23 abril 2004

Cinco literarias

No suelo pasar por Las Cinco del Viernes, aunque a veces veo respuestas en otros blogs y me decido yo también.

Sin embargo, hoy lo he hecho y las preguntas eran un tanto especiales. Son cinco fragmentos de libros cuyos títulos hay que adivinar. Aunque, como veréis, son realmente fáciles. Supongo que la gracia está en hablar un poquito sobre tus experiencias personales con esos libros, y es lo que voy a hacer.

1) Macondo era entonces un aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos.

No tendría más de diez u once años la primera vez que me decidí a leer "Cien años de soledad". Vi el libro por casa de mis padres y lo cogí. Creo que no pasé de la página cien; no me enteraba de nada. Y ya no volví a él hasta hace un par de años, cuando vi una edición barata en la librería de una estación. Ni que decir tiene que esta vez sí lo leí hasta el final. Tal vez el realismo mágico no es para niños; o yo, al menos, no lo entendía. En la actualidad, cualquier intento de dar la vuelta a la realidad, de hacer que las reglas no sean las que parecían, tiene mi aprobación a priori. Ahora mismo recuerdo dos películas muy distintas entre sí, y también de "Cien años de soledad", que usan este recurso: "Barton Fink" y "Abierto hasta el amanecer". Vi las dos sin tener ni idea del argumento al entrar al cine y las dos veces salí entusiasmado.

2) Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro. Lo dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico,
rozándolas apenas, las forecillas rosas, celestes y gualdas... Lo llamo dulcemente "¿...?", y viene a mi con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no
sé qué cascabeleo ideal...

En este caso, no puedo hablar de mi experiencia con el libro, porque nunca he leído "Platero y yo". No directamente; hoy día, la poesía en prosa se ha convertido en algo habitual, gracias en buena parte a este libro. Lo malo que tiene este estilo es que favorece a los plastas profesionales; se puede escribir pestiños realmente indigestos, pretendidamente poéticos, en prosa. Bien usado, es un recurso formidable y he leído algunos ejemplos excelentes. Como en el caso anterior, nombraré otro ejemplo que no tiene nada que ver: "Toda la belleza del mundo", de Jaroslav Seifert.

3)Podéis imaginar entonces mi sorpresa cuando, al despuntar el día, me despertó una extraña vocecita que decía:
- Por favor... dibújame un cordero.
- ¿Qué?
- Dibújame un cordero.
Me levanté de un salto como su hubiera sido alcanzado por un rayo. Me restregué los ojos. Miré detenidamente. Y vi un niño, realmente extraordinario, que me observaba gravemente.

Hace unos cuantos años, era una pregunta tópica para cualquier famosete de tres al cuarto: "¿Cuál es tu libro favorito?" Y la respuesta no menos tópica, para parecer una persona sensible: "El principito". Sobre todo si el famosete era de sexo femenino. Esto me hizo odiar el maldito libro. Sin embargo, no es culpa suya. Pocos libros pueden presumir de ser, a la vez, tan profundos y tan sencillos de leer. Sólo ha podido sobrevivir a la tremenda banalización a que ha sido sometido gracias a ser una obra maestra absoluta. Un día de éstos tengo que comprarlo y volver a leerlo. O pedir a Barachan que me deje un de sus treinta ejemplares, claro.

4) ¿Qué veo? ¿Una copa apretada en la mano de mi fiel amo? ¡El veneno, por lo visto, ha sido la causa de su prematuro fin!...¡Oh ingrato! ¿Todo lo apuraste, sin dejar una gota amiga que me ayude a seguirte! ¡Besaré tus labios!... ¡Quizá quede en ellos un resto de ponzoña para hacerme morir con un beso reconfortante. (besándole) ¡Tus labios están calientes todavía!

Otro libro que aún no he leído. Esto es por una manía mía: no me gusta leer traducciones si entiendo el idioma original. Pero, claro, leer a Shakespeare tiene su miga, porque el inglés isabelino es durillo si no se está acostumbrado. He leído un par de obras suyas: "El sueño de una noche de verano" (debería ser "Un sueño de la noche de San Juan", en mi opinión) y "As You Like It", título cuya traducción habitual al castellano desconozco. Imagino que será "Como gustéis" o algo parecido. Dos comedias, en efecto. Todavía no me he atrevido con tragedias como "Romeo y Julieta", pero todo se andará. Y tampoco la he visto en el escenario. En cualquier caso, no creo que haya habido ningún libro en la historia que haya inspirado tantos otros como éste, así que todos lo conocemos de una forma u otra. O que haya sido plagiado tantas veces, claro.

5) Tenía en su casa una ama que pasaba de los cuarenta, y una sobrina que no legaba a los veinte, y un mozo de campo y plaza, que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera. Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años, era de comprensión recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y amigo de la caza.

Ciertamente adecuado para el Día del Libro. Creo que he leído el Quijote dos o tres veces, no lo recuerdo exactamente. Y esto me recuerda que ya hace unos cuantos años desde la última, tendré que volver a cogerlo. Probablemente, alguno de los que lea este blog nunca se habrá atrevido a hacerlo por culpa del tópico que dice que es un ladrillo. Craso error. En mi opinión, es muy divertido y fácil de leer. Hay quien tiene miedo al castellano antiguo, pero es un miedo injustificado. Creo que el lenguaje del Siglo de Oro, si se pone un poco de buena voluntad, acaba recompensando ampliamente al lector. Sigo con los ejemplos que no tienen que ver: ¿Habéis visto "El hijo de la novia"? Para los españoles, a veces es difícil seguir el acento de algunos personajes. Pero, si sustituyes el habla de los actores argentinos por la de un grupo de dobladores españoles, estoy seguro de que la película perdería muchísimo.

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