09 enero 2007

Grandes fracasos

Hace un rato escuchaba una canción antigua que hacía uso prominente del mellotron. El mellotron, para quienes no lo conozcáis, era un artilugio inventado a finales de los años 60 para sustituir a las orquestas. Un instrumento de teclado que accionaba unas cintas magnetofónicas en las que se habían grabado otros instrumentos tocando las notas correspondientes. Estas cintas eran intercambiables, lo que permitía tener varios sonidos distintos. Los más populares eran, probablemente, los de cuerdas o voces humanas. El mellotrón era un trasto ingobernable. Las cintas tendían a perder tensión y descentrarse. Además, tenían una duración máxima de ocho segundos; no se podían dar notas más largas.

Hay una canción de Genesis titulada "Watcher of the Skies" que empieza con un mellotron solo. Tony Banks, el teclista del grupo, dijo que había compuesto esa introducción a base de combinar las notas de su mellotron que no sonaban demasiado desafinadas. Un desastre.

En los años 30 del siglo pasado, un inventor aficionado a la música llamado Laurens Hammond decidió crear un instrumento musical que pudiera sustituir a los carísimos y enormes órganos de las iglesias. Este instrumento fue el órgano que lleva su nombre. Mucho más pequeño que un órgano de tubos, el órgano Hammond es electrónico y relativamente portátil. Pero nadie que lo haya escuchado y tenga un mínimo de oído musical podrá decir que suena como un órgano de verdad. Ni de lejos.

Unos años antes, la casa Rickenbaker decidió sacar un modelo de guitarra que permitiera a este instrumento hacerse oír en una orquesta. Hasta entonces, la guitarra quedaba totalmente oscurecida por los instrumentos de viento; así que pensaron en acoplarle un transductor eléctrico que pudiera enviar su señal a un amplificador para que sonara más fuerte. Lo consiguieron. Pero aquello no sonaba ni parecido a una guitarra acústica.

Hoy día no es habitual ver mellotrones u órganos Hammond porque son muy aparatosos, pero muchos músicos tratan de imitar sus sonidos mediante samplers; imitar los sonidos de estos instrumentos, no los de sus predecesores. La guitarra eléctrica, desde luego, todavía no ha conocido ninguna imitación que la haya destronado. Y eso que hoy día hay aparatitos que, por fin, hacen que una guitarra eléctrica suene como una acústica. Pero se usan muy poco, y sólo como recurso puntual.

Creo que fue Napoleón quien dijo que los buenos planes fracasan por los mismos pequeños detalles que hacen triunfar a los malos. Serían esos pequeños detalles los que convirtieron tan claros fracasos en resonantes éxitos.

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