22 enero 2005

Daño físico

Hoy en el metro he visto a un par de músicos que tocaban en el vagón en que iba yo. Uno de ellos tocaba un dulcimer que llevaba colgado del cuello, lo que le hacía agachar mucho la cabeza y tocar encorvado, porque el artilugio tenía pinta de pesar lo suyo. Cuando hemos llegado a la siguiente estación y se han bajado, he comprobado mantenía la joroba incluso cuando no llevaba el instrumento colgado. Naturalmente, no puedo saberlo con seguridad, pero me ha parecido que la cantidad de horas que se ha podido pegar con el dulcimer colgado del cuello le ha podido provocar daños permanentes en la columna.

A lo largo de la historia ha habido muchos casos de personas a las que una actividad de este tipo les ha provocado lesiones irreversibles. Es famoso el caso del compositor Robert Schumann. En su juventud, Schumann quería convertirse en virtuoso del piano, así que ideó un sistema de contrapesos que le sujetaban los dedos mientras tocaba para mejorar su técnica. Lo único que consiguió fue una lesión en la mano derecha de la que nunca pudo curarse y que le impidió volver a tocar el piano.

Los aficionados al atletismo tal vez recordéis a Yuri Sedykh, quizás el mejor lanzador de martillo de todos los tiempos. La fuerza que tenía que hacer con los dedos para sujetar el martillo en los lanzamientos y sus entrenamientos hicieron que se le atrofiaran las articulaciones de los nudillos, por lo que no podía abrir la mano.

Los que me conocéis sabéis que yo soy muy entusiasta con la guitarra, pero eso de causarte lesiones irreparables ya no, mira. Cuando te empiezan a doler las articulaciones quiere decir que tienes que parar. A diferencia de los videojuegos, en la vida real sólo tenemos un cuerpo para toda la vida. Los ciberimplantes aún no funcionan bien del todo.

21 enero 2005

La peor pesadilla

Hoy a media mañana he salido un momento de la oficina, como suelo hacer, para tomar un cafecito. Al volver he ido a hacer un pis; he ido al meódromo, me he bajado la bragueta, he ido a sacármela y... ¡no estaba! ¡Que no me la encontraba, oye! Y yo estaba seguro de que esta mañana, cuando me he levantado, estaba allí.

Horror de los horrores.

Al final se ha resuelto el misterio. Esta mañana, cuando me he vestido, estaba aún más dormido de lo habitual y me he puesto los calzoncillos del revés. Menos mal que no iba muy apurado porque, si no, me meo patas abajo.

18 enero 2005

Anti-Murphy

Releyendo mi entrada anterior me he acordado de algo que nos sucedió a dile y a mí el jueves. El chico necesitaba hacer una operación bancaria, para lo que tenía que ir a dos entidades concretas. Casualmente, era jueves, conque las dos abrían por la tarde. Y estábamos en mi casa, así que yo sabía que las dos tenían sucursales a escasos metros, una al lado de la otra. Conque el chico pudo ir y hacer lo que necesitaba.

Muchas veces, cuando las cosas salen mal, nos acordamos de Murphy. Yo el primero, lo reconozco. Pero también casualidades positivas que tienen muy pocas posibilidades de ocurrir. Es lo que en inglés se llama "serendipity", no conozco un término equivalente en castellano.

Otra que me ocurrió hace ya bastantes años. Iba con mi viejo ocho y medio por la carretera, tan feliz, cuando noté que empezaba a fallar. El acelerador no respondía. Y en Aragón los pueblos están bastante separados uno de otro; pero, casualmente, estaba llegando a uno.

El coche no tiraba en absoluto, así que me arrimé a la acera y allí se detuvo. Pensé en preguntar dónde había un taller mecánico, pero no hizo falta: había parado justo a la entrada de uno. Que estaba abierto, además, pese a ser fin de semana. Pregunté al mecánico si podía echarle un ojo a mi coche y lo hizo. Simplemente, se había soltado un manguito de la goma de la gasolina. Lo volvió a poner y no me cobró nada por el arreglo. Seguí camino y ningún problema más.

Imaginad que se hubiera parado a quince kilómetros del pueblo más cercano, en una época en la que no existían los móviles. Por no hablar de lo que me habría costado la grúa. O que hubiera ocurrido a una hora en que los talleres estuvieran cerrados. Debe de haber algún anti-Murphy por ahí que, mientras no miramos, equilibra las maldades que hace su hermanito.

13 enero 2005

Todo para el pueblo...

Esta tarde estaba con dilettante en una caja de ahorros, esperando a que el chico hicera una operación. Y, en semejante sitio, vaya usted a saber por qué, me he acordado de algo que ocurrió hace muchos años.

A mi hermano le había dado por el tenis de mesa. En aquella época mi padre viajaba mucho por causa de su trabajo y casi siempre nos traía algún regalo a la vuelta. Conque esa vez decidió traerle a mi hermano una pala de ping-pong.

Llega el hombre todo ilusionado con su regalo, lo saca... y menudo berrinche. Que vaya mierda, que eso no vale para nada, que yo quería una buena...

Yo no sabía por quién sentir más lástima: por mi hermano, que ahora ya no podría comprarse una pala buena (no ibamos muy sobrados de dinero en casa); o por mi padre, que había visto como toda su buena voluntad se iba al traste.

Y es que aquí se juntaban dos cosas: el capricho de mi hermano (al que la afición al tenis de mesa no le duró más de un par de meses, como es habitual en él) y la maldita costumbre de mi padre de hacer las cosas por los demás sin preguntarles. A lo largo de mi vida he visto esta situación repetida muchas veces. El hombre hace algo por alguien con su mejor intención y le sale mal porque no se le ha ocurrido preguntar a ese alguien. Si vas a un restaurante con él, pedirá por ti lo que él crea que te va a gustar más, en lugar de dejarte elegir.

Al menos esa manía me ha servido para algo: yo nunca lo hago. Vamos a ver: si sé que te gusta el café con leche con dos cucharadas de azúcar y alguien me pregunta cuántas cucharadas vas a querer, le diré que dos. Pero no voy a ir mucho más allá. Prefiero quedarme corto a pasarme.

Y, si alguna vez lo hago, perdón. Es difícil evitar hacer lo que has visto toda tu vida.

09 enero 2005

Educación infantil

Después de ver "Matar un ruiseñor" el otro día en casa de Rapunzell, como ella explica en su blog, he pensado que el de Atticus Finch no es el único modelo paterno que existe.

El otro día, a la hora de comer, un compañero de trabajo dijo lo siguiente: "Pues yo a mis hijos les he dicho que sí, que lo del tsunami es una putada, pero que será bueno para España porque aumentarán los ingresos por turismo."

Qué bonita frase, ¿verdad?

02 enero 2005

Y más Nochevieja

Ésta es la entrada que tenía pensado escribir hoy, aunque he visto las preguntitas que había propuesto Siringa y he decidido contestarlas. Por eso hay otra entrada más.

Inicialmente, la fiesta de fin de año de los Athechuzos iba a ser en casa de Tindriel, pero al final el plan se deshizo y hubo que buscar una alternativa. Así que propuse mi casa. El principal motivo era que a Raquel no le gusta quedarse a dormir en casa ajena y tampoco tener que depender de que alguien nos traiga de vuelta, así que ir a una fiesta fuera de Madrid era un problema (por eso no podíamos ir a la tuya, Hari). Si la fiesta era aquí, ella iba a estar encantada, claro. Además, mi salón es grande y cabe mucha gente.

Antes de la fiesta también tuvimos algunos invitados para cenar. Vinieron Jofán, Cassandra, mi amigo el Mono y su mujer, Cris. El Mono y yo, como cuento en mi entrada anterior, nos conocemos de toda la vida. Es de mi cuadrilla de siempre de Zaragoza, pero ahora viven en Madrid. Así que Raquel y yo estuvimos entretenidos toda la tarde preparando la cena. Naturalmente, hicimos comida suficiente para otros tantos si hubieran venido, pero pensando en preparar cosas que se conservaran bien para otros días. Creo que las sobras me van a durar una semana.

Cuando Cris y yo nos juntamos, nos entran unas ganas irrefrenables de putear al pobre Mono. Hemos descubierto que se nos da muy bien tirarle pullas a dos bandas. Conque nos entretuvimos en eso. Pena que Jofán y Cassandra no se encontraban muy bien (por culpa de lo que habían comido a mediodía, yo no les envenené, conste), pero aún así aguantaron un rato, aunque se fueron los primeros de la fiesta. Espero que ya estéis bien, chicos.

Después de las uvas (Raquel no pudo comerse ni media docena porque estaba doblada de risa con las chorradas que iba diciendo el Mono) y el preceptivo "¡Por el culo te la hinco!" apartamos la mesa y despejamos el salón para que fueran llegando los invitados a la fiesta. Cosa que empezó a ocurrir bastante pronto; antes de la una ya había unos cuantos. Y siguieron llegando hasta que fuimos unos veinte. La fiesta fue de maravilla, nos lo pasamos en grande, perdí la noción del tiempo... He descubierto que esto último es un claro síntoma de que me lo estoy pasando bien. Espero que nadie tenga queja de sus anfitriones, porque nos turnamos para tener a todo el mundo atendido: cuando yo me fui a dormir, se levantó Raquel. Creo que eso debería haberme hecho pensar que era tardecillo. Claro que teníamos pensado ver hoy la versión extendida de "El retorno del rey" juntos, pero la chica se ha cansado de esperar a que me levantara y la ha visto por su cuenta. Es que me he levantado a las ocho de la tarde; hace un rato, vamos.

Ah, se me olvidaba que traumaticé a mis invitados haciéndoles ver un vídeo que tengo con unos guiñoles de Supermaño. Si no eres aragonés es un poco difícil entenderlos, claro, pero Mono y Cris, que sí lo son, me han dicho que esta noche han soñado con él.

Tomber cumplió con su tradición de llevarse un DVD cada vez que viene por mi casa. Y Rapun se ha llevado un disco de Yes. Debo apuntar entre mis buenas obras del año que he conseguido una conversa para la causa y estoy en trance de conseguir otro (el Capi). A cambio Ear se ha dejado unas cuantas cosas en casa (te las devolveré cuando nos veamos) y ha quedado alcohol como para montar tres chuzos.

En fin, tal vez haya sido mi mejor entrada de año de siempre. Mono y Cris me han encargado que os diga a quienes estuvisteis que se lo pasaron bomba y que todos sois la leche. Esto último ya lo sabía yo, claro, pero me encanta comprobarlo de vez en cuando.

Creo que lo mejor que me ha pasado en 2004 ha sido conocer a muchos de quienes anoche estuvisteis en mi casa. Seguid siendo los mejores durante 2005.

Nochevieja

Las cinco de esta semana, tratan sobre la Nochevieja, cortesía de Siringa:

1) ¿Cómo pasas la Nochevieja? ¿La celebras en familia u organizas cenas en casa con los amigos?

Casi nunca la paso con mi familia. Lo habitual en los últimos años ha sido cenar con la familia de Raquel, pero este año hemos estado en Madrid con amigos.

2) ¿Eres de los que se come todas las uvas, o a la tercera campanada estás muerto de la risa y no puedes terminar?

Uno de los amigos con los que hemos cenado ha sido el Mono, al que conozco desde que teníamos seis años (él aún tenía cinco, en realidad). El cabrón de él, mientras los demás nos comíamos las uvas, se ha dedicado a decir chorradas para hacernos reír. He intentado mantener la compostura, pero en la undécima ya no he podido más, aunque he podido acabarlas dignamente.

3) ¿Cumples con alguno de los rituales de Nochevieja, como encender velas, ropa interior roja, pedir deseos y cosas así?

Nunca.

4) ¿Te haces propósitos de Año Nuevo, o ya ni lo intentas porque sabes que no lo conseguirás?

Tampoco los hago. La Nochevieja del año pasado dejé de fumar definitivamente (tampoco es que fumara mucho), pero fue porque se me ocurrió de repente.

5) ¿En qué lugar soñado te gustaría pasar la Nochevieja?

No se me ocurre un sitio mejor que el de este año: en una fiesta con un montón de amigos.