Juez y parte

Hace un mes desde la última vez que cogí el coche, así que he ido a ver si seguía aparcado en el mismo sitio y a quitar la propaganda que se haya acumulado en el parabrisas.

En efecto, había bastante publicidad, pero alguna inesperada. Un merluzo había pegado un papel con cinta adhesiva, a ver si quería vender el coche. Muy bien pegado. Seguro que estuvo un buen rato con ello, tanto como yo quitándolo. Pero lo malo ha sido que otro hijoputa iba mejor preparado y ha estampado una pegatina en el centro del parabrisas. De las de papel cutre, que no hay forma de despegar. Me han entrado unas enormes ganas de darle de hostias hasta que me doliera la mano. O, ya que venía su teléfono, dedicarme a llamarle a las cuatro de la mañana durante un mes.

Pero estaréis de acuerdo en que esa no es la pena que se le debería imponer en un hipotético juicio. Por eso no se debe ser juez y parte.

Hoy en el telediario hablaban del pesquero Alakrana, secuestrado por piratas somalíes en el Índico. Los piratas amenazan con matar a los tripulantes si no liberan a dos de sus compañeros, presos en España. Es razonable que los familiares de los pescadores pidan que se acceda al chantaje; ellos son parte en el asunto y no pueden ser imparciales. Incluso que los presidentes del País Vasco y Galicia (comunidades de las que proceden los mencionados pescadores) pidan que se busquen fórmulas legales para poder salvarles.

Lo que no es aceptable de ningún modo es que el PP, por boca de su secretaria general, haya vuelto a aprovechar para darle caña al gobierno y pedir que se acepte el chantaje de los piratas. Mientras sigan haciendo esa demagogia barata, no los consideraré un partido serio. Y llevan mucho tiempo haciéndola.