Sigo un tanto pillado de tiempo. Son las dos y media de la mañana, el despertador sonará a las seis y media. Debería estar durmiendo.
Sin embargo, ya veis. Aquí estoy leyendo correos, blogs y demás. Debe de ser por esa tonta sensación de libertad que tengo al estar solo.
Esta semana estuvieron mis padres en mi casa. Me vino de maravilla porque consiguieron arreglar algunas cosillas que todavía no funcionaban como debían, además de obligarme a mí mismo a poner un poquito de orden. Pero me agobiaban un poco. Lo cual es culpa mía. Los pobres tenían poca elección: si me preguntaban algo antes de hacerlo, me agobiaban porque no me dejaban un momento en paz; si no, porque hacían lo que les daba la gana sin contar conmigo, aunque sea mi casa. Supongo que todo esto estaba causado porque llevo unos días muy ajetreados y eso me hace ser irascible. O espero que sea así; eso significaría que es una cosa pasajera.
El miércoles se fueron, pero el viernes me fui a Pamplona y entonces la que me controlaba era Raquel. Y me controla poquito, la pobre. A veces no sé cómo me aguanta.
Al menos, ahora que estoy solo y escribo todo esto, me doy cuenta de que les echo de menos. No todo está perdido. Claro que mañana vuelven mis padres... ¿me arrepentiré?
09 junio 2003
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