Como anuncié en la primera entrada de esta plasto-serie, de vez en cuando voy a meter alguna entrada en la que comento aspectos interesantes o curiosos de Japón. Ésta es una de ellas.
Bicicletas. En Japón va mucha gente en bici por la calle. Lo malo es que casi no hay carril-bici. Pero las bicis no van por la calzada, sino por la acera. Cuando hay mucha gente en las aceras, cosa habitual, la mayoría de los ciclistas van despacito y con cuidado; pero algunos, especialmente los chavales, van a toda leche, sorteando peatones. No me explico cómo no vimos ningún accidente ni atropello. Es una de las cosas que menos me gustaron del país.
Basura. Las calles japonesas están impolutas, pero hay muy pocas papeleras. Muchas veces tienes que llevar lo que quieres tirar en la mano durante mucho rato. Cuando sacábamos bebidas de las máquineas entrábamos en modo de búsqueda; el primero que vea un cubo, que avise. Lo bueno es que casi todos los cubos de basura de las calles tenían distintos compartimentos para separar residuos.
Escritura. En el japonés actual se usan cuatro alfabetos, nada menos. Simultáneamente. Un rótulo puede tener partes escritas en los cuatro alfabetos, según lo que sea.
El alfabeto que forma el armazón de la escritura es el kanji, los ideogramas chinos. Como cada palabra tiene su kanji (o grupo de kanji), aprender el kanji equivale a aprender un idioma completo. Chungo.
El segundo alfabeto es el hiragana, un alfabeto silábico exclusivamente japonés. Cada uno de los 46 hiragana representa una sílaba, con algunas excepciones para vocales aisladas y también la letra n aislada. El hiragana complementa el kanji: se usa para palabras que no tienen kanji y también para desinencias y partículas. En teoría, se podría escribir todo el japonés en hiragana, pero no se hace así, salvo en libros para niños (los niños japoneses aprenden a leer en hiragana y luego ya empiezan con los demás alfabetos).
El tercer alfabeto es otro silabario, el katakana. También tiene 46 signos, cada uno de los cuales equivale a un hiragana. Pero el katakana se usa para las palabras de origen extranjero, principalmente anglicismos, incluyendo casi todos los nombres de países y los de personas extranjeras. Si escriben vuestro nombre en japonés, usarán el katakana.
Y el cuarto alfabeto es el latino, llamado en Japón rōmaji, que se usa sobre todo para marcas comerciales, incluyendo muchas japonesas.
En las estaciones de tren y metro suelen poner los nombres en kanji, hiragana y rōmaji. Sin embargo, en los planos y horarios no siempre es así. A veces sólo vienen en kanji, glups. O en los planos de tren sólo están en rōmaji las estaciones principales.
Aprender hiragana resulta útil porque hay muchos rótulos en hiragana por la calle. El katakana tiene la ventaja de que, si sabes inglés, tal vez entiendas lo que leas porque es muy probable que sea un anglicismo. Aunque hace falta imaginación para saber que kōhī es café, Supein es España o wādo purosessā es procesador de textos.
11 septiembre 2008
Interludio
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Japón,
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