Aquí me tenéis, a punto de salir de nuevo hacia el aeropuerto. Otra vez a La Haya, que se va a convertir en mi segunda casa. Este mes aún haré otro viaje más allí.
Desde la última vez que escribí en este semi-abandonado blog, he estado en La Haya y en París; esto último, por placer, no por negocio. Fui con Raquel, Cassandra y Jofan a pasar el puente de Todos los Santos (puente que conseguimos a base de pedir días en el trabajo, no es que lo tuviéramos de natural). Y desde que volví he estado haciendo de anfitrión de unos primos de mi chica, que habían venido a pasar unos días a Madrid y se han quedado en mi casa. Ayer se volvieron a la suya.
No me malinterpretéis: estoy encantado de haber tenido a los primos. Son muy majos y vinieron porque les invité. Pero, claro, mis planes de descanso se han tenido que aplazar una vez más. Y eso que estaban más con su prima Nu que conmigo.
Además, por si tenía poco, el viernes me enteré en el trabajo de que también voy a viajar con cierta frecuencia a Alemania. Aún no sé cuándo empezaré, ni cuántos viajes haré, ni qué duración, aunque lo más probable es que sean algunas semanas sueltas durante cuatro meses. Pues no sé cuándo estaré en mi casa. Y, una vez más, no me quejo de los viajes. En realidad, estoy contento de que mi trabajo haya cambiado, porque me estaba aburriendo. Lo malo es que también me canso.
En fin, ya veis qué entrada tan sandunguera. Ahora os dejo, que tengo que coger el avión. Pero durante el próximo puente (en Madrid es fiesta el jueves) sí que pienso dedicarme exclusivamente a tocar la guitarra y descansar. Y, tal vez, escribir alguna cosilla aquí con más enjundia. Hasta entonces.
06 noviembre 2006
Todo sigue igual
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