26 diciembre 2005

Quemando puentes

Últimamente estoy viendo algunos casos de parejas rotas con un elemento en común: uno de los miembros de la pareja había abandonado a sus antiguos amigos y se había dedicado exclusivamente a los de la otra persona. Claro, ahora se encuentran colgados.

Aunque lo ideal sería que los que antes eran pareja pudieran seguir siendo amigos, en la práctica lo más habitual es que no sea así, o que lo sean con restricciones. Sobre todo cuando la pareja llevaba mucho tiempo junta. Y esto hace difícil que puedan seguir formando parte del mismo grupo.

Me resulta bastante patético encontrarme a una de estas personas, que intentan volver al grupo que abandonaron. Te miran como diciendo: "sí, durante los últimos años he pasado de vosotros como de comer mierda; pero bueno, veo que me equivoqué, así que ahora me aceptáis otra vez, ¿verdad?" Por lo general, la respuesta es sencilla: "no".

Y no es por venganza, ni por orgullo, ni por nada de eso. Sencillamente, las personas tenemos una capacidad bastante grande para superar las pérdidas. Esto nos ayuda cuando, por ejemplo, muere uno de nuestros seres queridos, pero también cuando un amigo se aleja de nosotros. Al cabo de unos años, ese amigo tal vez intente volver, pero ya no lo es. No sé a vosotros; a mí, servir de paño de lágrimas para alguien que ya no es más que un simple conocido, no es una actividad que me atraiga mucho.

No hay comentarios: