Llevaba bastante tiempo sin escribir aquí. No por falta de material, sino de tiempo. O de ganas de escribir. O las dos cosas.
Así que me he dado una vuelta por los blogs de mis amigos, le he puesto una parida al de Cristina (si me estás leyendo, mi comentario a tu entrada era broma, sólo por seguir la tradición de agobiar a la editora del Omnia) y aquí estoy.
Por motivos que desconozco, me propusieron ser el coordinador de Mensa en Madrid y, por motivos que también desconozco, he aceptado. Entre el momento en que me lo propusieron y hoy, que se ha hecho público, ha habido una historia un tanto rocambolesca, pero (ooohhh) no os la voy a contar. Discreto que es uno.
Aunque ya sabéis que no me gusta eso de referirme a la gente por sus iniciales, en este caso lo haré porque creo que a la persona en cuestión no le haría gracia que la nombrara en este blog. El caso es que estuve con esa persona un rato la semana pasada y fue todo muy bien. Me alegré, porque hacía tiempo que no nos veíamos y, además, porque el mosqueo que, creo, llevaba conmigo ya se le había pasado. Perfecto.
De todos modos, la gran noticia es que nos hemos librado en el trabajo de los incompetentes alemanes que llevaban más de dos años haciéndonos la vida imposible. Ayer se hizo oficial y nos han prometido una cena en la empresa para celebrarlo. Una de las razones por las que nos ha costado tanto ha sido que nuestros jefes no se creían lo que les contábamos sobre ellos. Llegaba un jefe nuevo y decía que bueno, que seguramente era un choque de mentalidades, que teníamos que entender su forma de ser. Tardaba varios meses en darse cuenta de que eran unos hijos de puta de la peor ralea. Y entonces llegaba otro jefe más, y vuelta a empezar. Pero bueno, bien está lo que bien acaba. Ahora tenemos mucho trabajo, pero lo hacemos más contentos.
Mañana me voy a Zaragoza y el sábado veré a mis amigos porque tenemos una cena. Me temo que será monotemática, porque dos de ellas se han quedado embarazadas recientemente. La pobre Raquel me ha pedido que ni se nos ocurra ponernos los chicos a un lado y las chicas a otro, como hacemos a veces. Y que, si es así, ella se vendrá con nosotros. Criaturita.
30 mayo 2003
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