Acabo de volver a casa después de pasar un fin de semana con mis amigos del pueblo. Cada año organizamos un viaje de fin de semana para toda la cuadrilla, ya que ahora nos vemos poco. Este año nos tocaba organizarlo a mí y a mi primo así que, con la ayuda de Raquel, hemos organizado un viajecito por Navarra. Todo ha ido de maravilla, aunque mi primo ha conseguido desesperar a la pobre Raquel.
Anoche viví una situación un tanto apurada. Estábamos cenando y tenía ganas de hacer un pis, así que subí a los servicios. Eran de éstos en que entras, hay una salita con el lavabo, y luego dos puertas (una para chicos y otra para chicas). Empujo la puerta de chicos y nada, cerrada. Obviamente, era de éstos en que sólo puede entrar una persona. Bueno, espero.
En general, los chicos tenemos más problemas para aguantarnos cuando nos estamos meando que las chicas. Y, para esto, soy un buen representante masculino. Así que al cabo de un par de minutos ya estaba dando saltitos. De modo que, en vista de que quien fuera no salía, fui a preguntar a un camarero si había más servicios. No, sólo estos. En fin, volví a entrar, volví a empujar la puerta (un tanto bruscamente, aunque fuera para que el de dentro se diera por aludido y se metiera prisa), pero nada. Ya me iba patas abajo. Y ya estaba pensando que el tío se había muerto, o había una pareja follando, o yo qué sé.
En esto que sube otra chica de mi cuadrilla.
- ¿Qué, estás esperando?
- (Intentando mantener una cierta dignidad) Sí, a ver si tienes más suerte con el de chicas, que éste lleva rato ocupado (ya sabía yo que no la iba a tener, también había intentado entrar allí).
- A ver... ah, mira, sí.
- ...
- ...
- ¡No me jodas que la puerta es corredera!
13 abril 2008
Apuros
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7 comentarios:
Ummmm. Así que Alzheimer y próstata en una misma anécdota. Si es que ya vas teniendo una edad .... ;)
Por cierto, no se ve nada en la foto que me has mandado. A ver si hoy la paso al PC
De una mierda cría como tú no se podía esperar otra cosa.
La foto es de una inscripción de Puente la Reina que tal vez recuerdes de la RANA de hace tres años: "En la casa del que jura, no faltará desventura".
Yo, aunque no soy tiquismiquis, me siento siempre súperperezosa para ir al baño fuera de casa. Entre otras cosas, porque en uno de los sitios sonde trabajo hay que pedir una llave, en los demás tengo que preguntar cómo está, y en los bares es frecuente que haya que hacer una gymkana para no ponerte perdida.
Claro, en esas condiciones, una no está para pensar cuando llega el momento de la verdad. Te entiendo perfectamente.
Lo cierto es que los baños estaban impolutos. El problema es que nada en las puertas hacía pensar que fueran correderas.
Cuando salí, fui bueno y dejé la puerta ligeramente entreabierta, para que quien viniera detrás no tuviera mi mismo problema.
El que puso la puerta tampoco se leyó el libro que te estás leyendo.
En efecto, Cris. Cuando vi que la puerta era corredera, pensé inmediatamente en mi libro.
Para quien no sepa de qué estamos hablando (casi todos, supongo), el libro en cuestión es "The Design of Everyday Things" y, entre otras cosas, habla de los errores de diseño que nos llevan a no saber usar objetos cotidianos. Como una puerta, en este caso.
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