31 marzo 2005

Nuevo blog

Demos la bienvenida a la blogosfera a Chito, colega, pedazo de músico y pelafustán de nuevo cuño. Podéis encontrar el enlace a su blog en la zona correspondiente de esta página y, claro, en este mismo mensaje.

Sigo con los tests

Bueno, ya que hacía tanto que no iba por Quizilla, voy a poner otro test. Seguro que éste lo hacéis unos cuantos.

Elastigirl
Which Incredibles Character Are You?

brought to you by Quizilla

29 marzo 2005

Yo y sólo yo

La lectura de la última entrada del blog de Axque me ha recordado un caso que presencié hace unos cuantos meses. Volvía del trabajo a casa en autobús y, un par de paradas después de montar yo, subió una señora quejándose en voz alta al conductor, de muy malas maneras.

En la parada había otro autobús delante del nuestro, así que nos detuvimos detrás y el conductor abrió las puertas para que se bajase quien quisiera. Al ver las puertas abrirse, la señora en cuestión, que estaba esperando en la parada, echó a correr hacia nuestro autobús, tropezó y se hizo daño. No demasiado, porque pudo subir sin problemas. En Zaragoza, al menos, el conductor está obligado a abrir las puertas aunque haya otro autobús parado delante del suyo, aunque no debe hacerlo si son dos los que ya están parados delante. He mirado el reglamento de Madrid, pero no he encontrado nada al respecto.

El caso es que la señora siguió vociferando. Se fue el autobús de delante, el nuestro se adelantó, volvió a abrir la puerta, subieron los que esperaban, y la señora seguía a lo suyo. El autobús arrancó, y la señora no paraba de echar la bronca al conductor. Sí, claro, también pretendía que los demás nos sumáramos a sus quejas, pero la ignorábamos. Suponíamos que se cansaría de dar la brasa y se callaría. Qué ilusos.

Pasaron varias paradas y la tía no paraba. Cada vez gritaba más. Después de no menos de un cuarto de hora (de reloj), el pobre conductor ya no pudo aguantar más. Paró el autobús, se levantó del asiento y le preguntó a la señora qué quería que hiciese, que así no podía continuar. Ella, impertérrita, siguió a lo suyo. El pobre conductor volvió a su asiento y arrancó de nuevo, sin poder hacer nada.

Por si no ha quedado claro antes, la mujer se cayó fuera del autobús, porque echó a correr por su cuenta y tropezó.

Al cabo de otro rato, la mujer soltó: "Que conste que no me quejo porque usted sea extranjero, ¿eh? Que me parece muy bien que venga usted a España a trabajar." En efecto, el conductor era sudamericano. Y la frase de la gritona no pudo sonar más falsa. Aunque a lo mejor sí es cierto que se avergonzaba de haber intentado aprovechar la posible precariedad de la situación de nuestro conductor para abusar de él. Poco después, por suerte, llegó a su parada y se bajó. Y yo hice lo mismo un rato más tarde.

No creáis que no pensé que debería haber hecho algo, pero lo cierto es que no sabía qué. Sinceramente, creía que, en vista de que nadie le hacía caso, la señora se callaría de una vez. Y que, si yo le decía algo, aprovecharía para redoblar sus quejas ante tamaña injusticia. Pero no tengo nada claro que hiciera lo correcto quedándome quieto. Creo que, si volviera a ocurrirme lo mismo, actuaría de otra manera.

Nuevo test

Hace siglos que no hacía un test de Quizilla, así que hoy me he decidido por éste. Espero que os guste.

rabbit
Mean lil fellow, arn't you?


What Monty Python Character are you?
brought to you by Quizilla

28 marzo 2005

Bértiz

Acabo de llegar a casa procedente de unas vacaciones que necesitaba enormemente. En los últimos tiempos tenía un cansancio mental que no me gustaba nada. El cansancio mental saca lo peor de uno y hace que muchas veces lo paguen quienes están a tu alrededor, cosa que odio.

El primer fin de semana (el de San José, vamos) lo pasé en la RANA, la Reunión Anual de Navarra y Aragón de Mensa. Al menos, esperamos que sea anual, porque ésta era la primera edición. Una de las mejores cosas que se pueden hacer para olvidarse del tenso ambiente pre-electoral que hay en estos momentos en nuestra querida asociación es juntarse con el grupo aragonés. No es porque sean mis paisanos, pero son encantadores. La forma de vivir Mensa en Zaragoza es muy distinta de la forma que tenemos en Madrid; no diré mejor ni peor, pero sí muy distinta. Y, en ese momento, era lo que necesitaba. De todos modos, dejaré la RANA para otra entrada, si es que la escribo.

He pasado toda la última semana en Pamplona con mi chica, estrenando su nuevo piso. Después de todo lo mal que lo ha pasado para conseguirlo, ahora me encanta verla enseñándolo a las visitas. Poco a poco se le va olvidando lo malo y vuelve a tener la misma ilusión que hace tres meses. Además de dedicarnos a trasladar cosas y hacer algunos arreglos por la casa, el Viernes Santo aprovechamos para ir a un sitio al que hace muchos años quería ir: el Señorío de Bértiz.

Digo que llevo muchos años queriendo ir porque he pasado unas cuantas veces por Oronoz-Mugaire, el pueblo situado al pie del parque natural, y desde la carretera la vista es preciosa. Especialmente en primavera y otoño. Marzo es una fecha un poco temprana, porque los árboles aún no tienen hojas, pero era la que teníamos.

El Señorío de Bértiz es el único parque natural de Navarra. Está situado al norte, muy cerca de los Pirineos, y su entrada se encuentra en el puente en que el río Baztán pasa a llamarse Bidasoa. En efecto, el Bidasoa es el río más corto de España (sólo 35 km), pero aun así tiene dos nombres distintos. Antes de que alguien me diga que el río de su pueblo es más corto, me refiero a ríos que desembocan en el mar.

A la entrada del parque hay un jardín botánico bastante bonito, sobre todo si os gustan los árboles y similares. Desgraciadamente, a alguien se le ocurrió la brillante idea de quitar los carteles explicativos que había hasta hace poco, por lo que no sabes qué especie es cada uno de ellos. Esto lo sé porque, de los seis que hicimos la visita, yo era el único que nunca había entrado en el parque. Pero lo más interesante es la gran zona de monte, de unas 2000 ha de extensión.

Dependiendo del tiempo de que se disponga y las ganas de andar de cada uno, hay varios recorridos señalizados que pueden hacerse. Hay dos pistas asfaltadas que recorren el parque (aunque no se puede entrar con vehículos a motor, y sólo en una de ellas se permiten las bicicletas), pero nosotros elegimos usar el sendero de Irretarazu, que recorre la parte oeste del parque. Creo que hicimos una muy buena elección, os lo recomiendo a todos los que vayáis al parque. Después de recorrer unos 500 metros por la pista de Aizkolegi (que sube hasta hasta el punto más alto del parque, donde los antiguos dueños construyeron un palacete en el que pasaban los veranos), se toma el sendero a la izquierda. Hay una parte inicial bastante empinada, para salvar unos 200 metros de desnivel, pero luego todo el camino discurre a nivel y es muy cómodo para andar. En total, el recorrido tiene unos 11 km, de los que siete corresponden al sendero (se vuelve a la pista al final), pero si uno se cansa hay un par de atajos que pueden tomarse. De todos modos, ya os digo que el sendero es muy agradable, seguramente lo peor es la parte de pista mal asfaltada que machaca más los pies.

Como escribía más arriba, marzo es una época un tanto temprana para recorrer Bértiz. Casi todos los árboles son de hoja caduca, principalmente hayas, por lo que todavía no tienen hojas. Pero con la primavera un poco más avanzada tiene que ser precioso, y el color que toman las hayas en otoño es fantástico. Sin ninguna duda tengo que volver en otra época.

16 marzo 2005

Jaca

Pasé el último fin de semana en Jaca con mis amigos del pueblo. Como la vida ha llevado a cada uno por un sitio distinto, llegó un momento en que sólo nos veíamos en las bodas. Y ya hace unos años que están todos casados y con niños, salvo los tres irreductibles, conque ni siquiera eso. Así que ahora nos juntamos dos veces al año. Una es sólo los chicos, en noviembre, para pasar una tarde-noche juntos en el pueblo; la otra es en marzo todos juntos. Esta ocasión, originalmente, también era una noche juntos, cada vez en un lugar distinto, pero la cosa ha ido creciendo y ya coge todo el fin de semana.

Cada año tenemos dos organizadores. Me refiero a dos chicos; en mi cuadrilla, originalmente, éramos sólo chicos, las chicas son las novias y mujeres de los chicos. Hay una excepción, y sí, es la que pone a prueba la regla (ver entrada anterior). Uno de mis amigos empezó a salir con una chica cuando tenían 15 ó 16 años, y duraron hasta los 23 ó 24. El caso es que cortaron por aburrimiento, pero seguían llevándose muy bien y ella ya se había hecho amiga de todos, así que siguió en la cuadrilla.

Bueno, los mayorales (así llamamos a los organizadores) de este año lo montaron todo en Jaca. En realidad, en un cámping de las afueras que pertenece a unos amigos suyos. El cámping tiene unas habitaciones que ocupábamos nosotros por completo, conque todo el edificio era para nuestra cuadrilla. Por el día hacíamos turismo y por la noche, el bandarra hasta que nos cansábamos. Un buen plan.

El principal problema que teníamos Raquel y yo era el transporte. Antes había tren directo Madrid-Jaca, pero lo han quitado hace poco. Raquel tenía un autobús desde Pamplona, pero el horario era malo. Así que alquilé un coche aquí en Madrid, fui a recoger a Raquel a Pamplona y los dos juntos a Jaca. De paso, vi el nuevo piso que se ha comprado mi chica. Aunque ha tenido bastantes problemas para conseguir cerrar la compra, lo que le ha hecho pasar un par de meses bastante malos, ahora vuelve a estar muy contenta con él, y no me extraña. Es enorme, en muy buen sitio y a buen precio, teniendo en cuenta lo que se estila. Ahora falta acondicionarlo un poco, así que vuestro cronista se va a pegar la Semana Santa en Pamplona, echando una mano.

El viernes llegamos a la hora de comer. Aprovechamos para conocer a los del cámping, que resultaron ser muy majos y acabaron siendo dos más de la cuadrilla durante todo el fin de semana, al menos en lo que les dejaba su trabajo. Cena, charradica y a dormir, que nos esperaba un día duro.

El sábado por la mañana, después de atiborrarnos en el desayuno, nos esperaba un paseo a caballo por la Garcipollera. A pesar de mis buenos propósitos, no había vuelto a montar a caballo desde hace un año y tenía ganas de ver qué tal se me daba ahora que ya sabía un poco. Pues muy bien, oye. Me tocó una yegua bastante dócil que hacía todo lo que le mandaba. No como le pasó al Pastas, uno de nuestros mayorales, cuyo caballo se desbarraba cada vez que cruzábamos un vado. Fue gracioso ver a la pobre Raquel negándose a montar en un bicho tan enorme (sobre todo para ella), pero al final se le dio de maravilla. Creo que no será la última vez que montemos los dos juntos.

Después algunos querían ir a ver las pistas de esquí, así que nos fuimos hacia Candanchú. Hacía muy buen tiempo, había mucha nieve de los días pasados y se está acabando la temporada de esquí. Resultado: estaba lleno. Intentamos tomarnos algo en una terraza, pero no había sitio ni de pie. Conque estuvimos un ratito alcahueteando y nos volvimos al cámping a comer.

Allí nos esperaban unos cuantos amigos que acababan de llegar. Según las obligaciones (profesionales y parentales) de cada cual, hubo quien llegó el viernes, quien llegó el sábado por la mañana, por la tarde e incluso uno que apareció la mañana del domingo. Más cháchara, más batallitas y más abuelo Cebolleta.

Por la tarde teníamos preparada otra de las actividades que más me habían llamado la atención: ir a patinar a la pista de hielo. Jaca tiene una excelente pista de hielo, en la que incluso se han celebrado muchos Campeonatos del Mundo de patinaje artístico. Y yo no patinaba sobre hielo desde que era pequeñito (sólo una vez, y sin dejar de caerme). Raquel, por su parte, solía ir a patinar muchas veces en París y también tenía ganas de volver a hacerlo. Para su desgracia, su entusiasmo no era compartido por muchos en el grupo. Con la excusa de que había mucha cola, algunos empezaron a presionar para irnos a jugar a los bolos a una bolera cercana. Lo cierto es que no había tanta cola; sucedía que aún no habían abierto las puertas y, claro, había bastante gente esperando. Pero una pista tan grande no se iba a llenar con los que había. El caso es que la idea de la bolera fue ganando adeptos y al final sólo quedamos nosotros dos para patinar. Y no era plan. Conque nos quedamos sin patinaje y nos fuimos a jugar a los bolos.

Raquel se rebotó un poco, pero se le pasó en la bolera. No había jugado nunca y descubrió que le gustaba bastante. En fin, hicimos muchas risas y lo pasamos bastante bien, aunque es cierto que a los bolos se puede jugar cualquier día y lo de patinar es menos habitual.

Nos dimos una vuelta por Jaca (o lo intentamos, porque el pueblo estaba atiborrado) y ya nos volvimos al cámping para cenar. A los mayorales se les había ocurrido que nos hicieran algún guiso de caza, así que tuvimos estofado de jabalí para cenar. Era la primera vez en mi vida que comía jabalí, y me gustó bastante. Pensaba que se parecería al cerdo, pero no. Lo malo es que estas cosas son bastante pesadas para cenar.

Y aún peor para mí fue que estaba agotado. Llevaba toda la semana durmiendo poco y casi sin parar en casa; para rematarlo, todo el viaje del día anterior y el sábado sin parar de dar vueltas. Así que a la una o por ahí ya no podía más y me fui a dormir. Una pena, porque teníamos todo el bar para nosotros solitos hasta las ocho de la mañana (la hora a la que volvían a abrir para el público). La pobre Raquel aguantó más rato pero, a cambio, estuvo con el jabalí dándole vueltas hasta el lunes.

El domingo me levanté más o menos descansado. Por las caras que ví deduje que algunos prácticamente habían empalmado, claro. Desayuno abundante y salida hacia San Juan de la Peña. Tocaba visita cultural.

Aunque había estado muchas veces por Jaca y sus alrededores, nunca había ido a ver el monasterio y tenía muchas ganas. Conque para allá que fuimos todos con los coches, a encontrarnos con la guía que nos esperaba arriba. No nos arredramos por una señal de cadenas que encontramos; al fin y al cabo, estábamos a unos 20°C, así que era evidente que se les había olvidado taparla. Y una leche. Cada vez había más hielo en la carretera y, después de subir unos pocos kilómetros, estaba completamente helada. No había forma de subir en esas condiciones, conque tuvimos que dar media vuelta y bajar de vuelta a Santa Cruz de la Serós.

Allí nos dijeron que la otra carretera que sube al monasterio (la de la Peña Oroel, rodeando por el otro lado) sí estaba bien, aunque era peor y más larga. Conque nos cabreamos a distancia con la guía por no habernos avisado. Pero ya era demasiado tarde, de modo que nos quedamos viendo las iglesias del pueblo. Tiene dos muy interesantes, como habréis visto si habéis seguido el enlace que he puesto unas líneas más arriba. En el Alto Aragón hay muchos edificios románicos muy bien conservados que vale la pena ver.

Y ya, después de tomar algo en el pueblo, volvimos a nuestro cámping para la última comida juntos. Nosotros teníamos que salir pronto porque debía devolver el coche antes de las diez de la noche, y tenía que pasar por Pamplona a dejar a Raquel. Un buen fin de semana, aunque habría sido mucho mejor si no me hubiera cogido tan cansado. Menos mal que llega la Semana Santa, porque os aseguro que necesito cogerme unas vacaciones ya.

06 marzo 2005

Refranes

Los asiduos de dilettante's corner sabréis que el chico no tiene mucho cariño a los refranes. En general, es partidario de modificar la segunda parte de los mismos siguiendo una fórmula fija que, en su opinión, realza el valor de los mismos. Ejemplo:

A quien madruga, dios le ayuda --> A quien madruga, patada en los cojones
En abril, aguas mil --> En abril, patada en los cojones
Hombre refranero, medido y certero --> Hombre refranero, patada en los cojones

Leyendo estos ejemplos, resulta difícil no darle la razón.

Sin embargo, en mi opinión, los refranes no son tan malos en sí mismos. Lo malo es usarlos como sustitutos de la propia inteligencia. Por ejemplo, me hace gracia ver estos días por las librerías algunos compendios con los refranes del Quijote. Qué guay, aprovechemos el centenario para vender unos cuantos libros. Al fin y al cabo, en el Quijote salen un montón de refranes y, como casi nadie se lo ha leído, ni se darán cuenta de que Cervantes se cachondeaba de ellos. Una de las características de Sancho Panza, especialmente en la segunda parte del Quijote, es la de encadenar refranes, vengan o no a cuento. Aquí copio un coloquio típico entre Don Quijote y Sancho, en este caso procedente de los consejos que Don Quijote da a su escudero cuando éste va a regir la ínsula Barataria:


- También, Sancho, no has de mezclar en tus pláticas la muchedumbre de refranes que sueles, que, puesto que los refranes son sentencias breves, muchas veces los traes tan por los cabellos, que más parecen disparates que sentencias.

- Eso Dios lo puede remediar -respondió Sancho-, porque sé más refranes que un libro, y viénenseme tantos juntos a la boca cuando hablo, que riñen por salir unos con otros, pero la lengua va arrojando los primeros que encuentra, aunque no vengan a pelo. Mas yo tendré cuenta de aquí adelante de decir los que convengan a la gravedad de mi cargo, que en casa llena, presto se guisa la cena, y quien destaja, no baraja, y a buen salvo está el que repica, y el dar y el tener, seso ha menester.

- ¡Eso sí, Sancho! -dijo don Quijote-. ¡Encaja, ensarta, enhila refranes; que nadie te va a la mano! ¡Castígame mi madre y yo trómpogelas!. Estoyte diciendo que excuses refranes, y en un instante has echado aquí una letanía dellos, que así cuadran con lo que vamos tratando como por los cerros de Úbeda. Mira, Sancho, no te digo yo que parece mal un refrán traído a propósito; pero cargar y ensartar refranes a troche y moche hace la plática desmayada y baja.


El bueno de Sancho usa y abusa de los refranes, precisamente, para evitar tener que pensar y producir parlamentos propios. Que viene a ser el principal uso que se da a los refranes.

Hay algunos que, ciertamente, corresponden a la intención inicial de constituir sabiduría popular condensada. Por ejemplo, creo que es difícil oponerse a estos:

- Por Santa María, una hora crece el día
- Por San Blas, la cigüeña verás

Los dos vienen a hacer referencia a lo mismo: a principios de febrero (Santa María es el día 2, San Blas el 3) ya ha pasado lo peor del invierno y empiezan a notarse los primeros atisbos de primavera. Y es cierto que, en la zona en que se originaron estos refranes, a principios de febrero el día dura una hora más que en el solsticio de invierno, y las cigüeñas empiezan a volver de la migración invernal.

Otros dos refranes meteorológicos que conceden más campo a la estupidez:

- En febrero busca la sombra el perro
- Agosto, frío en el rostro

El primero indica que a finales de febrero empieza a haber días buenos; el segundo, que a finales de agosto empieza a refrescar algunos días. Un memo puede usarlos para decir que en febrero tiene que hacer calor y que las olas de frío actuales se deben a que llega el juicio final y la catatombe. Dentro de seis meses, cuando en agosto haga un calor que se derritan las farolas, el mismo simple tirará de refrán para lo opuesto. Pero la culpa no es del pobre refrán, es del mentecato que los usa.

Si seguimos bajando por la escala de los refranes llegaremos a los favoritos de locutores de televisión y otros individuos que tienen que llenar un vacío con sus palabras sin saber cómo:

- No hay dos sin tres
- A la tercera va la vencida
- No hay quinto malo

Estos, directamente, no hay por dónde cogerlos. Aquí me gustaría añadir un refran moderno de uso generalizado entre los periodistas deportivos:

- A entrenador nuevo, victoria segura

Obra cumbre de la estulticia moderna, cada vez que un equipo de fútbol cambia de entrenador hace estragos entre las redacciones deportivas. No importa que el equipo gane, pierda o empate: el refrán se usa igual, porque usar un refrán no exige pensar. Más bien lo contrario, favorece a quienes sólo usan la cabeza para criar pelo.

Pero hay otra categoría aún más baja: la de los refranes que se usan con sentido opuesto al correcto. Y, por supuesto, sin parar. Ejemplo:

- La excepción confirma la regla

Menuda sandez. Variación del original "la excepción prueba la regla", a algún estulto se le ocurrió que quedaba mejor de la otra forma. Dejaré a mi admirado Ambrose Bierce que comente este refrán:


"La excepción prueba la regla" es un dicho que está siempre en boca de los ignorantes, quienes la transmiten como loros de uno a otro, sin reflexionar en su absurdo. En latín, la expresión "exceptio probat regulam" significa que la excepción "pone a prueba" la regla, y no que la confirma. El malhechor que vació a esta excelente sentencia de todo su sentido, sustituyéndolo por otro diametralmente opuesto, ejerció un poder maligno que parece ser inmortal.


Esto enlaza con lo que he venido repitiendo a lo largo de este ladrillo: el refrán sustituye la inteligencia. La expresión latina, de aplicarse, obliga a hacer un ejercicio intelectual. Obliga a examinar esa excepción y estudiar por qué no se cumple la regla. Tal vez sea porque la regla no está bien formulada, tal vez porque la excepción tiene alguna característica oculta que no hemos considerado en nuestra primera impresión. Sin embargo, podemos ahorrarnos tanto esfuerzo diciendo, con alegría que se trata de "la excepción que confirma la regla". Y, acto seguido, volver a nuestra ocupación original, consistente sin duda en echar la culpa a los demás de nuestros males. Que el mundo nos tiene manía, oye.