01 abril 2006

Faraón

Esta mañana, Raquel y yo hemos ido a ver la exposición "Faraón" que hay en Madrid. Hemos ido esta mañana, en efecto, pero nos hemos largado rápidamente al ver la longitud de la cola para entrar.

Se puede sacar las entradas con anticipación, pero son válidas para cualquier momento. Es decir: tienes tus entradas y vas el día que quieras, te pones en la cola y entras cuando te toca. Esto significa que no vas obligado a un horario, pero tampoco tienes garantías. Paralelamente a la exposición hay una proyección para la que también se venden entradas anticipadas, pero esta vez con fecha y hora. Ya no quedaban entradas para la proyección en todo el fin de semana.

Bueno, no estoy escribiendo para contaros que había cola. Lo que hemos hecho ha sido irnos a otro sitio y volver a la hora de comer, pensando que habría menos gente. En efecto: hemos vuelto a las dos de la tarde y la cola había desaparecido. Bueno, tal vez había diez personas por delante de nosotros, en lugar de varios cientos.

La exposición se ha montado con fondos procedentes del Museo de Arte Egipcio de El Cairo, que es uno de los tres principales del mundo en arte egipcio. Los otros dos son el British Museum y el Louvre; al fin y al cabo, las primeras excavaciones las hicieron británicos (como Howard Carter) y franceses (como Champollion), que se llevaban a su país lo que encontraban. Podríamos hablar de expolio, pero también es cierto que los locales no tenían mucho interés en esas piedras viejas.

Bueno, el caso es que en la exposición no podemos encontrar ninguna de las piezas más célebres (como el tesoro de Tutankhamon, el busto de Nefertiti, el Escriba Sentado, el Sheik-el-Beled...), que están en los otros dos museos, pero sí otras al menos igual de interesantes, aunque menos publicitadas. Muchas piezas del Imperio Nuevo egipcio, que fue la época de mayor esplendor, con faraones como Ramsés II o Akhenatón. Y, al fin y al cabo, ya habíamos visto los otros dos museos. Con lo que una adoradora del arte egipcio como es mi chica ya puede decir que ha visto casi todo. Ahora nos falta ir a Egipto y ver la arquitectura, claro.

Es realmente impresionante la perfección de la escultura egipcia, sobre todo teniendo en cuenta la época. El Imperio Antiguo, con faraones como Keops, Kefrén o Micerino (los de las pirámides, vaya) tuvo lugar hace casi 5000 años. Hay alguna estatua de Kefrén en la exposición con la que explican por qué se considera hoy día que la famosa Esfinge de Gizeh puede ser una representación suya. Y ya no digamos las piezas del Imperio Nuevo. La antes citada estatua de Nefertiti o el tesoro de Tutankhamón proceden de esa época; la diferencia artística entre estas piezas y lo que tenemos de Europa Occidental de la misma época (la Edad de Bronce) es casi insultante.

Es bien sabido que el motivo por el cual el tesoro funerario de Tutankhamón ha llegado hasta nuestros días es que el bueno de Tut fue un faraón de tercera categoría (muerto a unos tiernos 19 añitos), por lo que los ladrones de tumbas no tuvieron gran interés en él. Cómo podía ser el de su padre, Akhenatón, es algo que se escapa a mi imaginación.

En fin: que la exposición vale la pena (y la entrada es baratita, 3 euros). Que, si sólo podéis ir en fin de semana, como era nuestro caso, intentéis buscar horas con poca afluencia de público. Y que no paséis corriendo por ella sólo para poder decir que la habéis visto. Nosotros hemos estado nuestras dos horitas y las hemos disfrutado mucho.

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