27 enero 2008

La vorágine

Así es como llamamos Raquel y yo a la Fnac. Conversación tipo:

- ¿Qué hacemos esta tarde?
- Podemos sumergirnos en la vorágine consumista.
- Vale

Es decir: vamos a la Fnac, a ver qué hay. Ayer no fue la Fnac, sino el Ikea. Tenía que comprar unas lámparas y algunas cosillas más. Yo no puedo ir solo a comprar estas cosas, porque no tengo criterio, y ella no suele estar en Madrid entre semana, conque fuimos en sábado. Pero a mediodía, de modo que no había demasiada gente y en cosa de una hora ya habíamos comprado las lámparas, unas toallas y nos habíamos tomado una coca y un perrito. Muy bien todo.

Cuando nos marchábamos volví a fijarme en el lamentable estado externo de mi coche. Habitualmente no está muy limpio, pero durante esta semana se me han debido de cagar en él todos los pájaros del barrio. Pues oye, es pronto y hay un tunel de lavado justo ahí. Vamos a aprovechar.

Perfecto, el coche reluciente y a casita. Claro que, cuando íbamos a volver a la autovía, pomf, pomf, qué cojones hace este coche. Pues pararse, oye. Joder, le habrá entrado agua en algún sitio. Vamos a esperar un rato, a ver si se seca. Una leche. Media hora más tarde acabé llamando a la grúa. Al cabrón de Murphy le gustan estas cosas, te hace pensar que todo está saliendo mejor de lo que esperabas y entonces, ¡ñaca!

Al menos nos tocó un gruero simpático. Por el camino nos fue contando historietas de su trabajo. Según él, las noches de los jueves y viernes dan mucho juego. El otro día le llamaron para que fuera a recoger un coche que se la había pegado en la A1.

- ¿Dónde está usted?
- En la A1.
- Ya, ¿a qué altura?
- Por la carretera de Burgos.

Bueno, la A1 sólo mide unos 450 km, pero vaya, un poco más de precisión no vendría mal.

- ¿Y no sabe en qué kilómetro está?
- Bah, no se preocupe, cuando le vea ya saldré a hacerle unas señales.
- A ver, ¿me puede decir si hay algo cerca que me sirva de guía? Un puente, un cartel, un pueblo...
- No, no, que ya saldré yo a hacerle señales.

Así que, hala, a recorrerse la carretera a 40 por hora para evitar pasarse de largo al tío.

- Oiga, que ya voy por el kilómetro 25 y aún no le he encontrado.
- Siga, siga, que ya le haré señales.

Y sí, en el treintaytantos ve a un tipo que le hace señas con una linterna.

- Joder, cuando le he preguntado si había algo cerca, ¿no podía haberme dicho que está al lado de ese club?
- Hombre, cómo le voy a decir que estaba en un puticlub, ¿y si se entera mi mujer?

Ya os digo que era un hombre muy majo, así que, en vez de darle hostias hasta que espabilara, se llevó el coche e incluso acompañó al putero a su casa. Y no, tampoco aprovechó el momento para decir "Señora, ahí le dejo a su marido, que se la ha pegado con el coche cuando salía del puticlub".

A nosotros no nos llevó a casa, pero sí hasta una estación de metro de Alcobendas. En fin, en lugar de llegar a casa a las cinco y media, llegamos a las ocho y media sin coche. Eso sí, con las lámparas.

1 comentario:

Earendil dijo...

JAJAJAJA...

No hay nada como alguien que disfruta de su trabajo.