12 diciembre 2004

La tentación

Esta entrada está basada en un comentario de Rapunzell a la anterior, que tal vez haya resultado un tanto críptico para la mayoría de los lectores de este blog.

Un problema importante para los Pelafustanes es el traslado de equipo. Para ir a la RAM necesitamos, además del equipaje normal que todo el mundo lleva, mover una cantidad importante de instrumentos musicales, amplificadores y artilugios varios (pies de micro, soportes varios, etcétera) que ocupan bastante. De los pelafustanes madrileños, el Capi y DaniR ya llevaban sus coches repletos, pero ni Rapun ni yo teníamos uno que pudiéramos llevar. Yo porque ya no tengo, y ella porque el suyo es viejito y no se fiaba de que no nos diera un disgusto por el camino. Así que decidí alquilar un monovolumen para poder llevar mis cachivaches.

En el vehículo hemos viajado cinco personas con nuestro equipaje, además de mis dos guitarras y mi ampli. Rapun y yo éramos los conductores. El coche se ha portado de maravilla, ha consumido poquito, se conducía solo y hemos cabido todos con bastante comodidad. Tanto es así que, en el camino de vuelta, íbamos comentando que era un artefacto peligroso, porque te hacía querer uno. Teniendo en cuenta que a ninguno de los dos nos gustan los coches, tiene su mérito.

Ahí establecimos un paralelismo con el nene de Xevi, nuestro Dios del Trueno. Es peligroso estar mucho rato con él porque te entran deseos irrefrenables de tener uno. Antes de que preguntéis si me refiero a Xevi o al niño, os diré que a los dos, pero de quien hablábamos era del niño. En este caso era más razonable, porque a los dos nos gustan los niños, pero ninguno de los dos tenemos planes de tener uno en un futuro próximo.

Rapunzell, preciosa, si no tenemos cuidado, acabaremos cada uno con un monovolumen lleno de niños. Tendremos que andarnos con pies de plomo.

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