Otra vez he salido en viernes. Esta vez, simplemente he estado en un garito con SuperFresa y el Zulú, dos de mis compañeros de trabajo.
Lo más destacado de la salida debería haber sido el nuevo corte de pelo de SuperFresa (creo que es uno de los mejores motes que he oído en mi vida). La pena es que también me atracaron unos tipos en el portal de mi casa, cosa que no me había ocurrido nunca.
De verdad, jamás me había atracado nadie. Si, me robaron el coche una vez, me lo han abierto unas cuantas y, cuando tenía una tienda, me robaron varias veces; pero siempre sin estar yo delante.
La técnica fue la habitual: navajita al cuello y haz lo que te diga. Lo que consistió en que me mangaron el móvil y me pelaron las tarjetas. Para mi desgracia, llevaba dos tarjetas de bancos distintos y tenía el límite en el doble de lo que yo pensaba. Total: más de 1200 euros. Bonita broma. Vale, eso lo entiendo, pero lo del móvil no es más que una putada. Era un modelo bastante antiguo, así que no les van a dar un duro por él. Y a mí me han dejado sin los números de todos mis amigos. Intentaré recuperarlos, pero en algunos casos va a ser muy difícil, porque la única forma de contactar con ellos que tenía era, precisamente, su móvil.
Es curioso como hoy en día casi nadie lleva una agenda con los teléfonos de sus amigos y familiares. Todos los llevamos en la memoria del móvil. Y luego, lo pierdes o te lo quitan, y adiós muy buenas.
10 agosto 2002
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