28 septiembre 2005

Ahora, en castellano

Por cortesía de CurritoDaMerda, que me ha mandado una traducción que ha hecho (y yo he revisado), aquí tenéis el texto de Dave Gray a que hacía referencia en mi anterior entrada, en castellano.

Si habéis leído los comentarios de esa entrada, veréis que me he entretenido en pedir permiso a Dave para hacerlo. Esto me da pie para otra entrada sobre el copyright, muy pronto en sus pantallas.

Communication Nation

26 de agosto de 2005

La paradoja del técnico ascendido

¿Te suena familiar alguna de estas cosas?

1) Haces tareas que deberían hacer tus subordinados porque "es más fácil hacerlo yo mismo que encargárselo a otro".

2) Trabajas muchas horas, entrando temprano y quedándote hasta tarde.

3) Tu equipo está desmoralizado, o parece estresado casi todo el tiempo, o las dos cosas.

Puede que estés sufriendo la paradoja del técnico ascendido. Que así es como funciona:

Si eres un técnico, seguramente te ascendieron por ser muy productivo. Y casi seguro que eres productivo por estas razones:
- gestionas tu tiempo de forma eficaz
- necesitas muy poca supervisión
- eres fiable
- te sientes orgulloso del trabajo bien hecho

Aquí está la paradoja. Cumples los anteriores requisitos porque eres un perfeccionista autosuficiente: tu filosofía podría resumirse como "hazlo bien a
la primera" y "si quieres que se haga bien, hazlo tú mismo".

Al ascender a responsabilidades de gestión, las mismas cualidades que te hacían ser un buen técnico ahora son amenazas mortales para tu éxito como gestor. Tu independencia y autosuficiencia, que eran ventajas, son ahora impedimentos.

Como gestor necesitas cambiar tu objetivo de ser productivo a lograr que otra gente sea productiva, lo cual requiere una serie de habilidades completamente distintas. Fuiste promocionado por tus aptitudes, y ahora necesitas dejar de usarlas y comenzar a transferirlas a otros.

Y esa es la paradoja: para tener éxito en tu nuevo puesto, debes dar la vuelta a tu forma de ver las cosas. Necesitas dejar de hacer y comenzar a gestionar, lo cual es contraintuitivo y necesita un acto de fe. Sí, eso es: un acto de fe.

¿Suena a religión? Desde luego. Suena a religión porque es religión. Y éstos son los diez mandamientos de la comunicación para gestores:

1- Deja tus expectativas tan claras como el agua. No permitas margen de interpretación. ¿QUIÉN hará QUÉ, y para CUÁNDO?

2 - Escucha activamente. ¿Qué está diciendo la otra persona? ¿Qué está diciendo su tono de voz? ¿Qué dice su expresión corporal? Presta atención.

3- Sé observador y proactivo. Fíjate en lo que sucede a tu alrededor. GP (Gestiona paseando). Aprende a prever problemas y reconducirlos antes de que lleguen a ser problemas.

4- Domina el arte de preguntar. Las buenas preguntas te ayudarán a diagnosticar las causas finales y a comprender la dinámica subyacente, de forma que puedas solucionar el problema en vez de poner un parche a un síntoma.

5- Educa. Cada error es una oportunidad de aprendizaje. De hecho, casi toda tu interacción con tu equipo es una oportunidad de aprendizaje.

6- Delega. Cualquier cosa hecha por ti mismo es una oportunidad perdida de que alguien de tu equipo aprenda algo. Permanece cerca para ayudar si hiciera falta, pero sólo si te lo piden.

7- Entrena. Invierte tiempo de calidad en tus buenos técnicos, haciendo que
mejoren. Es fácil olvidar esto y perder un montón de tiempo con los malos.

8- No eludas las conversaciones delicadas. Tu trabajo como gestor es iniciarlas cuando sea necesario. Y nunca las mantengas por correo electrónico; tenlas cara a cara, si es posible, o por teléfono si es necesario.

9- Aprende a ser duro. Si pones metas, es necesario que haya consecuencias cuando no se cumplan. Asúmelo: si eres el responsable tendrás tarde o temprano que despedir a alguien. Es un verdadero reto comunicativo y la parte más dura de ser jefe. Cuando llegue el momento, simplemente hazlo.

10- Desarrolla tus canteras. Necesitarás un grupo de gente en la reserva, listo para entrar en acción cuando lo necesites. La comunicación constante y proactiva es vital. Mantenlos dispuestos.

25 septiembre 2005

La paradoja del programador ascendido

Jamás pensé que iba a publicar en mi blog un enlace a algo escrito por un ejecutivo, pero hoy lo haré. Y no, no es nada escrito en plan de coña, nada de eso.

Está en inglés (aviso) y se titula "The craftsman-to-manager paradox". Admito que me siento bastante identificado con el caso que presenta.

Vuelven los Pelafustanes

Este año el fin de semana de los Pelafustanes ha venido con adelanto. La cosa consiste en pasar un fin de semana (a poder ser, un puente) todos juntos ensayando y conviviendo, en general. Esto sirve, naturalmente, para montar las canciones, pero también para hacer grupo.

La cosa funciona especialmente bien cuando podemos disponer de una casa para nosotros solos donde quedarnos a dormir y todo. Así, nos levantamos, desayunamos juntos, ensayamos, volvemos a comer juntos, ensayamos más, cenamos juntos de nuevo, hacemos un poco el mandria y a dormir (juntos también pero, salvo excepciones, no tan revueltos como algunos querríamos).

Normalmente aprovechamos el puente de Todos los Santos, pero esta vez ha sido antes. Lo bueno es que adelantamos en los ensayos; lo malo, que aún no estamos preparados porque no nos sabemos bien nuestra parte en cada canción.

Además, ha habido varias circunstancias adversas. Por diversos motivos, no hemos estado todos ni tampoco todo el tiempo. Pero creo que la cosa sí ha servido para ver que la nueva versión de los Pelafustanes puede funcionar tan bien o mejor que las anteriores. Porque este año tenemos muchos cambios frente al anterior: nada menos que siete bajas en el grupo. Problema que hemos enfrentado al estilo rockero: con dos cojones y p'alante. Tanto por parte de los viejos como de los nuevos miembros del grupo.

En fin, que ha sido una pena no haber podido pasar todo el fin de semana con el grupo. Pero, como dice el Capi, este año hemos recuperado la química del grupo, lo que es importantísimo. No sé si quienes que nunca hayáis estado en un grupo (de música, de teatro, de lo que sea) entenderéis hasta qué punto lo es.

15 septiembre 2005

La familia

No llevo muy buena semana porque el lunes se murió una tía mía a la que quería mucho. Tenía leucemia, pero todos esperábamos que se curase, incluídos los médicos (que suelen ser bastante cautos para estas cosas). Sin embargo, su hígado no ha podido aguantar la quimioterapia y eso ha sido lo que la ha matado.

Las dos últimas personas que han muerto en mi familia han tenido varias cosas en común: ambos han muerto por una enfermedad larga, pero que esperaban superar; ambos eran hijos únicos y ninguno de los dos era huérfano.

Yo no tengo hijos, conque se me hace difícil imaginar la sensación de un padre cuando muere su hijo. Alguien dijo en cierta ocasión que nadie debería enterrar a un hijo; si es hijo único supongo que la desolación tiene que ser casi imposible de superar.

Mi tía tenía 64 años. En esa época no era habitual ser hijo único; ocurre que ella fue casi póstuma, pues su padre murió en un accidente pocos días después de nacer ella. Así que su madre se encontró con 24 años, viuda y con una niña recién nacida. Pero salió adelante. Ahora con 88 años se encuentra con que la única familia que le queda es su nieta (que vive en el piso de debajo de ella, al menos). Y su yerno (mi tío), con el que siempre se ha llevado muy bien. Pero el hecho es que ha perdido a su única hija, con la que había vivido casi toda su vida.

Para ella, ¿qué habrá sido peor? ¿Perder a su marido con 24 años (él no tendría muchos más) o a su hija con 88? A los jóvenes nos cuesta entender los sentimientos de los viejos. Cuando alguien pierde a su pareja en la juventud, nos parece terrible, mientras que si ocurre en la ancianidad no nos lo parece tanto, porque es natural que al llegar a viejos nos muramos. Pero la persona joven tiene toda la vida por delante y suele superar el golpe; la persona mayor ya no tiene oportunidad de rehacer su vida y esa soledad es insuperable. Puede que la yaya sea vieja, pero los poquitos años de vida que le faltan son todo lo que le queda. En la vida real no tenemos posibilidad de darle al botoncito y echar otra partida.

06 septiembre 2005

23/07 ¿No queríais prerrománico?

Nuestro último día de viaje, y no teníamos decidido en qué lo íbamos a emplear. Asturias tiene parajes naturales para dar y vender, a cual más bonito, pero el empacho de monte que tenía la pobre Raquel aún no había remitido. Así que decidimos hacernos una especie de ruta del prerrománico y ver unas cuantas iglesias que había desperdigadas por diversos pueblos de Asturias central. Hasta el último día, como veis.

Al menos, el campanario está apartadoEmpezamos por San Pedro de Nora, situada en una urbe que ni siquiera figuraba en nuestro mapa, así que dimos unas cuantas vueltas hasta localizarla. Por suerte, lo que sí salía era el río Nora, conque imaginamos que no andaría lejos, y así era. Está en el concejo de Las Regueras, cerca de Trubia.

La iglesia, como muchas otras, fue reconstruida por Luis Menéndez Pidal a mediados del siglo XX con criterios no siempre acertados. A veces se defiende el trabajo de Menéndez Pidal con el argumento de que, sin él, muchos de estos monumentos habrían desaparecido. Y se intenta explicar alguna de sus actuaciones por la penuria de medios. No niego que quienes lo hacen puedan tener su parte de razón, pero no se me ocurre en qué estaría pensando cuando decidió construir un campanario al lado de la iglesia, por las buenas. Según nos explicó la señora que, muy amablemente, nos abrió la iglesia y nos la enseñó, hoy día se está pensando en tirarlo.

Por lo demás, el edificio es bastante estiloso y alto. Por fuera está bien, pero sobre todo me gustó el interior, pese a no tener nada especialmente destacable. A veces hay cosas que nos gustan y no sabemos explicar el motivo.

El recorrido que habíamos planeado seguía hacia el sur. Nuestra siguiente parada estaba en Santo Adriano, para ver Santo Adriano de Tuñón. Por desgracia, llegamos justo cuando salía un grupo de la iglesia y la señora que guarda las llaves nos dijo que se iba a comer y que no quería saber nada de nosotros. Así que sólo pudimos verla por fuera, lo que no es tan fácil porque las casas del pueblo están bastante cerca. Ésta nos la perdimos.

San Pedro de TevergaY, como no sólo de prerrománico vive el hombre, bajamos hasta Teverga para ver la Colegiata de San Pedro. Que no es muy posterior: se considera el primer monumento románico asturiano. Y aquí, aunque llegábamos fuera de hora de visitas, la señora de turno sí nos quiso atender y nos enseñó el edificio a nosotros solitos. El contraste era importante porque, como podéis ver en la foto, la Colegiata es un edificio bastante grande, a diferencia de las iglesias prerrománicas. Arquitectónicamente son muy interesantes tanto la iglesia como el claustro, pero también son atractivas las pinturas de la sacristía, que incluyen un Zurbarán y un presunto Greco. Si bien el principal argumento turístico son las momias del primer Marqués de Valdecarzana y su hijo, que fue abad de la Colegiata y, más tarde, Obispo de Toledo; las momias también están en la sacristía. Según nos contó la señora, cuando ella era moza la Colegiata se usó como escuela y a los chicos del pueblo les gustaba llevar a las chicas a la sacristía para asustarlas con las momias. Si es que los críos son iguales en todas partes.

Después de esta visita nosotros también queríamos comer, así que nos metimos en un restaurante local y me aticé un pote tevergano bastante potente. El pote es una especie de potaje a base de verdura y productos del cerdo, sin fabes, que me gustó bastante.

No tiene Pantocrátor, pero me gustaTras la comida intentamos ver otra iglesia que había en la cercana localidad de Villanueva, con escaso éxito. Estaba cerrada. Pero nos fuimos a ver otra que tampoco estaba demasiado lejos, la de San Pedro de Arrojo, en el pueblo homónimo del concejo de Quirós. Tampoco pudimos entrar pero, en este caso, el exterior nos gustó bastante más que el de la iglesia de Villanueva (cuyo nombre no recuerdo, vaya). Claro que en Asturias muchos monumentos ganan por el entorno en que se encuentran. No es lo mismo estar en una hondonada rodeada de casas, que en un pradito con las montañas detrás. De todas formas, lo más interesante en mi opinión es la portada con sus tres arquivoltas, aunque todo el conjunto es llamativo.

El hecho de no haber podido entrar en estos últimos lugares (tened en cuenta que era sábado) hizo que todavía fuera relativamente pronto. Y, mira qué cosas, si seguíamos la carretera desde Arrojo íbamos a parar a Pola de Lena, así que a lo mejor podíamos entrar en Santa Cristina, ya que el día anterior no. Según nuestro mapa, sólo eran 20 kilómetros, así que estaríamos en un rato.

Claro que no me había fijado en que, por el camino, estaba el Alto de la Cobertoria. Otro puerto clásico de la Vuelta Ciclista a España. Alto y empinado, vale, pero con buen asfalto, conque tampoco nos iba a detener demasiado. Y ya nos habíamos acostumbrado a las reviradas carreteras de montaña asturianas.

A lo que no estábamos acostumbrados es a lo que nos encontramos en el descenso. De repente, la carretera desapareció. La madre que los trujo. Vaya bajadita. Recordaréis que os he contado lo poco que le gustan las curvas a Raquel: pues imaginad si, encima, bajas por un "firme" que tiene más huecos que asfalto. Tardamos unos tres cuartos de hora en llegar a Pola aunque, al menos, cumplimos nuestro objetivo de ver el interior de Santa Cristina.

Interior que es especialmente llamativo por el pastiche decorativo. Los constructores originales aprovecharon diversos expolios (materiales de otras construcciones cercanas, tal vez en ruinas), de modo que hay varias columnas romanas y algunos cierres visigodos que hacen las veces de parapeto del altar. Además, hay un triple arco en la subida al presbiterio cuyo semejante no vimos en ningún otro lugar.

Y con esto dimos por terminado nuestro viaje. Nos fuimos a casita, cenamos tranquilamente, y al sobre. Al día siguiente ya sólo nos quedaba emprender viaje de vuelta, pasar de largo una vez más por San Vicente de la Barquera y desplomarnos en Pamplona.