Tal vez hayáis oído hablar alguna vez del llamado "Síndrome de París". No tiene nada que ver con el "Síndrome de Stendhal" que, según se cuenta, sufrió este escritor al visitar Florencia, abrumado por la belleza de todo lo que le rodeaba.
El "Síndrome de París" aqueja a algunos turistas japoneses que visitan la capital francesa, a causa del pésimo trato que les dispensan los camareros. Para la mentalidad nipona es inconcebible que una persona trate tan mal a aquel a quien sirve. Y los camareros parisinos, o al menos un gran número de ellos, son unos bordes. No sólo con los japoneses, lo son con todo el mundo.
Yo, en cambio, tengo la fortuna de vivir en una ciudad en que ocurre todo lo contrario. Me refiero a los camareros que llevan toda la vida trabajando en esto. El camarero típico de Madrid es un señor (o señora) que siempre está de buen humor, trata al cliente con respeto y está atento a lo que quiere. No sólo a la comanda, también al humor. Si tienes el día cruzado, te atenderá y te dejará en paz. Si estás dicharachero, te atenderá con el mismo esmero y, además, pegará la hebra contigo.
Al lado de mi casa hay un bar así, al que voy muchas veces. Hace un par de semanas abrieron otro bar del estilo, conque Raquel y yo fuimos a estrenarlo. Nada más entrar, el camarero se giró hacia ella y le dijo: "Muy buenas tardes, señorita, ¿qué le apetece tomar?" Luego te sirven con una sonrisa y, al marcharte, te preguntan si todo ha estado a tu gusto. Pues sí, el típico camarero madrileño. La persona que te arregla el día.
07 julio 2007
Camareros de Madrid
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4 comentarios:
Los camareros de París tienen unas ínfulas que los hacen muy singulares, pero que en su trato con el cliente suelen estar determinadas por que hables o no francés y que lo hables bien, y además, que sigas el rollo del humor francés -sobre todo parisino-, que tiende al vacile en tono borde.
Hay que quererles como son... o que les quiera otro.
Son así y no parece que vayan a cambiar en los próximos siglos, yo he oído a camareros parisinos hablar en francés a turistas anglosajones -sobre todo americanos- que no les entendían, y los cabrones me hacían llorar de risa con la mala hoxtia que gastaban; eso sí, impertérritos y con aire de notario/marqués.
Es una diferencia que me chocó muchísimo cuando me vine a vivir a Madrid, acostumbrado a Granada y sus camareros.
El problema es que los camareros madrileños son una expecie en vías de extinción, que están siendo sustituidos por una remesa de niñatos con actitud de "Soy actor/modelo/artista, y ésto no es mas que algo temporal hasta que triunfe" y que por tanto te tratan a la baqueta porque se supone que los demás tenermos que estarles agradecidos porque en un futuro podremos decir con orgullo que fulanito me sirvió una caña antes de ser famoso :P
Por eso he especificado que me refería a los camareros de toda la vida, no a los de aluvión.
Tu comentario me recuerda una temporada en que el Interviú no paraba de sacar chicas desconocidas en la portada con la leyenda: "Fulanita de Tal, actriz, modelo y presentadora". Siempre pensaba que les faltaba añadir: "en paro".
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