sábado Raquel y yo invitamos a comer a nuestras respectivas familias, aprovechando que sus padres habían venido a Zaragoza a pasar el día. Nunca nos habíamos juntado los ocho; de hecho, sus padres y mi hermano se conocieron en ese momento. Comimos bastante bien y nos pegamos una buena charrada, como debe ser.

Por la noche estuve con los de mi antigua Banda. Ya llevo un par de años sin salir con ellos, pero seguimos siendo amigos, conque me apetecía verles. Quedamos cuando acabaron su actuación del día (mi sucesor se largó nada más acabar, conque no pude conocerlo) y luego nos fuimos a echar unas tapas y unos tragos por cuenta de la Banda. A las chicas les entró sueño y se querían ir a casa, pero conseguí empujarlas un poco y al final levantamos la noche. Nos juntamos con Coné, el ex-percusionista de la Banda (noche de ex, al parecer), que se había ido pronto para ver un concierto de unos colegas. Fue una cosa así:

- Oye, que me tengo que ir pronto, que tocan los del Comando Cucaracha a las once y media, y les he dicho que les presentaría antes de que empiecen. ¿Qué hora es?
- Las once y media.
- Pues me parece que no va a haber presentación.

Y no la hubo, pero sí concierto. Claro que nosotros llegamos cuando estaban recogiendo, pero aún así nos juntamos con nuestro colega y estuvimos el resto de la noche por ahí. Acabamos en el Dispierta Fierro que, como dice Coné, es la versión maña de una herriko taberna. Chunteros, ligalleros, dulzaineros y demás gentes de mal vivir se juntan en ese garito. Me sorprendió encontrarme a mi colega JJ, a esas horas le hacía currando en el Hendrix. Pero me contó que había chapado porque no le habían renovado el contrato de alquiler del local. Mi bar favorito, a tomar por saco. Lo echaré mucho de menos.

En el Dispierta, claro, estaban también casi todos los del Comando Cucaracha y nos pusieron una de sus canciones, "La edificante historia de Neñico", que está basada, precisamente, en la vida de nuestro Coné. Con quien, por cierto, es difícil dar dos pasos sin que se encuentre a algún conocido. En el Dispierta no hacía falta andar, le conoce hasta el gato.

Allí podíamos haber estado echando cervezas hasta ahora, pero nosotros tres nos largamos allá a las cinco. A la salida nos encontramos a la difunta de mi hermano, a la que no veía desde hacía casi tres años. Pena, porque es un encanto de chavala.

Y ya no hicimos mucho más. El domingo quedamos a la hora del vermú con otros amigos de Raquel y por la tarde sólo salimos de casa para irnos cada uno a la suya. Eso sí, una estancia en mi ciudad me ha curado todos los males y ya casi no me acuerdo de la maldita ciática.

08 octubre 2007

Mi nueva chica

Este año andaba un poco preocupado. Aún no me había gastado la pasta en nada para estrenar en el concierto de los Pelafustanes. Afortunadamente, Hongos Young se compró hace poco una Gibson SG (de algún sito tenía que venirle el nick) y había decidido deshacerse de su Stratocaster. Pues trae para acá.

Aquí os dejo una fotito para que la veáis.

Aún no le he puesto nombre

Este año llevaré dos guitarras eléctricas; cuando rompa la primera cuerda, podré cambiar a otra de mis guitarras, en lugar de pillar una del Capi, como es tradicional. Claro que nada impide que rompa otra más y acabe con la Ibanez de turno...

04 octubre 2007

Ciática

Antes de empezar a escribir: Fantine, así te ahogues cuando te entre la risa leyendo esto.

El viernes estaba yo tan feliz, yendo a Pamplona con Nu en mi coche. Cuando llegamos me dolían un poco las articulaciones al bajar del coche, pero vaya, eran unas horitas sin moverme y, además, llevaba toda la semana con algunas molestias. No dije nada para que Raquel y ella no se rieran mucho de mí, pero durante el resto del día seguía costándome un poco levantarme de la silla.

El sábado no dormí muy bien, cada vez que me movía en la cama me despertaba y me dolía si intentaba dar la vuelta. Pero al levantarme por la mañana fue peor. Mejor dicho, al intentar levantarme. Imposible por completo. No podía ni moverme. A base de mucho esfuerzo y dolor, de agarrarme a todo lo agarrable, conseguí ir de la cama al cuarto de baño para hacer un pis, que me estaba meando, en algo así como un cuarto de hora. No me tenía ni sentado.

Así que por la tarde Raquel y yo nos fuimos a Urgencias. Naturalmente, no llevaba encima la tarjeta de la Seguridad Social, ni me sabía mi número, así que tuve que llamar a Cassandra para que fuera a mi casa a mirarlo. Desde la otra punta de Madrid. Muchas gracias, bonita.

En fin, resumiré. Cinco horas y media (un poco más) en Urgencias. Mientras esperaba, sentado en una silla de ruedas bien apoyado en los brazos de la silla, porque no aguantaba mi propio peso. Luego, afortunadamente, en una camilla. Por cierto, ya no puedo decir que nunca me han puesto un gotero, aunque ignoro para qué lo hicieron. Tal vez porque temían que pudiera ser un cólico nefrítico, ya que esa era la zona donde me dolía. Pero no, después de unas cuantas pruebas llegaron a la conclusión de que era ciática. Que la tengo desde hace tiempo, aunque nunca me había dado un ataque tan fuerte y por eso no lo sabía. Y que seguirá dándome mal de vez en cuando; unas veces más fuerte, otras menos. Qué bien, una amiga para toda la vida.

Al menos he tenido suerte de que me haya pasado en Pamplona, porque así he podido estar en casa de Raquel. Que me ha tenido muy bien cuidadito, aunque la pobre tenía que ir a trabajar todos los días, pero me dejaba el desayuno junto a la cama cuando se iba y la comida en el frigo para que me la calentara a mediodía, además, de mis medicinas preparaditas. Aunque no leas esto, chati, eres lo mejor del mundo.

Poco a poco he ido mejorando y hoy ya estoy casi bien del todo, así que esta mañanita he cogido el coche y me he vuelto a Madrid. Ahora estoy un poquito molesto por todas las horas que he pasado metido en el coche, pero bastante bien. Esta tarde me toca ir a mi médico de cabecera a que me dé la baja y, con un poco de suerte, también el alta. Que ya tengo ganas de servir para algo. Y en casa se está muy bien, pero no cuando estás enfermo.

Por si tenía alguna duda, es obvio que he caducado.