10 abril 2005

Ahora, al revés

En mi entrada anterior olvidé comentar otra anécdota que se contó durante la comida. Ya se la había escuchado alguna otra vez a Raquel, pero creo que es especialmente adecuada en contraposición a otra entrada anterior, la titulada "Yo y sólo yo".

Esto ocurrió en París. Un grupito compuesto por algunos de mis comensales en la boda (entre ellos Raquel) y otras personas más se dirigió a tomar algo a la cafetería de la gran mezquita de París. Sí, la mezquita tiene cafetería. No es tan raro, también he visto alguna catedral europea que la tiene.

El caso es que una del grupo pidió un vaso de agua al camarero, pero éste la ignoró. La chica insistió, y el camarero siguió pasando de ella. Al final la moza protestó al encargado; en París hay una ordenanza que obliga a los bares y cafeterías a dar un vaso de agua a cualquier cliente que lo pida. Entonces el camarero (de origen árabe, como podéis suponer siendo la mezquita) empezó a protestar, a decir que no sabía cómo funcionaban las cosas en España, pero en Francia eran diferentes...

Pequeño inciso y test para el lector despierto. ¿Cuál era la nacionalidad de la chica que pidió el vaso de agua?

a) Española
b) Italiana
c) Holandesa
d) Francesa

... que él también era un ser humano y no podía aguantar más, que llevaba trabajando desde las doce del mediodía...

Segunda pregunta. ¿A qué hora se desarrolló este incidente?

a) Las tres de la mañana
b) Medianoche
c) Las diez de la noche
d) Las cinco de la tarde

... en fin, que es posible que el tipo siga quejándose. Al menos, cuando salieron de la cafetería seguía en ello. Ah, los amables camareros parisinos.

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