31 julio 2007

20/07 Trujillo

(Aquí da comienzo la plasto-serie de este año)

El viaje no empieza muy bien. Raquel se empeña en despertarme y hacerme levantar a las nueve de la mañana. Según ella, habíamos quedado así el día anterior. La verdad, la culpa es mía. Para cualquier persona razonable debería haber quedado claro que me refería a las nueve de la noche, pero Raquel no es razonable. Por tanto, debería haber especificado.

Mis justas quejas caen en saco roto. Poco después estoy levantado y un rato más tarde estamos en la carretera. Sólo hemos tenido un pequeño retraso, muy comprensible, por el tiempo que he necesitado para encontrar el coche. Joder, no soy un ordenador; bastante hago con recordar en qué barrio lo he dejado.

Sólo hacemos una breve parada en el camino antes de llegar a Trujillo, nuestra primera escala. Encontramos el hotel sin dificultad, dejamos los trastos y bajamos a la Plaza Mayor, que nos serviría de referencia para todos nuestros recorridos por la población.

La Plaza Mayor de Trujillo es bastante grande y más abierta de lo que suele parecer en las fotos. Generalmente sale la enorme estatua de Francisco Pizarro con la gran iglesia de San Martin al fondo, pero los demás edificios son más pequeños.

Después de dar algunas vueltas buscamos un lugar donde comer. A Raquel le habían recomendado un sitio en la misma plaza llamado la Pepi, o la Juani, o algo así. Ignoro qué extraña asociación de ideas le hizo llegar a la conclusión de que se trataba del Mesón La Troya. En todo caso, la conclusión resultó ser correcta.

El menú era aquí un poco más caro que en otros sitios: 15€ en lugar de los 9 ó 10€ habituales, aunque había más variedad y tenía buena pinta. Nos sentamos, pedimos y al rato volvió el camarero con unas cosillas "para que picáramos". Eran una ensalada bastante grande, una tortilla de patata de buen tamaño y un plato de chorizo ibérico, por cuenta de la casa. Raquel me miró con cara de "yo con esto ya he comido". Anda, que no quedaba. Con las judías verdes que le sacaron de primero, podrían haber comido cuatro. En fin, la comida no era extraordinariamente buena pero, desde luego, no nos iban a dejar con hambre.

Una vez atiborramos, nos fuimos un rato a descansar al hotel. La pobre Raquel no acababa de sacudirse un catarro bastante fuerte, así que se quedó dormida. Y yo me dediqué a la placentera actividad de dormir la siesta con el Tour en la tele. Apenas dormí, pero ya me entendéis, ¿no?

Por la tarde estuvimos recorriendo la ciudad. El casco antiguo de Trujillo es bastante grande y está bien cuidado. Calles empedradas, letreros de forja y demás. La cosa es fácil: cuando llegas a una calle asfaltada, significa que ahí empieza la parte moderna. Pero todo lo demás vale la pena. Además, hay varios monumentos que se pueden visitar pagando una pequeña entrada (euro y pico, por lo general). Ese dinero se usa para el mantenimiento del lugar en cuestión. Nosotros entramos en la antes mencionada iglesia de San Martín (no está mal), la de Santa María la Mayor (mucho mejor, y con excelentes vistas desde lo alto del campanario) y la alcazaba, el castillo árabe. Aunque Trujillo suele asociarse a la época de la conquista de América, también tiene un importante pasado musulmán.

Acabamos el día cenando unas raciones en una terraza de la Plaza Mayor. Bien, barato y con buen servicio. Normalmente, el servicio en las localidades dedicadas al turismo interior es mucho mejor que el de la playa. Nada que ver con esos establecimientos ganaderos del "todo incluido".

Y llegamos machacados al hotel, a desplomarnos y dormir de un tirón hasta el día siguiente. Esta iba a ser una constante del viaje.

29 julio 2007

Ya llega, ya llega...

Así es, señoras y señores. Fiel a su cita anual llega la plasto-serie. Raquel y yo acabamos de volver de nuestro viaje por Extremadura y Portugal. Una vez me ponga al día con el correo y se me pase la resaca de ayer (estuve de boda y la cosa se prolongó hasta las mil), empezaré a publicarla en este su blog preferido de entre los que está leyendo en este preciso instante.

17 julio 2007

Las ocho

Recojo el testigo que me pasa Cassandra. La cosa consiste en escribir ocho cosas sobre mí que la mayoría de la gente no sepa y luego pasar el testigo a otras ocho personas.

Respecto a lo primero, entenderé que son cosas que no conozca la mayoría de la gente que creo lee este blog. Respecto a lo segundo, si en las pirámides tradicionales se necesita añadir a sólo dos personas y acaban petando, poner a ocho es casi imposible. A ocho que no estén ya en el asunto, claro. Pero bueno, lo intentaré.

1.- Aunque conservo varios amigos de mis años de colegio, a los que conozco desde que tenía seis añitos, apenas tengo ninguno de la Universidad. Al menos, no de los que estudiaron toda la carrera conmigo. Tan sólo una, a la que veo un par de veces al año (y una de ellas será dentro de un rato, curiosamente). No tengo nada contra ellos, y me gusta verles en nuestra cena anual cuando voy, pero no pasan de conocidos.

2.- Tengo una habilidad innata con los idiomas. Esto significa que, si paso una temporada en otro país, al cabo de pocos días empiezo a entender casi todos los carteles de las calles, los menús de los restaurantes, titulares de periódicos y demás.

3.- A lo largo de mi vida he conocido a bastante gente más o menos famosa. Y me ha gustado ver que, en general, fuera de su trabajo son personas como los demás. Por eso no me gusta NADA el famoseo. Si veo a alguien famoso por la calle, no le hago ni caso. Y si me cuentas que un día viste a alguien famoso, ignoraré tu conversación hasta que cambies de tema, a menos que venga a cuento.

4.- Pese a que ahora trabajo como informático, prácticamente no había tocado un ordenador hasta que estudié mi primera asignatura sobre informática en la Universidad, con 19 años. Me gustó tanto que con 20 me compré mi primer ordenador y creo que no tuve mi primer juego hasta los 22 ó 23. Hasta entonces lo usaba exclusivamente para programar, actividad que me podía llevar horas sin cuento.

5.- Soy una de las personas más ineptas para ligar que os podáis imaginar. Por un lado, cuando me gustaba una chica, no sabía como entrarle en absoluto; alguna ha acabado pensando que la odiaba, o que era gay. Por otro lado, ir a un garito a ligar me aburre mortalmente; tanto que soy incapaz de poner el menor interés, por lo que mis probabilidades de pillar se reducen a cero. Muchos como yo y la Humanidad se extingue en cuatro días.

6.- Aunque me encanta la música y me gusta tocar cualquier instrumento que caiga en mis manos, mis habilidades naturales para ello son muy escasas. Tengo mala voz, mal oído y escasa habilidad manual. Todo lo que ahora sé sobre música lo he conseguido a base de cabezonería y dedicar diez veces más tiempo que una persona normal.

7.- En cambio, aprendí a escribir a máquina en dos semanas, yo solo. Y se me da bastante bien.

8.- Tengo una cierta hipermetropía y durante unos meses usé gafas para leer, cuando tenía unos diez años. Pero no las he vuelto a usar. Mi principal defecto visual, en realidad, consiste en que tengo el ojo izquierdo vago. Pero lo compenso porque con el derecho veo mucho mejor que la mayoría de las personas. A veces la gente piensa que hago trampa cuando leo carteles que están en el quinto pino, pero es verdad que los veo. Pese a ser algo natural y sin ningún mérito personal, es de las pocas cosas de las que a veces no puedo evitar presumir un poco y hacer alguna fantasmada.

Y ahora, ocho personas a las que paso el testigo. Si alguna ya lo tenía, pues bueno, qué le vamos a hacer, pero intentaré no repetir y poner sólo gente que tenga blog:

1. Siringa
2. Hari Seldon
3. Fantine
4. Athair
5. mkxis
6. Nilrem
7. Yaizal
8. Hongos Young

16 julio 2007

No soy perfecto

Ayer pasé la tarde con mi amiga Persélope, hablando de cosas variadas. Sobre todo, de nuestras respectivas penas y las cosas que nos preocupan a cada uno. En un momento dado, la chica me dijo algo como: jo, yo pensaba que a ti no te pasaban estas cosas, que tu vida era perfecta.

Pues no, ni mi vida ni yo somos perfectos. A mí me pasan las mismas cosas que a los demás. Yo también estoy hecho un lío a veces. También tengo momentos buenos y momentos malos. También me pongo triste.

Pero lo que me dijo Perse no era una novedad para mí. Muchas veces tengo la sensación de que algunas personas que me rodean piensan que todo es de color de rosa para mí. Que molo cuando todo va bien pero, si no, puf, yo no lo entendería. Tal vez sea porque me gusta ver el lado bueno de todo. A lo mejor, si me crucificaran, me pondría a cantar la canción de Monty Python. Pero una cosa es que me guste que mi vida sea lo más bonita posible y otra que lo sea.

Aunque no me quejo. O sólo a veces, como ahora...

07 julio 2007

Camareros de Madrid

Tal vez hayáis oído hablar alguna vez del llamado "Síndrome de París". No tiene nada que ver con el "Síndrome de Stendhal" que, según se cuenta, sufrió este escritor al visitar Florencia, abrumado por la belleza de todo lo que le rodeaba.

El "Síndrome de París" aqueja a algunos turistas japoneses que visitan la capital francesa, a causa del pésimo trato que les dispensan los camareros. Para la mentalidad nipona es inconcebible que una persona trate tan mal a aquel a quien sirve. Y los camareros parisinos, o al menos un gran número de ellos, son unos bordes. No sólo con los japoneses, lo son con todo el mundo.

Yo, en cambio, tengo la fortuna de vivir en una ciudad en que ocurre todo lo contrario. Me refiero a los camareros que llevan toda la vida trabajando en esto. El camarero típico de Madrid es un señor (o señora) que siempre está de buen humor, trata al cliente con respeto y está atento a lo que quiere. No sólo a la comanda, también al humor. Si tienes el día cruzado, te atenderá y te dejará en paz. Si estás dicharachero, te atenderá con el mismo esmero y, además, pegará la hebra contigo.

Al lado de mi casa hay un bar así, al que voy muchas veces. Hace un par de semanas abrieron otro bar del estilo, conque Raquel y yo fuimos a estrenarlo. Nada más entrar, el camarero se giró hacia ella y le dijo: "Muy buenas tardes, señorita, ¿qué le apetece tomar?" Luego te sirven con una sonrisa y, al marcharte, te preguntan si todo ha estado a tu gusto. Pues sí, el típico camarero madrileño. La persona que te arregla el día.

01 julio 2007

Otro cumpleaños

Pues sí, ayer volví a celebrar mi cumpleaños. Es lo que tienen estas cosas anuales. Y la cosa fue muy bien, pese a algunos intentos de sabotaje por parte del propio organizador de la fiesta (nota mental: chaval, cuando no te intentas hacer el graciosete estás más mono).

Como también es tradicional, os incluyo mi lista de regalos. Que es bastante larga y variada:

Un par de zapatos
Un par de zapatillas
DVDs:
- American Strays
- Tornado Run
- Allo, Allo! (temporadas 1-4)
VHS (sí, VHS):
- Tropis: criaturas salvajes
Libros:
- El libro de los conejitos suicidas, de Andy Riley
- El Hotel New Hampshire, de John Irving
- El fabuloso mundo de las leyendas urbanas, de Jan Harold Brunvand
- 1980s, de Nick Yapp
Libros de partituras:
- Guitar Play-Along: Lynyrd Skynyrd
- Yes: Union
Juegos:
- Bang!
- Dodge City (suplemento de Bang!)
Hucha cerdito (más bien cerdote) plateada
Rompecabezas (Brain String)
Elegante abrebotellas con un torero

[ACTUALIZACIÓN: Algunos regalitos que me han hecho después de escribir esta entrada.

Cómic:
- La leyenda de Robin de los Bosques, de Manu Larcenet
CD:
- The Stuff that Dreams are Made of (the Dead Sea Scrolls of Record Collecting!)
Mono calculador
Robot doméstico
]

Además de esto, me auto-regalé una tele modelo "ande o no ande". Es decir, la más grande de la tienda. La vieja falleció recientemente y aproveché una oferta muy buena que encontré con Raquel y Nu. Es que estuvimos los tres toda la mañana de compras. Ahora incluso tengo una camiseta que le gusta a mi chica.

Qué ganas tengo de que me traigan la tele y poder ver "Tornado Run" en ella.

A todos los que estuvisteis, gracias por venir, espero que lo pasarais tan bien como yo. A los que no, otra vez será.