Hace un rato estaba sentado en un vagón del metro, leyendo "Las aventuras de Tom Sawyer". He levantado la mirada y no he podido evitar una sonrisa. La chica que estaba sentada en el asiento de enfrente leía "Las aventuras de Huckleberry Finn".
Esto me ha llevado a pensar en las segundas partes. Alguna vez se ha señalado la curiosidad de que una de los primeros usos conocidos de la frase "segundas partes nunca fueron buenas" está al principio de la segunda parte del Quijote. Era un arranque de modestia de Cervantes para referirse a su propia obra; arranque inmerecido, pues se considera que la segunda parte del Quijote (publicada diez años después de la primera, para quien no lo sepa) es aún mejor que la primera.
La frasecita se cumple muchas veces, pero hay algunas excepciones muy notorias. Aparte de la mencionada del Quijote, otra la forman las dos obras que he mencionado al principio de esta entrada. "Las aventuras de Huckleberry Finn", que viene a ser una continuación del otro libro, está considerada como la obra maestra de Mark Twain.
Por supuesto, me estoy refiriendo a segundas partes que superaron a una primera parte ya muy notable. Que nadie me venga con que "Rambo" es mejor que "Acorralado", por favor.
En el cine también tenemos muchos casos. "El Imperio contraataca" es mejor que "La guerra de las galaxias". "El padrino" fue una película formidable, pero "El padrino II" es aún mejor. Incluso en el cine de puro entretenimiento, creo que ni en la trilogía de Indiana Jones ni en la de "Regreso al futuro", la primera película es la mejor de la serie.
Aún más recientes, para mí "X-Men 2" es todavía mejor que la primera.
Todo esto tiene su lógica. Un autor va conociendo mejor su propia obra y va aprendiendo, por lo que una continuación hecha con honradez artística puede fácilmente superar al original. Si el motivo principal de la continuación es ordeñar la vaca, cuando la continuación no tiene realmente razón de ser, llega la catástrofe. Cuando habéis leído lo que he dicho sobre las dos primeras películas de "Star Wars", seguro que habéis pensado en la malhadada segunda trilogía, ¿verdad? Y qué decir de las dos últimas películas de Matrix, comparadas con la primera.
Un caso distinto es el llamado "síndrome de la segunda obra". La opera prima de un autor se convierte en un gran éxito, por lo que éste se siente muy presionado para que la siguiente no desmerezca de la primera. Esto ha llevado a casos muy sonados en los que la segunda obra ni siquiera ha existido. J.D. Salinger no ha escrito ninguna otra novela después de "El guardián entre el centeno", y ha tenido más de 50 años para hacerlo. Casi tanto tiempo ha pasado desde que Harper Lee escribiera "Matar a un ruiseñor", y aún no ha sido capaz de escribir otra novela. Juan Rulfo, después de "Pedro Páramo", estuvo muchos años preparando su segunda novela, "La cordillera"; a su muerte se supo que esa novela no existía, lo decía en las entrevistas para que le dejaran en paz. Lampedusa no volvió a escribir nada tras "El gatopardo". Creo que es fácil entender que los propios autores vieran difícil superar su primera obra, y es razonable que hayan preferido no estropearla con una segunda inferior.
Otra posibilidad consiste en una segunda obra deliberadamente menor, generalmente mediante un cambio total de registro. Tras "La verdad sobre el caso Savolta", Eduardo Mendoza tardó mucho en decidirse a publicar nada, hasta que sacó "El misterio de la cripta embrujada"; excelente decisión, pues el cambio de estilo es completo, la calidad de la segunda novela no tiene nada que envidiar a la anterior sin admitir comparaciones (la primera es dramática, la segunda humorística), y le permitió seguir adelante, superando más tarde su opera prima por derecho. Incluso descubrir que el humor se le daba muy bien, lo que le ha dado una alternativa excelente en su carrera. Como el caso de Mendoza hay muchos otros, y creo que es el camino adecuado. Aunque no fácil de seguir.
Me gusta terminar mis entradas con alguna conclusión o colofón a lo escrito, pero en este caso no se me ocurre nada, conque lo dejaré aquí y me iré a dormir, que ya es hora.
02 marzo 2006
Segundas partes
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