29 agosto 2006

Un descanso reparador

Ayer cogimos el metro mi chica y yo para ir al centro. Cuando nos sentamos en el vagón, vimos que estábamos cuatro personas en el mismo, y sólo una había subido con nosotros. Era obvio que la cuarta ya estaba allí, lo que no era muy normal, pues la parada era final de línea.

Esta cuarta persona no pasaba desapercibida por varios motivos: éramos pocos en el vagón, abultaba como dos y tenía la cabeza echada hacia un lado. La pobre Raquel estaba un poco asustada.

- Oye, no le habrá pasado algo.
- Bueno, el motor está parado, conque ese ruido no procede de allí.

En efecto, el angelito soltaba unos sonorísimos ronquidos. Por un lado, estábamos tentados de despertarle y avisarle de que se había pasado de parada. Pero, por otro, pensábamos que tal vez necesitaba dormir y no había encontrado otro lugar mejor que el metro semivacío. Conque así lo dejamos.

Fue subiendo y bajando gente del vagón, todos entre sonrisas al ver (y oír) a la criaturita. Pese al ruido de los motores, el timbre, el altavoz, la gente... el tipo no deponía su actitud.

Al final, llegamos a nuestro destino y nos bajamos. Me pregunto cuánto rato más estaría el hombre sobando. Eso sí, qué alegría dormir de esa manera. Yo siempre he presumido de sueño profundo, pero al lado de ése no soy nada.

22 agosto 2006

Mira que Madrid es grande

Y sí, es bastante grande. Pero hace un rato estaba con una amiga paseando por el centro de Madrid y se me acerca un chico haciendo como que nos preguntaba una dirección. Era Axque, que anda por aquí de vacaciones.

Conque hemos pasado la tarde los tres juntos. Primero hemos intentado ir a las exposiciones sobre Matemáticas que hay en el Conde-Duque, con éxito nulo. Había mucha cola y, aunque nos hemos quedado, al rato ha salido uno de los vigilantes a decirnos que tal vez no pudiéramos entrar, que mejor volviéramos otro día.

Así que nos hemos dedicado a actividades menos culturales. En concreto, sentarnos en una terraza a tomar algo y charlar. Que tampoco está mal, ¿verdad?

Por otro lado, demos la bienvenida a la blogosfera a Sataneiro, que se ha estrenado contando la misma salida del Núcleo Duro a que hacía referencia en mi entrada anterior, pero con más estilo. A ver cómo sigue.

04 agosto 2006

La chica del metro

Ayer miércoles quedé con los del Núcleo para tomar algo y vernos, que hacía ya tiempo desde la última vez.

Así que cogí el metro y fui para allá. Cogí asiento, mira que bien, y vi que había cerca una chica que, al menos de espaldas, estaba realmente bien. ¿Sería una bakku-shan?

Un par de paradas más tarde, el tipo que estaba sentado a mi lado tuvo la gentileza de bajarse del metro. La chica lo vio y vino a sentarse a mi lado. Buf, era preciosa. Y con el vestido negro que llevaba, habría hecho dimitir al propio Papa Benedicto.

Vale, la chica más guapa del vagón estaba sentada a mi lado. Hacía un calor que no veas, porque el aire acondicionado estaba estropeado, pero vaya, estas cosillas arreglaban un poco el viaje. ¿Qué podía mejorarlo aún más? Pues sí, ella. Abrió el bolso, sacó un abanico y empezó a darle. Ay, niña, si no estuviera ya pillado, en ese momento me habría enamorado de ti.

Algunas paradas más tarde subió una pareja de unos 60 años. La señora se quejaba de algo (sin muchos aspavientos), así que la chica no dudó un momento en levantarse y cederle su asiento. Por más que la señora le dijo que se quejaba del calor, no de estar cansada, ella insistió hasta que la señora se sentó. Qué encanto de chica.

Y dos paradas más tarde nos bajamos los dos. Aunque yo empecé a subir las escaleras automáticas andando, como siempre hago, y pronto la dejé atrás. No la volveré a ver, pero me gusta encontrarme de vez en cuando con una de esas personas que hacen el mundo más bonito.

Luego, cosa rara en nosotros, estuvimos todos los del Núcleo en pleno, incluida Karate Kid. Fue una de nuestras mejores salidas entre semana. Esta mañana todos hablábamos de lo bien que lo habíamos pasado y lo que nos había costado levantarnos para ir a trabajar.

Pero claro, cómo iba a salir mal si la salida había empezado con la chica del metro.