Después del chute de autoestima que me han provocado vuestras respuestas a la entrada anterior (gracias a todos otra vez), necesitaba algo que me equilibrara un poco y me bajara otra vez al suelo. Y se me ocurrió ir a buscarlo al peor sitio: un chuzo en casa de Rapunzell.
No pudimos jugar a las películas, como manda la tradición, porque nadie quería ponerse a mi derecha (cobardes), pero sí estrenamos el Cranium que regalamos a Moriarty por su cumpleaños. Moriarty y Cassandra, por cierto, estuvieron poco tiempo; fueron pronto reemplazados por el Capitán Fierro y Mumbi, para regocijo de todos.
Y ahora, aquí me tenéis, tan ricamente en casita, de domingo de resaca sin resaca, escuchando canciones de Rock Hunter. Y sintiendo que mi vida se parece a una serie de la tele. Lo malo es que me gusta. A ver si no viene nadie a joderlo.
06 junio 2004
Buenas vibraciones
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