15 diciembre 2006

Una tarde en Lübeck

Al igual que cuando estoy en España, hoy he salido de trabajar a la hora de comer. A diferencia de allí, aquí se come a mediodía. Conque a las doce ya estaba libre, de modo que he aprovechado para ir a pasar la tarde a Lübeck.

Lübeck es una ciudad del tamaño de Rostock (unos 200.000 habitantes), a unos 125km de distancia por autopista. También es puerto de mar y también pertenecía a la Hansa. No sólo eso; era la capital de la Hansa. Por tanto, era una ciudad muy importante y poderosa en la Baja Edad Media. Pero todo eso pasó. Hoy día es una ciudad como tantas otras, pero con un centro histórico muy bien conservado.

La característica principal de la arquitectura de Lübeck es, como en otras ciudades de la zona, el gótico de ladrillo y los tejados puntiagudos. Tanto que, en las torres de las iglesias, el tejado viene a medir tanto como el resto de la torre. Son estos tejados de las torres los que dan a la ciudad su imagen característica.

Aparte de eso, Lübeck está relacionado íntimamente con dos de los escritores alemanes más importantes del siglo XX. Thomas Mann era de allí, y Günter Grass vive en las afueras. Ambos escritores tienen su casa-museo que funciona como centro cultural. Günter Grass incluso da conferencias de vez en cuando en la suya, además de exponer su obra pictórica y escultórica (es polifacético, el hombre).

Lo mejor que se puede hacer en Lübeck es pasear por el centro, porque todas las casas valen la pena. Además, como todas las ciudades alemanas, ahora tiene sus mercados navideños y todavía hay más ambiente por las calles. Lo cierto es que fuera de los mercados había poca gente, pero puede ser porque éstos estaban atiborrados. Como he llegado después de la hora normal de comer, ya no me daban en ningún sitio y, además, hacía frío; pero me he acercado al mercado de la plaza del ayuntamiento (plaza del mercado, en realidad), me he comido un Backfisch (pescado frito) y luego me atizado un Feuerzangenbowle (otra bebida navideña recomendada por nuestro guiri) y, oye, que ha subido la temperatura en un momento. A patear se ha dicho. Armado con un planito que me han vendido en la oficina de turismo (y que incluye un itinerario peatonal muy interesante y recomendable), me he dedicado a recorrer el centro de la ciudad de arriba a abajo.

Aunque Lübeck pertenecía a la antigua Alemania Occidental, no es mucho más cara que Rostock. Y, desde luego, bastante más barata que Múnich. Y también es difícil que te hablen inglés, conque he tenido que seguir practicando el "alemán". Cosa con la que disfruto bastante, oye; rarezas que tiene uno.

Como digo, venir a Alemania en diciembre está muy bien por los mercados navideños. Pero lo malo es que anochece a las cuatro de la tarde. Y en esta ciudad hay pocas farolas, conque a las cuatro y media no veía ni peñazo. Conque me he tenido que volver al hotel. Más cansado de lo que pensaba; en el viaje he pasado bastante sueño. Mañana tenía pensado ir a Berlín, pero tal vez lo deje y me quede descansando en la habitación. Por lo pronto, he puesto el cartel de "no molestar" en la puerta.

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