21 julio 2008

Correos

A veces cuento una anécdota que me ocurrió cuando era pequeño (sí, hace mucho). Un primo nuestro nos mandó una postal al pueblo donde veraneábamos. Como toda dirección, puso el nombre de mi hermano (en realidad, el nombre con que le conocemos en la familia) y el nombre del pueblo. Pero la postal llegó.

Miguel de Unamuno, en cierta ocasión, hizo alabanza del servicio de correos contando que había enviado una carta a un amigo, que vivía en la calle Valle-Inclán, remitiéndola a la "calle del Viejo Loco"; y había llegado.

Acabo de bajar a recoger el correo. Entre la publicidad, una carta. Remitida a una vecina. En la carta venía su nombre completo (que aparece en el buzón), el piso y la puerta. Pero ha aterrizado en mi buzón. El verano pasado me llegó una carta dirigida a una persona cuyo nombre no se parecía al mío, que vivía en otra calle, distinto número y distinto piso.

Tal vez durante el año el servicio de correos siga teniendo su tradicional eficiencia. Pero en verano, cuando los carteros están de vacaciones y llegan sus sustitutos, tiene la misma fiabilidad que las predicciones de la Bruja Lola.

3 comentarios:

Fantine dijo...

A una amiga de mi madre le llegó una carta desde Francia dirigida únicamente a su nombre de pila, indicando que era profesora de francés y que vivía en Vigo. Teniendo en cuenta la población de Vigo en relación con la de tu peublo, me reconocerás que la cartera en cuestión se salió :P

Anónimo dijo...

Pues en mi pueblo debe ser donde hacen las prácticas todo el año los suplentes de verano de la villa y corte, porque son más malos que arrancaos...

Capitan Napalm dijo...

Los peores del pueblo de Hari los destinan a Boadilla, el auténtico summun de los carteros paquetes.