Supongo que muchos de vosotros conocéis el "experimento" de los monos y los plátanos que circula por ahí desde hace tiempo. Para quienes no, la contaré de forma un tanto resumida.
Consiste en encerrar a 20 monos en una habitación en el centro de la cual se pone una escalera, justo debajo de un racimo de plátanos que pende del techo. Cuando un mono intenta subir la escalera, unos irrigadores rocían a todos los monos con agua helada. Pronto, si algún mono intenta acercarse a la escalera, recibe tal somanta de palos de sus compañeros, temerosos de la ducha helada, que se arrepiente de inmediato.
Entonces sustituimos a uno de los monos por otro que no ha presenciado la escena anterior. Evidentemente, el nuevo mono ve el racimo, se acerca a la escalera... y es apaleado por los demás. Pronto aprende a evitar la escalera. Así que sustituimos a otro de los monos antiguos por otro nuevo. El nuevo se acerca a la escalera y recibe su tunda, especialmente de manos del recién vapuleado.
Proseguimos así hasta que no queda ninguno de los monos antiguos. Es decir: nadie que sepa por qué hay que dar una paliza a quien intente acercarse a la escalera. Pero, al que lo intente, se le da. Este falso experimento se cuenta como metáfora de la cultura de empresa.
Sin embargo, yo creo que hay un caso habitual al que aplica mucho mejor: el trato a la familia real española. Ningún periódico se atreve a hacer la menos crítica a ninguno de sus miembros. Y no paro de oír historias nebulosas sobre la terrible prohibición y censura que se ejerce. Pero quienes de verdad ejercen esa censura son los demás medios de comunicación, que se echan encima de quien hace algún comentario un tanto ambiguo. Sinceramente, creo que nadie sabe de verdad por qué se ejerce esta fuerte autocensura. Y no me vengáis con chorradas de que una amiga os contó que una vez oyó, por favor. Que somos mayorcitos.
Esto lleva a que, cada vez que sale cualquier noticia sobre la familia real, la ignorancia y el papanatismo se adueñen de los medios de comunicación. Muchas veces, por obra de presuntos "expertos". Ejemplo de ignorancia: no hace mucho escuché a un experto hablar de que en España estaba vigente la Ley Sálica. Pues mira, hace unos 170 años que se derogó, ahí es nada. Ejemplo de papanatismo: cuando se iba a casar el Príncipe, un experto contó lo que él llamó "una anécdota divertidísima". Se calculaba que habría unos 1500 invitados al banquete de bodas, pero en el Palacio Real sólo había cubertería para unas 700 personas, conque habría que alquilar cubiertos para las otras 800. Y no esperéis más, aquí termina la anécdota divertidísima.
Hace poco más de 24 horas del anuncio del embarazo de la Leti y ya he escuchado dos bonitos ejemplos, uno de cada característica. Ignorancia: anoche en el telediario, una presentadora anunció que la criatura ocuparía el segundo lugar en la sucesión a la Corona "si era niño". Tócate los cojones. Papanatismo: un papelucho que regalan en el metro y hacen pasar por periódico pedía en portada que pusieran de nombre al crío "Felipe, Sofía o Don Pelayo". Sí, sí, "Don Pelayo". A menos que el "redactor" fuera fan de Daniel Pennac y estuviera haciendo una referencia encubierta a Monsieur Malaussenne, manda huevos.
Y lo que nos queda por leer y oír, majos.
09 mayo 2005
Ignorancia y papanatismo
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