28 marzo 2005

Bértiz

Acabo de llegar a casa procedente de unas vacaciones que necesitaba enormemente. En los últimos tiempos tenía un cansancio mental que no me gustaba nada. El cansancio mental saca lo peor de uno y hace que muchas veces lo paguen quienes están a tu alrededor, cosa que odio.

El primer fin de semana (el de San José, vamos) lo pasé en la RANA, la Reunión Anual de Navarra y Aragón de Mensa. Al menos, esperamos que sea anual, porque ésta era la primera edición. Una de las mejores cosas que se pueden hacer para olvidarse del tenso ambiente pre-electoral que hay en estos momentos en nuestra querida asociación es juntarse con el grupo aragonés. No es porque sean mis paisanos, pero son encantadores. La forma de vivir Mensa en Zaragoza es muy distinta de la forma que tenemos en Madrid; no diré mejor ni peor, pero sí muy distinta. Y, en ese momento, era lo que necesitaba. De todos modos, dejaré la RANA para otra entrada, si es que la escribo.

He pasado toda la última semana en Pamplona con mi chica, estrenando su nuevo piso. Después de todo lo mal que lo ha pasado para conseguirlo, ahora me encanta verla enseñándolo a las visitas. Poco a poco se le va olvidando lo malo y vuelve a tener la misma ilusión que hace tres meses. Además de dedicarnos a trasladar cosas y hacer algunos arreglos por la casa, el Viernes Santo aprovechamos para ir a un sitio al que hace muchos años quería ir: el Señorío de Bértiz.

Digo que llevo muchos años queriendo ir porque he pasado unas cuantas veces por Oronoz-Mugaire, el pueblo situado al pie del parque natural, y desde la carretera la vista es preciosa. Especialmente en primavera y otoño. Marzo es una fecha un poco temprana, porque los árboles aún no tienen hojas, pero era la que teníamos.

El Señorío de Bértiz es el único parque natural de Navarra. Está situado al norte, muy cerca de los Pirineos, y su entrada se encuentra en el puente en que el río Baztán pasa a llamarse Bidasoa. En efecto, el Bidasoa es el río más corto de España (sólo 35 km), pero aun así tiene dos nombres distintos. Antes de que alguien me diga que el río de su pueblo es más corto, me refiero a ríos que desembocan en el mar.

A la entrada del parque hay un jardín botánico bastante bonito, sobre todo si os gustan los árboles y similares. Desgraciadamente, a alguien se le ocurrió la brillante idea de quitar los carteles explicativos que había hasta hace poco, por lo que no sabes qué especie es cada uno de ellos. Esto lo sé porque, de los seis que hicimos la visita, yo era el único que nunca había entrado en el parque. Pero lo más interesante es la gran zona de monte, de unas 2000 ha de extensión.

Dependiendo del tiempo de que se disponga y las ganas de andar de cada uno, hay varios recorridos señalizados que pueden hacerse. Hay dos pistas asfaltadas que recorren el parque (aunque no se puede entrar con vehículos a motor, y sólo en una de ellas se permiten las bicicletas), pero nosotros elegimos usar el sendero de Irretarazu, que recorre la parte oeste del parque. Creo que hicimos una muy buena elección, os lo recomiendo a todos los que vayáis al parque. Después de recorrer unos 500 metros por la pista de Aizkolegi (que sube hasta hasta el punto más alto del parque, donde los antiguos dueños construyeron un palacete en el que pasaban los veranos), se toma el sendero a la izquierda. Hay una parte inicial bastante empinada, para salvar unos 200 metros de desnivel, pero luego todo el camino discurre a nivel y es muy cómodo para andar. En total, el recorrido tiene unos 11 km, de los que siete corresponden al sendero (se vuelve a la pista al final), pero si uno se cansa hay un par de atajos que pueden tomarse. De todos modos, ya os digo que el sendero es muy agradable, seguramente lo peor es la parte de pista mal asfaltada que machaca más los pies.

Como escribía más arriba, marzo es una época un tanto temprana para recorrer Bértiz. Casi todos los árboles son de hoja caduca, principalmente hayas, por lo que todavía no tienen hojas. Pero con la primavera un poco más avanzada tiene que ser precioso, y el color que toman las hayas en otoño es fantástico. Sin ninguna duda tengo que volver en otra época.

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