Hace días que no escribo en este blog, pero no es por ninguna razón especial. O, más bien, es porque no tengo ninguna razón especial para hacerlo. Casi lo más reseñable es que ayer me junté con un montón de los athechuzos, cosa que en los últimos tiempos es bastante rara. Hace tiempo que no tenemos un chuzo en condiciones, ni siquiera una salida al kebab.
Por lo demás, después de una época de agobio, ahora tengo una bastante buena en el curro. La semana pasada pillé un virus tonto que me tuvo tres días en cama, pero ya estoy bien. Y estuve en Zaragoza para el Pilar.
Durante los Pilares salí un par de noches con Raquel a cenar con amigos. Bueno, salí todas las noches, no voy a engañaros; pero de cena sólo fueron dos. La primera con un grupo con el que ya no suelo ir, y Raquel se dio cuenta de por qué de la forma dura. La pobre acabó horrorizada con lo fachas que eran algunos, en concreto una chica con la que estuvo charlando bastante rato y que ella tenía por persona razonable. Cada vez aguanto menos los facheríos y talibanadas similares.
La noche siguiente, por suerte, fue todo lo contrario. Estuvimos cenando con mis amigos de toda la vida. Nos salió por una pasta (casi 50 pelotos por cabeza), pero cenamos como dios. Y el ambiente no pudo ser mejor. Parece ser que los chicos quieren hacer un viaje para celebrar que dentro de nada cumplimos 40 tacos (típico de casados: buscar la menor excusa para hacer algo sin las mujeres) y estuvimos dando ideas y, como debe ser, riéndonos de las de los demás. En esto las chicas llevaban ventaja, porque se podían reír de las ideas de todos y meter cizaña. Espero no verme dentro de unos meses recorriendo Islandia en bicicleta, porque sé de alguna a la que le dará un ataque de risa.
26 octubre 2005
Sigo vivo
10 octubre 2005
La TAM y el IBD
Tal vez lo sepáis incluso quienes no pertenezcáis a Mensa, porque ha salido en todos los medios de comunicación. Este fin de semana se celebraba en Cambrils la reunión anual del IBD (International Board of Directors) de Mensa. Además de la reunión en sí misma, que dura varios días, se suele preparar un programa de actos para los descansos y también para que los acompañantes de los asistentes se entretengan. Y, para fomentar la asistencia de mensistas españoles, se organizó simultáneamente la TAM (Trobada Anual de Mensa), que es la reunión anual de Mensa Catalunya.
Aunque sólo pueden hablar los representantes oficiales, a las reuniones del IBD pueden asistir todos los mensistas que lo deséen. Del mismo modo que para apuntarse a la TAM no hace falta ser catalán. Conque, entre miembros del IBD, mensistas de a pie y acompañantes, nos juntamos más de 250 personas en el evento. No está mal.
Por cierto, me he quedado con la duda de si entrevistaron a alguien para TVE. Iban a hacer un reportaje con Fantine, pero la descartaron porque era "demasiado rara". Me pregunto qué estarían buscando. De todos modos, la chica sí salió en algún reportaje de prensa, igual que Nur, Lumen y algún otro.
Como es habitual en estos saraos, vi a un montón de amigos, conocí a mucha gente y me lo pasé en grande. No me influyó demasiado ni el frío que hacía durante la cena del sábado (yo soy isotermo), ni las borderías de parte del personal del hotel, ni nada. Bueno, el botellón del mismo sábado con el Comando Feromona sí me dejó un poco castigado para el domingo, pero sobreviviré.
De los guiris, hubo algunos que triunfaron una barbaridad, como el polaco, que era un cachondo mental, o el sudafricano, que a sus 60 años parece de amianto. A estos tal vez no vuelva a verlos, pero a los mensistas nacionales que fuisteis espero volver a encontraros en la RAM. Y a los que no, también, que os echamos de menos.
02 octubre 2005
El copyright
En los últimos 10 años, internet se ha ido convirtiendo en un auténtico foro mundial al que cada vez somos más los que tenemos acceso. Hoy día somos cientos de millones las personas que participamos en él, ya sea de forma activa (publicando) o sólo pasiva (leyendo). Y, mira, la mayor parte de los contenidos son gratis y de libre acceso.
Eso lleva a muchos a la creencia de que estos contenidos son, no sólo de libre acceso, sino también de libre disposición. Es decir: puedo hacer lo que quiera con aquello que encuentro en internet. Y no es así.
El ejemplo más habitual consiste en el reenvío o copia de material sin citar la fuente. La forma correcta de reenviar algo encontrado en la web consiste en enviar un enlace a la página en que se encuentra. De paso, se ahorra ancho de banda, pues el receptor puede elegir descargar el contenido o no, en lugar de que le llegue incrustado en un mensaje electrónico.
Pero es que, además, esto contribuye a la calidad de los contenidos. Si una persona publica buen material, algunos de quienes lo lean querrán enviar el enlace a otras personas conocidas, que accederán a él, incrementando el número de visitas de la web. La persona que lo ha publicado recibe ese estímulo positivo y sigue por esa línea. Mira qué bien, y todo sin pagar un céntimo de más.
Si ese material interesante se ha recibido por correo electrónico (por ejemplo, en una lista de correo), lo correcto es reenviar el mensaje según las instrucciones del autor. La mayoría de las listas a que estoy suscrito incluyen estas instrucciones. No me refiero a listas dedicadas al intercambio de mensajes entre sus miembros, sino a aquellas que crea un autor para difundir sus escritos, y en las que sus suscriptores son simples receptores. Y lo habitual es que estas instrucciones no vayan mucho más allá de respetar la integridad del mensaje y el copyright.
Hay un humorista americano, W. Bruce Cameron, que solía publicar sus escritos en una de estas listas de correo gratuitas. Y lo único que pedía a cambio era que sus escritos se reenviaran sin eliminar la línea de copyright, en la que aparecía él como autor. Cameron vive de publicar sus escritos en periódicos, además de escribir libros e incluso crear alguna serie para la televisión; su lista era una forma de darse a conocer y conseguir que los periódicos se interesaran en su columna sindicada. Pero esos escritos no paraban de circular por internet con su autoría cuidadosamente eliminada.
Pues eso se llama plagio. Oh, sí, claro, yo no he hecho más que reenviar una cosa que he recibido por correo. Y despreciar el trabajo de los demás. No, qué va, ése es mi jefe, que es un cabrón y no aprecia mis esfuerzos, pero yo sólo he hecho un reenvío. Ay, la ley del embudo en acción una vez más.
Es tremendamente fácil respetar la autoría de los demás, y no cuesta dinero. De esta forma ganamos todos: el autor porque consigue la exposición pública que busca, y sus seguidores porque seguimos disfrutando de forma gratuita de su trabajo.
Por eso pedí permiso al autor de lo que publiqué en mi entrada anterior, antes de hacerlo. Él es el autor y tiene derecho a exigir, si lo desea, que no se publiquen traducciones de sus textos. No, no vale decir "pero si es porque me ha gustado". Si te gusta, respeta sus deseos, no le obligues a que sean los tuyos. No se debe hacer por los demás cosas que no quieren que se hagan.