No soy un gran aficionado a la Fórmula 1. En general, me gustan casi todos los deportes, pero los que menos son los de motor. Al final, siempre me parece que casi todo se reduce a quién tiene mejor máquina. Esto creo que ya lo he escrito aquí alguna vez, conque no me enrollaré más.
Pero a veces veo alguna carrera. Eso ocurrió este domingo. Para quienes acabéis de llegar de Neptuno: era la última carrera del año, en Brasil, y dos pilotos se jugaban el campeonato del mundo. El local Felipe Massa (Ferrari), hasta este año considerado por muchos un paquete, y el inglés Lewis Hamilton (McLaren), tal vez el corredor más odiado del circuito. Especialmente en España, pero en general cae mal a casi todo el mundo. Hamilton tenía todo a su favor: Massa necesitaba ganar y que Hamilton no quedara entre los cinco primeros. Pero el año pasado también tenía todo a su favor y la cagó, permitiendo la victoria final de Kimi Raikkonen, precisamente el compañero de equipo de Massa.
La carrera seguía más o menos el guión esperado. Massa se colocó primero desde la salida y mantuvo cómodamente su posición durante casi toda la carrera, mientras Hamilton evitaba riesgos y se mantenía en torno a esa quinta plaza que le servía.
Parecía que todo terminaría así, con Massa primero y Hamilton cuarto, lo que le servía para ganar el campeonato. Pero hete aquí que pocas vueltas antes del final empieza a llover. En Fórmula 1 es muy importante llevar los neumáticos adecuados; los de seco patinan mucho con suelo mojado, pero los de mojado se estropean rápidamente con el suelo seco. En vista del percal, todos los corredores van rápidamente a sustituir sus neumáticos de seco por los de mojado, para evitar percances. O casi todos: el alemán Timo Glock (Toyota) decidió arriesgar y mantener los neumáticos de seco. Naturalmente, el cambio de neumáticos hace perder tiempo, de modo que Glock adelantó unos cuantos puestos y se puso cuarto, por delante de Hamilton y con unos cuantos segundos de ventaja. Bueno, a Hamilton le valía la quinta plaza, conque tranquilo. Lo malo era que otro alemán, Sebastian Vettel (Toro Rosso), una de las revelaciones del año, iba pegado a la parte trasera de su coche. Y en un error de Hamilton, le adelantó. El piloto inglés iba sexto, lo que le dejaba sin campeonato. Otra vez lo perdía tontamente en la última carrera.
Última vuelta. Hamilton intenta adelantar a Vettel una y otra vez, sin éxito. Los dos avanzan sorteando coches con vuelta perdida y llegan a la meta. Felipe Massa, que ha ganado la carrera, festeja el campeonato que ha conseguido, al igual que todos los componentes del equipo Ferrari. Sin embargo, en la clasificación pone que Vettel ha llegado cuarto y Hamilton quinto. Casi sin darse cuenta, entre todos los coches doblados y la lluvia, en la última curva han adelantado a Timo Glock. Hamilton es el campeón del mundo.
No veáis la escandalera que se ha montado al respecto. Glock ha sido acusado de haberse vendido y tanto él como los demás miembros de su equipo tuvieron que abandonar el circuito disfrazados para evitar las iras de los aficionados brasileños. Los comentaristas de televisión no daban crédito a lo que había ocurrido.
Y aquí viene la parte que de verdad me extraña a mí. Ya os digo que no soy un gran aficionado a la Fórmula 1, y no sé casi nada de coches. Pero cuando estaba viendo el final de la carrera con Raquel, recuerdo que le dije: espera que no adelanten a Glock, que las debe de estar pasando putas con el agua que está cayendo. ¿Cómo es que los presuntos expertos de la tele no se dieron cuenta de algo tan obvio? Aún más, hasta un buen rato después de acabar la carrera no se enteraron de que Glock iba con neumáticos de seco. ¿De verdad no fueron capaces de deducir que, si había adelantado tantos puestos durante el cambio de neumáticos, era porque él no lo había hecho?
Aún hoy otros presuntos expertos dicen en la prensa que esa decisión errónea de Glock (y su equipo) le dio el Mundial a Hamilton. ¿Errónea? Gracias a ella estuvo a punto de acabar cuarto, y aun así terminó sexto, mejor de como iba antes de los cambios. ¿De verdad es tan difícil darse cuenta de eso? ¿O es que yo soy tan zoquete que se me escapa alguna obviedad?
Supongo que todo se reduce a que el odio que tienen a Lewis Hamilton, a quien echan la culpa hasta de la muerte de Kennedy, nubla el sentido de mucha gente. Pero, a pesar de que lo pasé francamente bien viendo la carrera, me dan otra razón más para que siga sin gustarme la Fórmula 1. Los entendidos son unos zopencos.
04 noviembre 2008
Timo Glock
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9 comentarios:
Fundamentalmente el meollo del asunto es que ne este pais somo todos expertos en lo que nos echen, y además excesivamente forofos, lo que nos vuelve poco objetivos. No hay mas que ir al fútbol a cualqueir estadio que, si el equipo juega mal, encontrarás varias docenas de "entrenadores" en la grada que aseguran que ellos podrían hacerlo mejor.
Yo he decidido dejar de discutir en el trabajo que a mi me parece que Glock no me parece un vendido. Pero el forofo español no lo va a reconocer, porque le jode tantísimo que Hamilton (el que tan mal se portó con el "nuestro") haya ganado que no son capaces de reconocerlo.
¿No te parece curioso que Hamilton nunca haya explicado dónde estaba el día en que asesinaron a Kennedy?
Pues eso, joder: negro y en botella.
Perdón, perdón (véase 3 de noviembre): "oscuro y en botella".
Perdón, perdón (véase 3 de noviembre): "oscuro y en botella".
Así me gusta, anónimo, que extraigas enseñanzas de mis sesudos artículos.
Mira, tio, si la existencia de indocumentados sobre un tema en los medios de comunicación fuera razón expresa para que no te gustara algo, solo te quedan las dicotiledóneas y la mimeografía.
Huyyyyyyyy, las dicotiledóneas... No me hagas hablar de las tonterías que se dicen acerca de las dicotiledóneas. En serio, es la puñetera caja de pandora.
No tengo ni pajolera idea de que es la mimeografía (ahora lo busco, a ver qué clase de depravada gafapastada es) pero seguro que también hay bocachanclas a puñaos.:)
jajaja... Qué bueno, si son las copias en gelatina, de cuando había ciclostil y no fotocopiadora XD
El Capitán Napalm es como Petete. El Capi te enseña, el Capi entretiene... y me presta más tebeos mañana de cinco a nueve. :P
(Lo que me recuerda que tengo que llevarte los tuyos. Y los de Gorpik también)
...y lo mal que olían las jodidas. Normal, por otra parte, si era gelatina de cola de pescado.
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