En el telediario he oído una noticia de deportes en la que el locutor ha dicho, más o menos, lo siguiente:
"Hace unos días hablábamos aquí del récord del mundo de los 100 metros lisos conseguido por Asafa Powell. Esta marca tal vez no sea tan espectacular, pero tiene mucho más mérito..."
Y han sacado el récord de los 100 metros para mayores de 95 años, que acaba de batir un japonés. Cierto, ser capaz de correr 100 metros seguidos no está al alcance de todas las personas que tienen esa edad, y menos aún en algo más de 22 segundos. Mantener la ilusión a esa edad es muy encomiable. Todo lo que quieras. Pero me gustaría saber en qué se basa para decir que Powell tiene mucho menos mérito. No será por las horas de entrenamiento que le mete, ni por las cosas a las que renuncia, ni por nada de eso.
Es barato ser generoso con las cosas de los demás. En este caso, con algo inmaterial, como es el mérito. No creo que el atleta jamaicano se vaya a enterar de lo que han dicho en el telediario; y, aunque lo hiciera, tampoco creo que fuera a enfadarse. Pero la actitud del locutor es muy habitual en nuestra sociedad.
Clásico es el ejemplo de la doble encuesta. Por un lado, se hace una preguntando: "¿Cree usted que los medicamentos recetados por la Seguridad Social deberían ser gratuitos para los jubilados?" O algo parecido. Y se pregunta a personas en edad laboral.
Por otro, se hace otra encuesta entre una población similar con la siguiente pregunta: "¿Estaría dispuesto a pagar más impuestos para mantener la gratuidad de los medicamentos entre los jubilados?" Por supuesto, la primera encuesta va a tener un porcentaje de síes muy superior a la segunda. La primera trata sobre la generosidad a costa ajena, la segunda a costa propia. Plantear las cosas como en la primera encuesta es uno de los pilares de la demagogia.
21 junio 2005
Generosidad barata
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