04 septiembre 2004

22/08 En ningún sitio se come como en España

(Donde da comienzo la plasto-serie de este año. Avisados quedáis)

El 22 de agosto es el cumpleaños de Raquel y casi todos los años lo celebramos en un lugar distinto. Esta vez coincidió con nuestra salida hacia Centroeuropa.

Por primera vez desde mi viaje de estudios, allá por el Pleistoceno, iba en un viaje organizado. Aunque sólo en parte: teníamos contratados los desplazamientos y hoteles, desayuno incluido, pero no las demás comidas. Además, en cada una de las tres ciudades que íbamos a visitar (Budapest, Viena y Praga) teníamos una visita panorámica. Es decir: vuelta a la ciudad en autobús con un guía que nos iría explicando lo que veíamos.

Desde luego, una semana es poquísimo tiempo para ver tres ciudades de este tamaño, más aún teniendo en cuenta el tiempo que íbamos a perder en desplazamientos. Pero bueno, ya tendremos oportunidad de volver con más tiempo.

Voy a incluir una pequeña guía de pronunciación del húngaro, para que sepáis cómo se pronuncian los nombres de los sitios que voy a nombrar. En húngaro, el acento siempre va sobre la primera sílaba, incluso en palabras muy largas. Por lo demás, las letras se pronuncian más o menos como en castellano, con las siguientes excepciones:

- cs: se pronuncia como nuestra ch
- s: es la s aspirada (sh en inglés, x en catalán, ch en francés...)
- sz: es la s castellana
- zs: es la s sonora (z en inglés)
- gy: es la j del inglés, francés o catalán
- ny: es nuestra ñ
- ly: es nuestra ll
- j: es la j eslava, parecida a nuestra y
- y: es la u francesa
- c: se pronuncia ts (como la z alemana)
- v: el sonido v de la mayoría de los idiomos (f sonora)
- h: la h aspirada, como en inglés
- á, é, í, ó, ú, ý: versión larga de la vocal correspondiente
- ö: igual que en alemán (oe)
- a: no acentuada, viene a pronunciarse como una o

El vuelo a Budapest era en un charter, mi primera vez volando en uno. Pronto vi la primera "peculiaridad": en la tarjeta de embarque no nos asignaban asiento. Así que tuvimos que estar al loro para subir al avión de los primeros y poder ir juntos. El avión resultó ser un Tupolev desvencijado con tripulación rusa. Al menos, en contra de lo que esperaba, nos dieron algo de comer. A cambio, nos obligaron a soportar una selección musical demencial mientras esperábamos a despegar, y también tras el aterrizaje (tal vez para evacuar el avión con mayor rapidez).

Ya en Budapest, me fui dando cuenta de cómo es el trato al viajero en estos viajes: hay que mantenerlo en la ignorancia porque es idiota. No nos dijeron cuál era nuestro hotel hasta que llegamos a él y, una vez allí, no entendían por qué nos empeñábamos en que nos dieran su dirección. En fin. El hotel, ninguna maravilla y alejado del centro, pero al menos estaba limpio y nuevo.

Una vez instalados, bajamos a recepción para cambiar algo de dinero (Hungría sigue usando el forint: 1€ = 250 Ft) y comprar billetes de autobús, y nos fuimos al centro. Sí, comprar billetes, porque en el autobús no los venden. Hay que comprarlos antes, bien en el metro, bien en un quiosco, bien en las recepciones de los hoteles. Teníamos que coger el autobús y luego el metro. Budapest es una ciudad bien comunicada por superficie, pero su red de metro es diminuta. Sólo hay tres líneas que recorren el centro y sólo se cruzan en un punto, la plaza Deák (Deák ter) Además, para transbordar hay que comprar otro billete, aunque no son demasiado caros (145 Ft).

Budapest es la unión de dos antiguas ciudades, Buda y Pest, separadas por el Danubio.
El centro de Budapest está en Pest, junto al río. Así que bajamos en la plaza Deák y empezamos a patear. Me llamó la atención que en casi todos los bares tenían televisores orientados hacia las terrazas como reclamo. Los húngaros son muy aficionados a los deportes y estaban todo el rato con los Juegos Olímpicos. Incluso habían montado una pantalla gigante en una plaza.

La zona peatonal del centro está organizada en torno a la calle Váci (Váci utca), que es bastante larga y casi completamente peatonal. Está llena de tiendas y restaurantes, bastante turística, pero sin exagerar. De todos modos, nosotros ya sabíamos dónde íbamos a cenar. Mi hermano había estado aquí unos días antes y nos había recomendado un restaurante en la propia Váci utca, el Fâtal. Pese al nombre, nos había asegurado que se comía bien, abundante y barato. Así que allá a las siete (tened en cuenta que casi no habíamos comido) fuimos a cenar. Menos mal que fuimos pronto, porque teníamos que haber reservado. Bueno, nos dijeron que podíamos entrar si nos íbamos antes de las nueve; dos horas era más que suficiente. O eso creíamos.

El servicio en Budapest es más bien lento, pero eso no fue lo peor. De primero pedimos sopa de gulyas (o gulash), sólo una para los dos. La madre que los parió. Nos sacaron un cazo de buen tamaño con dos cucharas y la sopa más sustanciosa que había probado en mi vida. Yo creo que una persona normal tiene más que suficiente para comer con eso. Pero, claro, faltaba el gulyas que habíamos pedido para segundo. Y de eso había uno por cabeza. Ya no venía en un cazo, sino en una sartén para cada uno. Sartén que debía de tener propiedades mágicas porque, por más que comíamos, no se acababa nunca. Con harto dolor de nuestro corazón, porque aquello estaba buenísimo, tuvimos que dejarlo sin acabar. Incluyendo dos jarras de medio de cerveza, la cuenta ascendió a 6650 Ft (7000 con la propina). Comer en Budapest es barato, incluso en zonas más bien turísticas.

A la salida, apoyándonos uno en otro, volvimos a subir por Váci utca hasta la bonita plaza Vörösmarty, donde está la mejor cafetería de Budapest, Gerbeaud. Más que una cafetería, es una pastelería. Y sí, ya sé que nos habíamos atiborrado, pero aquello abría el hambre a cualquiera. Aquí probé la dobos torta, un pastel típico de Budapest. Los precios, esta vez sí, eran de cafetería cara, pero el sitio lo merecía. Y al hotel, que no podíamos más.

2 comentarios:

Carlos J. Galán dijo...

Lo de la atención en estos países es manifiestamente mejorable... Con todo, son ciudades muy interesantes que merecen siempre la pena.
En mi blog he publicado las impresiones de un reciente viaje a Budapest: http://carlosjaviergalan.blogspot.com/2007/09/budapest.html. En breve sacaré las de Viena y las de Praga... el circuito típico.

Gorpik dijo...

En realidad, no me quejaba de la atención de los locales, sino del tour-operador. El servicio local me pareció un tanto seco, pero no desagradable.