06 marzo 2005

Refranes

Los asiduos de dilettante's corner sabréis que el chico no tiene mucho cariño a los refranes. En general, es partidario de modificar la segunda parte de los mismos siguiendo una fórmula fija que, en su opinión, realza el valor de los mismos. Ejemplo:

A quien madruga, dios le ayuda --> A quien madruga, patada en los cojones
En abril, aguas mil --> En abril, patada en los cojones
Hombre refranero, medido y certero --> Hombre refranero, patada en los cojones

Leyendo estos ejemplos, resulta difícil no darle la razón.

Sin embargo, en mi opinión, los refranes no son tan malos en sí mismos. Lo malo es usarlos como sustitutos de la propia inteligencia. Por ejemplo, me hace gracia ver estos días por las librerías algunos compendios con los refranes del Quijote. Qué guay, aprovechemos el centenario para vender unos cuantos libros. Al fin y al cabo, en el Quijote salen un montón de refranes y, como casi nadie se lo ha leído, ni se darán cuenta de que Cervantes se cachondeaba de ellos. Una de las características de Sancho Panza, especialmente en la segunda parte del Quijote, es la de encadenar refranes, vengan o no a cuento. Aquí copio un coloquio típico entre Don Quijote y Sancho, en este caso procedente de los consejos que Don Quijote da a su escudero cuando éste va a regir la ínsula Barataria:


- También, Sancho, no has de mezclar en tus pláticas la muchedumbre de refranes que sueles, que, puesto que los refranes son sentencias breves, muchas veces los traes tan por los cabellos, que más parecen disparates que sentencias.

- Eso Dios lo puede remediar -respondió Sancho-, porque sé más refranes que un libro, y viénenseme tantos juntos a la boca cuando hablo, que riñen por salir unos con otros, pero la lengua va arrojando los primeros que encuentra, aunque no vengan a pelo. Mas yo tendré cuenta de aquí adelante de decir los que convengan a la gravedad de mi cargo, que en casa llena, presto se guisa la cena, y quien destaja, no baraja, y a buen salvo está el que repica, y el dar y el tener, seso ha menester.

- ¡Eso sí, Sancho! -dijo don Quijote-. ¡Encaja, ensarta, enhila refranes; que nadie te va a la mano! ¡Castígame mi madre y yo trómpogelas!. Estoyte diciendo que excuses refranes, y en un instante has echado aquí una letanía dellos, que así cuadran con lo que vamos tratando como por los cerros de Úbeda. Mira, Sancho, no te digo yo que parece mal un refrán traído a propósito; pero cargar y ensartar refranes a troche y moche hace la plática desmayada y baja.


El bueno de Sancho usa y abusa de los refranes, precisamente, para evitar tener que pensar y producir parlamentos propios. Que viene a ser el principal uso que se da a los refranes.

Hay algunos que, ciertamente, corresponden a la intención inicial de constituir sabiduría popular condensada. Por ejemplo, creo que es difícil oponerse a estos:

- Por Santa María, una hora crece el día
- Por San Blas, la cigüeña verás

Los dos vienen a hacer referencia a lo mismo: a principios de febrero (Santa María es el día 2, San Blas el 3) ya ha pasado lo peor del invierno y empiezan a notarse los primeros atisbos de primavera. Y es cierto que, en la zona en que se originaron estos refranes, a principios de febrero el día dura una hora más que en el solsticio de invierno, y las cigüeñas empiezan a volver de la migración invernal.

Otros dos refranes meteorológicos que conceden más campo a la estupidez:

- En febrero busca la sombra el perro
- Agosto, frío en el rostro

El primero indica que a finales de febrero empieza a haber días buenos; el segundo, que a finales de agosto empieza a refrescar algunos días. Un memo puede usarlos para decir que en febrero tiene que hacer calor y que las olas de frío actuales se deben a que llega el juicio final y la catatombe. Dentro de seis meses, cuando en agosto haga un calor que se derritan las farolas, el mismo simple tirará de refrán para lo opuesto. Pero la culpa no es del pobre refrán, es del mentecato que los usa.

Si seguimos bajando por la escala de los refranes llegaremos a los favoritos de locutores de televisión y otros individuos que tienen que llenar un vacío con sus palabras sin saber cómo:

- No hay dos sin tres
- A la tercera va la vencida
- No hay quinto malo

Estos, directamente, no hay por dónde cogerlos. Aquí me gustaría añadir un refran moderno de uso generalizado entre los periodistas deportivos:

- A entrenador nuevo, victoria segura

Obra cumbre de la estulticia moderna, cada vez que un equipo de fútbol cambia de entrenador hace estragos entre las redacciones deportivas. No importa que el equipo gane, pierda o empate: el refrán se usa igual, porque usar un refrán no exige pensar. Más bien lo contrario, favorece a quienes sólo usan la cabeza para criar pelo.

Pero hay otra categoría aún más baja: la de los refranes que se usan con sentido opuesto al correcto. Y, por supuesto, sin parar. Ejemplo:

- La excepción confirma la regla

Menuda sandez. Variación del original "la excepción prueba la regla", a algún estulto se le ocurrió que quedaba mejor de la otra forma. Dejaré a mi admirado Ambrose Bierce que comente este refrán:


"La excepción prueba la regla" es un dicho que está siempre en boca de los ignorantes, quienes la transmiten como loros de uno a otro, sin reflexionar en su absurdo. En latín, la expresión "exceptio probat regulam" significa que la excepción "pone a prueba" la regla, y no que la confirma. El malhechor que vació a esta excelente sentencia de todo su sentido, sustituyéndolo por otro diametralmente opuesto, ejerció un poder maligno que parece ser inmortal.


Esto enlaza con lo que he venido repitiendo a lo largo de este ladrillo: el refrán sustituye la inteligencia. La expresión latina, de aplicarse, obliga a hacer un ejercicio intelectual. Obliga a examinar esa excepción y estudiar por qué no se cumple la regla. Tal vez sea porque la regla no está bien formulada, tal vez porque la excepción tiene alguna característica oculta que no hemos considerado en nuestra primera impresión. Sin embargo, podemos ahorrarnos tanto esfuerzo diciendo, con alegría que se trata de "la excepción que confirma la regla". Y, acto seguido, volver a nuestra ocupación original, consistente sin duda en echar la culpa a los demás de nuestros males. Que el mundo nos tiene manía, oye.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me ha convencido. No volveré a usar refranes, nunca me han gustado. Gracias.

Es de bien nacidos, ser agradecidos.