30 mayo 2003

Llevaba bastante tiempo sin escribir aquí. No por falta de material, sino de tiempo. O de ganas de escribir. O las dos cosas.

Así que me he dado una vuelta por los blogs de mis amigos, le he puesto una parida al de Cristina (si me estás leyendo, mi comentario a tu entrada era broma, sólo por seguir la tradición de agobiar a la editora del Omnia) y aquí estoy.

Por motivos que desconozco, me propusieron ser el coordinador de Mensa en Madrid y, por motivos que también desconozco, he aceptado. Entre el momento en que me lo propusieron y hoy, que se ha hecho público, ha habido una historia un tanto rocambolesca, pero (ooohhh) no os la voy a contar. Discreto que es uno.

Aunque ya sabéis que no me gusta eso de referirme a la gente por sus iniciales, en este caso lo haré porque creo que a la persona en cuestión no le haría gracia que la nombrara en este blog. El caso es que estuve con esa persona un rato la semana pasada y fue todo muy bien. Me alegré, porque hacía tiempo que no nos veíamos y, además, porque el mosqueo que, creo, llevaba conmigo ya se le había pasado. Perfecto.

De todos modos, la gran noticia es que nos hemos librado en el trabajo de los incompetentes alemanes que llevaban más de dos años haciéndonos la vida imposible. Ayer se hizo oficial y nos han prometido una cena en la empresa para celebrarlo. Una de las razones por las que nos ha costado tanto ha sido que nuestros jefes no se creían lo que les contábamos sobre ellos. Llegaba un jefe nuevo y decía que bueno, que seguramente era un choque de mentalidades, que teníamos que entender su forma de ser. Tardaba varios meses en darse cuenta de que eran unos hijos de puta de la peor ralea. Y entonces llegaba otro jefe más, y vuelta a empezar. Pero bueno, bien está lo que bien acaba. Ahora tenemos mucho trabajo, pero lo hacemos más contentos.

Mañana me voy a Zaragoza y el sábado veré a mis amigos porque tenemos una cena. Me temo que será monotemática, porque dos de ellas se han quedado embarazadas recientemente. La pobre Raquel me ha pedido que ni se nos ocurra ponernos los chicos a un lado y las chicas a otro, como hacemos a veces. Y que, si es así, ella se vendrá con nosotros. Criaturita.

09 mayo 2003

Esta mañana he tenido un despertar de lo menos dulce.

Mi despertador es de esos que también tienen radio. Suelo poner la radio para que me suene a las seis y media, y así está durante media hora hasta que a las siete suena el pitido. Aún así tienen que venir los GEOs la mitad de los días a sacarme de la cama, pero al menos lo intento.

Pues bien, hoy ha empezado la campaña electoral y, como la radio que tengo sintonizada es Radio 5 (las noticias), una cadena pública, hay espacios electorales. ¿A que no adivináis el de qué partido me ha tocado? Pues sí, ese. Y su espacio electoral ha consistido en unos treinta anuncios seguidos, todos iguales.

Tachán, tachán, tachantatachán...
"Pataplim, pataplam, simpleza va y viene..."
"Partido Popular, no sé qué".

La primera frase cambiaba cada vez, pero la el "no sé qué" era un eslógan que se repetía siempre. Al final me lo he aprendido pero, afortunadamente, algún mecanismo de autodefensa me lo ha hecho olvidar. Supongo que no aguantaré así las dos semanas que me quedan, claro, y me lo aprenderé otra vez.

Esta mañana no he tenido ningún problema para pegar un salto y salir de la cama. Pero llevo todo el día con ardor de estómago. Y yo NUNCA tengo ardor de estómago. ¿Será que se me ha contagiado el ardor guerrero de nuestro líder mundial?

Odio escribir una entrada para el blog y que, al darle al botón para enviarla, se cuelgue el Blogger. Lo odio mucho.

Ya sé que la solución es escribir en otro sitio y luego cortar y pegar. Pero no lo hago. Esto es como hacer backups del disco duro: sé que tengo que hacerlo, pero no lo hago.

Como podéis imaginar, acababa de escribir un rollo y lo he perdido. Eso que os ahorráis.

06 mayo 2003

Hoy no he ido a trabajar porque tengo un dolor de cabeza que para qué. No me hace mucha gracia faltar al curro, pero lo cierto es que no estoy para nada.

Vale, ahora llevo un ratito que no me duele, por eso estoy escribiendo.

Pasé el 1 de Mayo en el río Irati, en Navarra. Allí están las famosas foces de Lumbier y Arbayún. Estuvimos andando por el monte, cosa que me gusta bastante pero no hago mucho; supongo que por vagancia. Las dos foces son bastante diferentes. La de Lumbier es bastante espectacular desde abajo. La foz propiamente dicha está entre dos túneles que dan una cierta sensación de irrealidad. Entras por un túnel y sales por el otro; entre medio, parece como si el mundo fuera diferente.

Pero me gustó más la de Arbayún. Esta merece la pena sobre todo desde arriba. Subes a Arangoiti y desde allí el paisaje es espectacular, con el río abajo. Y alrededor de ti los buitres volando. Hay un mirador natural más o menos a la altura a la que vuelan los buitres, así que pasan realmente cerca. Yo creo que alguno pasó a no más de diez o quince metros de nosotros. Lo malo es que era hora de comer y no nos atrevíamos a sacar los bocatas por si acaso los buitres decidían tirarse por ellos, no sería la primera vez que ocurriera.

Ahora que hace buen tiempo, tal vez sería una buena idea dedicarme a patear un poco el monte.