18 noviembre 2003

Cuernos

Los que leáis mi blog habitualmente sabéis que no me gusta usar iniciales para referirme a otras personas. Tampoco lo haré esta vez, pero no usaré nombres.

El sábado pasado estuve cenando con mis amigos en Zaragoza. Cuando llegué, me sorprendió encontrarme a una pareja que no viene nunca. Claro, otra que siempre viene esta vez no lo hacía. La cosa es simple: el chico que esta vez no vino y la chica que esta vez sí salían juntos hace un tiempo. Hasta que él descubrió que ella le ponía los cuernos y cortaron. Vale, hasta aquí, bastante normal. Incluso es razonable que el cabreo le haya durado un tiempo, ¿no?

El problema es que eso partió en dos mi cuadrilla, porque los dos pertenecían a ella desde antes de empezar a ir juntos. Y claro, los demás seguíamos siendo amigos de los dos, pero él no aguntaba estar en el mismo sitio que ella, conque no podíamos quedar con todos. Todos creíamos que las cosas se arreglarían más o menos con el tiempo: ella empezó a salir con otro chico (también de la cuadrilla), él con otra chica. Los dos se casaron, cada uno por su lado, y han tenido hijos. Lo que nunca entenderé es por qué, doce años después, él sigue sin poder verla.

Qué malos son los ataques de cuernos.


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