28 noviembre 2008

MEMPEC

El viejo cascarrabias que hay en mí no puede evitar sumarse a esta encomiable campaña de la que me ha hablado Cranky:

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MEMPEC significa "Métete El Móvil Por El Culo". Exactamente lo que pienso cada vez que un infraser se empeña en machacarme con su abominable "música" en el metro. No, no me refiero a los músicos ambulantes, por si alguien se llama a engaño, sino a los tarados que ponen los altavoces del móvil para que oigamos la misma mierda que ellos. La versión moderna del hortera con transistor.

25 noviembre 2008

Pena

Mola hablar de genocidio cultural a miles de kilómetros de nosotros. De los indios de la Amazonia y demás. Pero resulta que lo tenemos aquí mismo y no hacemos nada.

Puesto que yo tampoco he hecho nada, me abstendré de pontificar más.

24 noviembre 2008

El cocotero

Este fin de semana hemos tenido ensayo pelafustán. Todos los años reunimos el grupo durante un fin de semana para ensayar lo que vamos a tocar en la RAM. Habitualmente es el puente de Todos los Santos, pero este año no ha habido tal puente, conque hemos tenido que usar un fin de semana normal.

De resultas del fin de semana he tenido una de mis habituales caídas de cocotero. En este caso, he vuelto con un catarrazo fino. Llevo todo el día en casa moqueando. Más bien, llevo todo el día durmiendo, pero hace un rato me he levantado y ahora moqueo.

Todo sea porque tengamos un buen concierto este año.

11 noviembre 2008

Amor y egoísmo

Leyendo las entradas sobre honestidad y sinceridad en los blogs de Earendil y Rapunzell se me ha ocurrido una cosa: el amor a los hijos es la excusa más sobada de la historia de la Humanidad para justificar cualquier cosa.

No digo que no exista el amor a los hijos. Pero estoy harto de ver gente que justifica sus frustraciones, sus temores y su estupidez en que hacen las cosas por sus hijos. Una mierda, señores. Una mierda. Me da mucho asco la gente que se escuda en sus hijos, y ni lo puedo evitar, ni quiero.

10 noviembre 2008

Rollo

Rapunzell se "queja" últimamente en su blog de que es incapaz de condensar sus escritos y sólo le salen rollos por todas partes. Pues a mí me pasa al revés. Más de dos o tres parrafitos me matan.

Tal vez sea resaca de la plasto-serie, que este año ha sido más larga que nunca. Tal vez porque ahora tengo a Raquel para hablar un cuarto de hora seguido de lo mismo (aunque cuando estamos los dos solos no se enrolla tanto). Tal vez porque mi capacidad de concentración se está acercando a la del somormujo macho.

Cuando tengo estas épocas me acuerdo de un profesor mío de la universidad. Si en un examen ponías lo importante de tu respuesta en la segunda línea, corrías el riesgo de que no llegara a leerlo. Pues yo estos días me parezco a él. Y esta entrada ya se está alargando demasiado.

04 noviembre 2008

Timo Glock

No soy un gran aficionado a la Fórmula 1. En general, me gustan casi todos los deportes, pero los que menos son los de motor. Al final, siempre me parece que casi todo se reduce a quién tiene mejor máquina. Esto creo que ya lo he escrito aquí alguna vez, conque no me enrollaré más.

Pero a veces veo alguna carrera. Eso ocurrió este domingo. Para quienes acabéis de llegar de Neptuno: era la última carrera del año, en Brasil, y dos pilotos se jugaban el campeonato del mundo. El local Felipe Massa (Ferrari), hasta este año considerado por muchos un paquete, y el inglés Lewis Hamilton (McLaren), tal vez el corredor más odiado del circuito. Especialmente en España, pero en general cae mal a casi todo el mundo. Hamilton tenía todo a su favor: Massa necesitaba ganar y que Hamilton no quedara entre los cinco primeros. Pero el año pasado también tenía todo a su favor y la cagó, permitiendo la victoria final de Kimi Raikkonen, precisamente el compañero de equipo de Massa.

La carrera seguía más o menos el guión esperado. Massa se colocó primero desde la salida y mantuvo cómodamente su posición durante casi toda la carrera, mientras Hamilton evitaba riesgos y se mantenía en torno a esa quinta plaza que le servía.

Parecía que todo terminaría así, con Massa primero y Hamilton cuarto, lo que le servía para ganar el campeonato. Pero hete aquí que pocas vueltas antes del final empieza a llover. En Fórmula 1 es muy importante llevar los neumáticos adecuados; los de seco patinan mucho con suelo mojado, pero los de mojado se estropean rápidamente con el suelo seco. En vista del percal, todos los corredores van rápidamente a sustituir sus neumáticos de seco por los de mojado, para evitar percances. O casi todos: el alemán Timo Glock (Toyota) decidió arriesgar y mantener los neumáticos de seco. Naturalmente, el cambio de neumáticos hace perder tiempo, de modo que Glock adelantó unos cuantos puestos y se puso cuarto, por delante de Hamilton y con unos cuantos segundos de ventaja. Bueno, a Hamilton le valía la quinta plaza, conque tranquilo. Lo malo era que otro alemán, Sebastian Vettel (Toro Rosso), una de las revelaciones del año, iba pegado a la parte trasera de su coche. Y en un error de Hamilton, le adelantó. El piloto inglés iba sexto, lo que le dejaba sin campeonato. Otra vez lo perdía tontamente en la última carrera.

Última vuelta. Hamilton intenta adelantar a Vettel una y otra vez, sin éxito. Los dos avanzan sorteando coches con vuelta perdida y llegan a la meta. Felipe Massa, que ha ganado la carrera, festeja el campeonato que ha conseguido, al igual que todos los componentes del equipo Ferrari. Sin embargo, en la clasificación pone que Vettel ha llegado cuarto y Hamilton quinto. Casi sin darse cuenta, entre todos los coches doblados y la lluvia, en la última curva han adelantado a Timo Glock. Hamilton es el campeón del mundo.

No veáis la escandalera que se ha montado al respecto. Glock ha sido acusado de haberse vendido y tanto él como los demás miembros de su equipo tuvieron que abandonar el circuito disfrazados para evitar las iras de los aficionados brasileños. Los comentaristas de televisión no daban crédito a lo que había ocurrido.

Y aquí viene la parte que de verdad me extraña a mí. Ya os digo que no soy un gran aficionado a la Fórmula 1, y no sé casi nada de coches. Pero cuando estaba viendo el final de la carrera con Raquel, recuerdo que le dije: espera que no adelanten a Glock, que las debe de estar pasando putas con el agua que está cayendo. ¿Cómo es que los presuntos expertos de la tele no se dieron cuenta de algo tan obvio? Aún más, hasta un buen rato después de acabar la carrera no se enteraron de que Glock iba con neumáticos de seco. ¿De verdad no fueron capaces de deducir que, si había adelantado tantos puestos durante el cambio de neumáticos, era porque él no lo había hecho?

Aún hoy otros presuntos expertos dicen en la prensa que esa decisión errónea de Glock (y su equipo) le dio el Mundial a Hamilton. ¿Errónea? Gracias a ella estuvo a punto de acabar cuarto, y aun así terminó sexto, mejor de como iba antes de los cambios. ¿De verdad es tan difícil darse cuenta de eso? ¿O es que yo soy tan zoquete que se me escapa alguna obviedad?

Supongo que todo se reduce a que el odio que tienen a Lewis Hamilton, a quien echan la culpa hasta de la muerte de Kennedy, nubla el sentido de mucha gente. Pero, a pesar de que lo pasé francamente bien viendo la carrera, me dan otra razón más para que siga sin gustarme la Fórmula 1. Los entendidos son unos zopencos.

03 noviembre 2008

Educación

Hará cosa de diez años, cuando aún vivía en Zaragoza, leí un artículo en una revista vecinal. El autor se quejaba de que los jóvenes de hoy día ya no tenían buena educación y daba consejos. Entre ellos incluía algunos tan aberrantes como "no se debe mencionar nunca el color negro; hay que decir simplemente oscuro".

Mucho me temo que el autor no tuvo demasiado éxito. Lo que le pasaba era que no se daba cuenta de que los tiempos habían cambiado, y las normas de educación eran distintas. Él, que tanta preocupación por el tema mostraba, probablemente sería considerado un maleducado por algunas personas.

Hoy día la educación ya no se basa tanto en seguir convenciones, como ocurría hace años, sino en sentido común. Claro que esto lo hace más difícil para algunas personas. Es más fácil seguir una lista de órdenes que razonar. Buena parte del éxito del fundamentalismo está ahí; vale, será brutal, pero al menos me da unas normas claras. Como decía un capitán mío en la mili: no sé de qué os quejáis, si ni siquiera tenéis que pensar.

En general, eso de "no hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti" funciona bastante bien. Pero claro, no a todo el mundo le gustan las mismas cosas, y ahí está la complicación. Por ejemplo, a mí me fastidia bastante que haya gente obstruyendo el paso. Los que se plantan en la parte izquierda de las escaleras mecánicas, los que llegan a la parte de arriba y se paran, los que se quedan de cháchara bloqueando la acera... Sin embargo, es probable que a ellos les moleste que yo les meta prisa. ¿Quién tiene la razón ahí? Naturalmente, yo pienso que la tengo yo, pero no puedo estar seguro.

De todos modos, aunque no pueda estar seguro de tener razón, sí hay unas cuantas cosas que me parece que son de buena educación:

- No dar por saco

Hala, ya está. Venga, voy a detallar un poquito más:

1: No intentar llamar la atención constantemente
2: Pensar en los demás (y no creerse más importante que ellos)

Ay, dos normas que exigen pensar. Está bien, pondré ejemplos. Incumpliendo la norma 1:

- Monopolizar las conversaciones
- Hablar a gritos
- Ignorar lo que dicen los demás

Incumpliendo la norma 2:

- Saltarse los pasos de cebra
- No acudir a las citas sin avisar
- Cancelar los planes a última hora

Incumpliendo las dos normas:

- Ir con la música a toda pastilla y las ventanillas bajadas en el coche

Había puesto "música" entre comillas, pero vaya, no cambiemos de tema.

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Now playing: AC/DC - It's a Long Way to the Top (If You Wanna Rock 'n' Roll)
via FoxyTunes