29 julio 2008

¿Con qué canción quieres que te entierren?

Esta es la pregunta que plantea Quico Alsedo en la última entrada de su blog. No es muy original, pero me ha hecho pensar que hace años que la tengo clara.

Sí, hay otras opciones; por ejemplo, "Bulería", pero cantada en directo y que entierren al intérprete conmigo. O tirar de humor negro y pedir "Wish You Were Here". Pero bah, si me pongo serio, la mía es esta. To Be Over:



Si queréis dejar vuestra elección en los comentarios, bienvenidos. Ojo: a quien ponga una lista, se la borro. Hay que elegir una sola canción. Una o ninguna, vaya.

28 julio 2008

La Expo no es un Parque Temático

Aprovechando que el viernes pasado fue fiesta en Madrid y Navarra, he pasado este puente viendo la Expo de Zaragoza con Raquel y Nu. No voy a contaros lo que hicimos en plan plasto-serie; más bien, esta entrada pretende contar qué hay y funcionar como una pequeña guía para quienes queráis ir a verla más adelante.

Lo primero: para quienes estuvierais en la Expo de Sevilla hace dieciséis años, ésta es bastante más pequeña. Hay entradas para tres días por 70€; si te metes un poco de caña, en tres días puedes ver casi todo. Aunque nosotros acabamos muy cansados y a mí me dolían los pies una barbaridad, pero eso también se debe a que los tengo un poco raros y no iba bien calzado.

Empecemos por ahí. Lo principal que debes llevar es: ropa cómoda y fresca, calzado cómodo (lo más cómodo que tengas, que hay que andar mucho y estar de pie), gafas de sol, bronceador, bolso o mochila, cantimplora. Si no tienes gafas de sol, en el pabellón de la Comunidad Valenciana te regalarán unas. Si no tienes bolso, acabarás harto de llevar cosas en la mano, pero hay varios pabellones (como el de Andorra) en los que puedes conseguir bolsas de tela. Si no llevas ningún recipiente para llevar agua, hay fuentes y los chiringuitos tampoco son muy caros, pero vaya, calcula que vas a querer beber mucho.

Mi hermano está trabajando allí y me contaba que han tenido problemas con probos padres de familia borrachos. Va un tipo con su mujer, su suegra y sus hijos; le empiezan a poner la cabeza como un bombo, así que se dedica a trasegar cerveza en los chiringuitos. Y a las seis de la tarde ya va medio pedo y a lo mejor monta un altercado por cualquier tontería.

La Expo está situada en la márgen izquierda (norte) del Ebro, en el meandro de Ranillas. Tiene tres puertas de acceso:

- La del Ebro, que es la principal. Se puede llegar a ella en autobús (hay un montón de líneas de autobús que llegan a la Expo), en barco por el Ebro o andando. La Expo está pegada a la ciudad, así que se llega bien andando desde el Actur o, cruzando la nueva pasarela sobre el río (Pasarela de los Voluntarios, conocida popularmente como El Pincho), desde la Almozara.

- La de la Torre del Agua. Se puede llegar a ella en autobús o usando el Telecabina, que sale desde cerca de la estación de las Delicias (adonde llegan todos los trenes y autobuses interurbanos).

- La del Pabellón Puente. Está cerca de la salida del Telecabina, así que se puede llegar usando los mismos autobuses que para éste.

Además, se puede ir en coche (no os lo aconsejo y tendréis que pagar 12€ de párking) o en bici. Hay bicis de alquiler en 22 puntos de la ciudad, incluidas las tres puertas de la Expo, e incluso bici-taxis (con capacidad para tres personas).

El Telecabina es chulo. Cuesta 9€ (ida y vuelta), pero también podéis comprar un pasaje a precio reducido con la entrada para tres días. Pero tiene dos problemas: empieza a funcionar media hora después de abrir la Expo y a primera hora está petado. Por tanto, no es una buena opción de acceso. Sin embargo, sí podéis aprovechar para hacer un viaje cuando vayáis a ver la Torre del Agua, que está al lado.

Podréis pensar que no hay porqué entrar a primera hora; pues sí, sí hay porqué, especialmente si vais en fin de semana (cuando hay más gente). En algunos pabellones sólo se puede entrar si habéis cogido hora antes, y a media mañana ya están repartidas todas las horas. Así que algún día deberíais estar ya haciendo cola antes de que abran las puertas, a las nueve y media de la mañana.

Podemos dividir la Expo en grandes bloques:

- Pabellones nacionales
- Pabellones autonómicos
- Pabellones institucionales y de empresas
- Pabellones temáticos
- Pabellones singulares
- Espectáculos

Los pabellones nacionales son la mayoría. Hay más de 100 países con pabellón en la Expo, aunque algunos están en pabellones conjuntos. Es el caso de África Subsahariana, América Latina y la Comunidad del Caribe. Estos pabellones son mucho más pequeños que los que había en Sevilla. Hay unos edificios grandes, a lo largo de una calle, en los que se sitúan los pabellones. Y la calidad de los mismos es muy variada. Muchos pabellones nacionales entran en dos categorías, que mi hermano llamaba "FITUR" y "Corte Inglés".

Un pabellón FITUR es el que se dedica exclusivamente a hacer publicidad turística del país en cuestión. Pasan ampliamente del tema de la Expo (el agua y el desarrollo sostenible) y van a lo suyo. Te ponen unos audiovisuales con los atractivos turísticos del país, te reparten unos cuantos folletos, y a otra cosa. Un ejemplo es el pabellón de Malta; podría ser interesante mostrar cómo gestionan el agua en una pequeña isla, pero no, sólo hay propaganda turística y nada relacionado con el agua. O los países del Caribe; el pabellón de la Comunidad del Caribe está bien, tiene un bar con combinados tropicales (mojitos, piñas coladas, daiquiris y demás) baratos, tienen una steel band que es la caña; pero eso lo ha puesto la organización. Cada país tiene dentro del pabellón una simple oficina de turismo.

Un pabellón Corte Inglés es el que tiene cuatro carteles y una (o más) tiendas. Como "La India en el Corte Inglés", vaya. Bueno, el pabellón de la India es un ejemplo extremo; en realidad, no hay pabellón de la India, pero un tipo pagó la inscripción y ha montado un pabellón llamado "El rincón de la India", que no es más que un bazar. Pero otros muchos países han montado pabellones así, como Túnez o Yemen.

Luego hay otros que sí han seguido en mayor o menor medida el tema, como la mayoría de los europeos. Y son los pabellones con más colas, claro. Hay alguno bastante curioso, como el de Lituania; parece un pub gigante, con una ducha colectiva (muy apetecible a media tarde), vídeos de baloncesto y una barra con cerveza de siete u ocho maneras. Si estabas cansado de recorrer la Expo, entrabas, te mojabas, veías al Jalgiris Kaunas de finales de los ochenta zurrar al TsSKA de Moscú y salías de otra manera.

De todos los pabellones nacionales que vi (que no fueron todos ni lejanamente), tal vez el que mejor había entendido la idea de la Expo fuera el último que visité, el de Omán. Todo él está dedicado a explicarte cómo se las arreglan para aprovechar el agua en un país desértico; sencillo pero ilustrativo.

El único país que tiene su propio pabellón aparte es España. Ojo: hay que reservar antes. A primera hora de la mañana se montan unas colas importantes para ello delante del pabellón. Se puede reservar para muchos pabellones usando el llamado fast-pass, que se coge en unas consolas que hay en muchos sitios de la Expo, pero para el de España hay que reservar en el mismo pabellón (entrando por la Puerta del Ebro lo tenéis delante de vuestros morros). A nosotros nos costó casi hora y media de cola el viernes, avisados quedáis. El pabellón en sí está bastante bien, todo dedicado al agua y las energías renovables (más al agua) en España. Una chapuza: la parte final del pabellón está cerrada. Es una zona dedicada a la arquitectura bioclimática y se pasa por una zona con pelotas en el suelo, como las de los chiquiparks. Pero, por lo que nos contó un chico en el pabellón, los primeros dos días hubo varias caídas y la cerraron. ¿Y no podían haber quitado las bolas? Al parecer, era más facil cerrarla. Raquel no estaba muy contenta porque así no explican cómo funciona el propio pabellón, que es una especie de botijo gigante (no por la forma, pero sí que han utilizado la misma idea para refrigerarlo). De todos modos, vale la pena.

Una cosa importante si vais al pabellón. Nada más entrar te meten en una sala para ver una proyección en el techo. La peña tiende a sentarse en las primeras filas, pero las mejores son las últimas. Si no os vais al final, podéis acabar con un dolor de cuello importante. Ah, y me gustaría saber quién diseñó los uniformes de las azafatas, porque son realmente horribles, además de parecer bastante incómodos.

Los pabellones autonómicos están todos juntos en un edificio y siguen la idea de los nacionales. Algunos tratan más del agua (como el de Cataluña), otros son modelo FITUR (como el de Galicia) y alguno tiene su chorradita original (como el de Castilla-León, con una cortina que suelta palabras formadas con agua). En la mayoría ponen audiovisuales perfectamente prescindibles y clónicos (ya sabéis: imágenes fundidas unas con otras, colchón de sintetizador, voz impostada leyendo textos pseudo-poéticos...). En general, decepcionantes.

También tiene pabellón aparte Aragón. Lo primero que se ve, que es la parte superior del pabellón, no vale mucho (una exposición normalita). Pero el audivisual es la caña, sobre todo por la sala en que se proyecta. Cuando entréis, no os apelotonéis con toda la gente, que al fondo está medio vacío. Encontrad un sitio que os guste junto a alguno de los laguitos, sentaos en el suelo y disfrutad.

Encima de los pabellones autonómicos están los institucionales y de empresas. Os podéis saltar tranquilamente los dos primeros (Diputación y Ayuntamiento de Zaragoza), pero los de las empresas están bien. Si vais con niños, el de Correos tiene muchos juegos para ellos. El audiovisual en 3D de Grundfos (fabricantes de bombas de agua) es muy chulo. El pabellón de la CAI no es más que un tapiz medieval (normalmente expuesto en la Seo) y un jardín. Pero ojo: el último de todos es uno llamado Agua Viva, que no sabíamos de qué iba. Hasta que no estábamos sentados en el audiovisual no nos dimos cuenta de era de los Evangelistas, que nos querían convertir (como estábamos hechos migas, nos quedamos sentaditos hasta el final, descansando).

Los pabellones temáticos están en la llamada Plaza Temática. A diferencia de la Calle 2008 (donde están los pabellones nacionales), la plaza tiene muy poca sombra, conque no os los recomiendo para las horas centrales del día. Claro que en el interior de los pabellones se está bien y, con una excepción, no suelen tener colas. En general son bastante interesantes aunque, como pasa en algunos otros pabellones, en algún caso adolecen de falta de información. Es el caso de Oikos, un pabellón que parece dedicado a los usos domésticos de la energía, con montones de autómatas, pero no sabes qué está pasando ni por qué son así las cosas. Creo que es una de las instalaciones que van a dejar después de la Expo, para ir con colegios; si tienen a alguien explicando puede estar bien. Luego están Agua Compartida (sobre los problemas de las cuencas hidrológicas compartidas por varios países o regiones), Ciudades de Agua (sobre cómo el agua ha influido en el modelo urbanístico de muchas ciudades del mundo), Sed (sobre cómo la falta de agua ha estimulado la tecnología), el Faro (un pabellón cedido a las ONGs) y Agua Extrema (sobre situaciones extremas relacionadas con el agua, como maremotos, inundaciones, grandes sequías, tormentas...).

Agua Extrema es una de las estrellas de la Expo. Si podéis coger fast-pass, cogedlo, porque hay mucha cola, pero se acaban en seguida. Es un pabellón aparentemente interesante, pero se ha convertido en una atracción de parque temático. Que no está mal, pero es que han sacrificado por completo la exposición; cuando entramos nosotros, ni siquiera nos la dejaron ver. Nos dijeron qué había, pero una vez hecho esto, hala, haced cola para el simulador. El simulador es un cine de éstos que se mueven (como el Sea Odissey de Port Aventura, para quienes lo conozcáis) en el que proyectan una película basada en tres catástrofes acuáticas distintas: el gran tsunami del Indico de 2004, el huracán Katrina y la riada del cámping de Biescas. Además de mover los asientos, hace viento y te tiran bastante agua (a la entrada te dan un chubasquero).

Luego hay unos cuantos pabellones que no entran en ninguno de estos grupos. Está el Acuario Fluvial; junto con el pabellón de España, es el único al que sólo se puede entrar con reserva, aunque en este caso se coge en las consolas normales de fast-pass. Ojo: no podéis ir y coger fast-pass para todos los pabellones de golpe. Además de que sólo funciona para unos cuantos, no te dejan coger más que para uno de los pabellones cada vez, salvo en el caso de aquellos en los que es obligatorio (España y el Acuario). Para los demás, no puedes coger hasta que no ha pasado la hora de la anterior reserva. Bueno, el Acuario Fluvial es el típico acuario que hay en muchos otros sitios, pero con la particularidad de que sólo tienen peces de río. Está dividido en cinco zonas, dedicadas a un río de cada uno de los cinco continentes (Nilo, Amazonas, Mekong, Murray, Ebro). El Acuario Fluvial se ha estrenado para la Expo, pero va a permanecer después de su clausura, así que también podéis ir a verlo cualquier otro día.

El pabellón más grande de la Expo es el Pabellón Puente que, como su nombre indica, es un puente sobre el Ebro. Se puede usar, simplemente, para cruzar el río (es una de las entradas a la Expo), pero también tiene una exposición sobre los usos y abusos del agua. Para mi gusto, bastante interesante. Arquitectónicamente destaca el exterior, porque el interior es muy austero. Pero por fuera es muy bonito.

Aunque el edificio más llamativo desde lejos es la Torre del Agua. Se encuentra un tanto apartada del resto de la Expo; hay que cruzar una pasarela para llegar a ella. La torre tiene 23 pisos. En la parte inferior hay una exposición sobre el agua como sustancia química, a base de muchos audiovisuales cortos (ninguno dura más de diez segundos), cada uno dedicado a una propiedad del agua; un túnel que pretende hacerte pensar sobre el agua, y un montón de pequeños paneles con datos variados sobre el agua. Desde allí subes directamente hasta el séptimo piso por unas escaleras mecánicas, y allí empieza la segunda parte de la torre. En el suelo del séptimo piso hay tres pantallas de vídeo circulares y, sobre ellas, una enorme escultura colgante que ocupa todo el hueco de la torre. Sí, está hueca hasta el piso superior, en el que hay un bar-restaurante y tienda. La escultura representa un chorro de agua. Del piso 7 al 23 hay que subir por unas rampas, y luego se baja hasta abajo por otras. En efecto, no hay vuelta atrás; si empezáis a subir, hay que llegar hasta arriba. Pero las rampas son suaves. Y la idea no es que subáis a toda castaña, sino que aprovechéis para ver la escultura, que es diferente desde cada piso. A mí me gustó mucho, de lo que más en la Expo.

Finalmente, hay dos pabellones fuera del recinto Expo. El de Agua Digital, situado junto a la entrada del Pabellón Puente, y el del Telecabina, situado junto a la Puerta del Agua (contiene una exposición de arte moderno sobre la nieve).

Además de todos los pabellones, en la Expo hay bastantes espectáculos. Cuando entras te entregan un plano de la Expo y un programa con los espectáculos del día, además de información variada. Todos los días a las 12h recorre el recinto una cabalgata organizada por el Circo del Sol. No os la perdáis, que no se necesita coger sitio y es muy, muy bonita. Por la noche suele haber alguna actuación grande en el Anfiteatro, que está situado junto al Pabellón Puente. Algunos días hay una actuación más importante en el Palacio de Congresos, que está en la misma zona, y para la que hay que comprar entrada aparte.

Luego hay varios escenarios en los que se hacen muchas actuaciones a lo largo del día. Junto al pabellón de Aragón suele haber grupos folclóricos, sobre los pabellones autonómicos hay a veces bandas y charangas, etcétera.

También hay pabellones que tienen sus propias actuaciones. Ya he mencionado la steel band del Caribe, que mete una caña que no veas con las marimbas. Un rollo completamente distinto es el que llevan los Norwegian Socks que, pese a su nombre, son belgas y actúan por las noches frente al pabellón de su país. Versiones de rock con un cantante muy vacilón que se lleva al público de calle.

En un extremo de la Expo está el pabellón de Inspiraciones Acuáticas, que es el lugar donde actúa el Hombre Vertiente, otra de las estrellas de la Expo. Cuatro actuaciones al día, pero lo llenan, así que intentad conseguir fast-pass (o ir con mucho adelanto a hacer cola, si no queréis verlo de pie). Es un espectáculo originalmente en tres actos, pero sólo hacen los dos primeros porque con el tercero (el más espectacular) tuvieron serios problemas. No lo hacían al principio por problemas técnicos y, el día en que decidieron estrenarlo, se rompió un cable y uno de los actores acabó en el hospital. Pero vaya, la parte que queda sigue mereciendo la pena.

Y, finalmente, el espectáculo de fin de fiesta. A las 22h cierran los pabellones y a las 22h30 empieza el show del Iceberg, que es un armatoste que han puesto en medio del río. Se ve desde unas gradas que hay en la orilla (id pronto a coger sitio). En realidad, no marca el cierre de la Expo, porque las puertas siguen abiertas hasta las tres de la mañana y por la noche hay más espectáculos.

Bueno, creo que todo este rollo resume (ejem) lo que podéis ver en la Expo. Otras cosas interesantes:

- Se puede comer y beber por cualquier precio. Desde cinco euros por un bocata y una bebida en los chiringuitos que hay por todas partes, hasta cien en el restaurante de Aragón o España. Hay algunos restaurantes en los pabellones en los que se come bien por un precio razonable; nosotros comimos un día en el de Alemania, típica comida alemana (cerdo, salchichas, sauerkraut, ya sabéis) con cerveza buena, y otro en el de México (no es tex-mex, sino raciones a base de pescado), por menos de veinte euros cada uno.

- En general, todo el personal de la Expo es muy amable. Si tenéis cualquier duda o necesitáis cualquier información, no dudéis en preguntar al primer voluntario o trabajador que os encontréis (si llevan cinta azul con la acreditación colgando, son de la organización). En los pabellones, en cambio, hay de todo. Desde el camarero que nos atendió en el restaurante de México, que era majísimo, hasta la azafata del pabellón de las Baleares, que casi nos escupió.

- Por lo que sé, algunos pabellones nacionales (Japón, Alemania, Kuwait) son muy recomendables, pero hay mucha cola. En el de Kuwait, por ejemplo, parece que no hay demasiada, pero es que tiene muy poca capacidad; si llegáis al final del serpentín, significa dos horas. De todos modos, podéis ir a primera hora a hacer cola.

- Hay muchas, muchas cosas para ver sin colas. El sábado pasado tuvieron el récord de visitantes hasta ahora; sin embargo, ese día pudimos entrar directamente en muchos pabellones, incluyendo la Torre del Agua o el Pabellón Puente.

Pues hala; a quienes hayáis llegado hasta aquí, gracias por aguantar el rollo. Si vais a ver la Expo o ya habéis estado, espero que me contéis qué os ha parecido. Sobre todo en lo que no estéis de acuerdo conmigo.

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Now playing: Enrique Morente - Compases Y Silencios

21 julio 2008

Correos

A veces cuento una anécdota que me ocurrió cuando era pequeño (sí, hace mucho). Un primo nuestro nos mandó una postal al pueblo donde veraneábamos. Como toda dirección, puso el nombre de mi hermano (en realidad, el nombre con que le conocemos en la familia) y el nombre del pueblo. Pero la postal llegó.

Miguel de Unamuno, en cierta ocasión, hizo alabanza del servicio de correos contando que había enviado una carta a un amigo, que vivía en la calle Valle-Inclán, remitiéndola a la "calle del Viejo Loco"; y había llegado.

Acabo de bajar a recoger el correo. Entre la publicidad, una carta. Remitida a una vecina. En la carta venía su nombre completo (que aparece en el buzón), el piso y la puerta. Pero ha aterrizado en mi buzón. El verano pasado me llegó una carta dirigida a una persona cuyo nombre no se parecía al mío, que vivía en otra calle, distinto número y distinto piso.

Tal vez durante el año el servicio de correos siga teniendo su tradicional eficiencia. Pero en verano, cuando los carteros están de vacaciones y llegan sus sustitutos, tiene la misma fiabilidad que las predicciones de la Bruja Lola.

Cosas de la edad

Mi último cumpleaños me ha sentado fatal. Ahora mismo estoy en casa con un catarrazo que no veas. No hago más que toser y estornudar. Un asco.

Es que nos hacemos viejos. Ahora mismo, Raquel tiene a media familia en el hospital. Vale, no los de nuestra generación; todos tíos y similares. Claro que su abuela, ahí la tienes, 102 añitos y como una rosa. Tirarían una bomba y ni se enteraría.

Además, hace un rato me he enterado de la muerte de Olive Riley, que a sus 108 añitos era la bloguera más veterana del mundo. Ahora parece que el título queda en manos de María Amelia López, una gallega de sólo 96. Cuando Olive se enteró de la existencia de María Amelia, hace unos meses, no se le ocurrió otra idea mejor que ponerse a aprender español, para poder conversar con ella.

He sabido de la existencia de estas dos señoras a través de Eric Shackle, que a sus ochentaytantos añitos tiene varias páginas en internet y colabora en algunas más.

En fin, si ellos pueden, yo también, ¿o qué? Aunque ahora mismo estoy hecho una mierrrrrdaaaa.

06 julio 2008

Domingo deportivo

Hoy he tenido un domingo deportivo. No, yo no he hecho ningún esfuerzo mayor que el de escribir esta entrada; ha sido domingo de sillón-bol.

La cosa ha empezado con automovilismo. En general, me gustan todos los deportes como espectador, pero lo que menos son los de deporte. Siempre me parece que, al final, todo se reduce a quién lleva mejor máquina. Y más en la Fórmula 1. Pero vaya, llevo un fin de semana de relax (traducido: vagancia absoluta sin salir de casa), conque el plan me convencía. Y he tenido suerte. Ha sido una carrera enloquecida, lo mismo llovía que no, multitud de accidentes (pero todos sin consecuencias), alternativas en carrera, adelantamientos a tutiplén (ha habido más adelantamientos dobles en esta carrera que simples en otras), estrategias de equipo que se iban al garete... Vamos, que si todas las carreras fueran así, me apuntaba a verlas.

Y luego he enganchado con la final de Wimbledon. Tercer año consecutivo en que Rafa Nadal iba a intentar romper la tremenda racha de Roger Federer, ganador en cinco ocasiones consecutivas. El año pasado Federer las pasó canutas para ganar, en cinco sets y con dos muertes súbitas a su favor. Así que la cosa prometía.

Al igual que la Fórmula 1, este partido era en Inglaterra, conque también ha habido lluvia. Claro que en este caso la lluvia siempre es negativa, porque no se puede jugar; hay que cubrir la pista para que no se encharque. Sin embargo, pese al retraso en el inicio y las dos interrupciones por la lluvia, el partido ha sido formidable. Yo no recuerdo haber visto otro tan bueno, y tenis sí que veo. Dos tíos que juegan acojonantemente bien, alternativas, puntos increíbles, pelea constante, golpes inverosímiles, casi cinco horas de partido (sin contar las interrupciones), amenaza final de suspensión por falta de luz y otro resultado apretadísimo.

Al final, el típico tópico de "los dos merecían ganar", "es una lástima que no puedan entregar dos copas". Y eso que aquí sólo juegan dos; en otras cosas, oyes a alguno intentando quedar bien en la tele diciendo que había siete u ocho que merecían ganar, o que "todos merecían ganar". Pues no. Para eso, el primer día les das una chapita a cada uno, y a casita. Claro que eso no satisfaría a nadie, salvo a algún mediocre. Hace poco Rapunzell publicaba una entrada (para quien siguiera su blog y no lo sepa, ha vuelto) sobre quienes intentan las cosas y quienes sólo dicen que lo han intentado. Sinceramente, creo que la derrota de hoy de Federer tiene casi más valor que la victoria de Nadal en Roland Garros, simplemente porque hoy Roger puede decir que lo ha intentado con todas sus fuerzas hasta el final. No es que Rafa no lo intentara entonces, es que no lo necesitó porque no tuvo rival. Y también, claro, la victoria de éste ha tenido más valor ante un tipo que había ganado sus últimos 65 partidos en hierba y que se lo ha puesto todo lo difícil que ha podido, y ha sido mucho. Todas estas cosas sólo funcionan cuando no se trivializa el valor de la victoria; incluso la derrota tiene así más valor. Supongo que dentro de unos cuantos años los aficionados al tenis de todo el mundo seguirán hablando de la final de Wimbledon de 2008 entre Nadal y Federer, te acuerdas, tío, hostias qué partido.

Y, de verdad, aunque iba con Nadal, si hubiera ganado Federer no me habría importado mucho. Además de porque Federer es un deportista como la copa de un pino y cae bien a todo el mundo, porque es cierto que los dos lo han merecido. Pero han merecido ser el campeón único; no que pararan el partido, les dieran media copita a cada uno, y a casa, chaval. Federer ha merecido perder con dignidad, no que le dieran un premio de consolación. Y, al año que viene, volver a intentarlo.

04 julio 2008

Corbatas

Últimamente las corbatas están de moda. Precisamente por no estar de moda. A raíz de una directiva aparecida en algún ministerio, pidiendo a sus trabajadores que no fueran a trabajar con corbata en verano, y la subsiguiente apareción del ministro de Industria sin corbata en el Congreso, varios periódicos han publicado artículos sobre esa prenda.

El motivo de la directiva es que los trabajadores pasen menos calor en el trabajo, de modo que se pueda subir la temperatura del aire acondicionado y ahorrar energía. Bastante razonable, creo yo. Pero a nadie se le ha ocurrido pedir que la peña vaya en bermudas, por ejemplo. La razón final, en mi opinión, está en que la corbata se está pasando de moda.

¡Un respeto!Hace unos años yo iba siempre a trabajar con corbata. Luego dejé de llevarla en verano (y ahora pienso que queda bastante cateto llevar corbata con manga corta). Actualmente, no la llevo casi nunca, ni siquiera en invierno. Sí me la pongo cuando voy a tener una reunión con alguien externo a la empresa, especialmente clientes. Pero me ha ocurrido varias veces llegar a la reunión y ser el único con corbata. Hace unos meses impartí un cursillo para unos clientes procedentes de varios países. El primer día fui con chaqueta y corbata para la ocasión; resultó que era el único. Los siguientes días, la corbata se quedó en casa, claro. Seguro que hay quien interpreta la corbata como un signo de respeto; en ese caso, no es más que un signo convencional, como podría serlo llevar una careta del Gallo Claudio. Y, la verdad, siempre me ha caído mucho mejor el Gallo Claudio. Eso ya me molaría, aparecer en una reunión con una cresta de pollo y diciendo: "Oye chico, digo, oye chico".

Hoy se me ha ocurrido escribir sobre esto a raíz de una tira que ha publicado Mauro Entrialgo en el diario Público. He dejado un comentario en el que venía a decir lo mismo que aquí, pero en cortito. Como tenía ganas de enrollarme más con el asunto, pues oye, para eso sirven los blogs. Entre otras cosas. Digo yo, vaya.

Ah, y también le vaticinaba a la corbata el mismo futuro que al "usted" en las relaciones sociales. Ya nadie usa el usted en las relaciones informales, y cada vez menos en las profesionales. Pues lo mismo.

[ACTUALIZACIÓN: Justo después de publicar esta entrada me he acordado de que uno de mis profesores en la Universidad se ponía siempre corbata cuando venía a dar clase, como señal de respeto hacia los alumnos, y exigía el trato de usted por el mismo motivo. Casualmente, era el peor profesor de la Escuela, según mi opinión, la de muchos de mis compañeros y las encuestas de control de docencia, en las que siempre sacaba la peor calificación con diferencia.}

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