14 febrero 2005

La fidelidad

Leyendo el blog de siringa he visto que las cinco preguntas de esta semana trataban sobre la fidelidad. Tal vez porque hoy es la fiesta de la manga pastelera, San Valentín. Así que he pensado en escribir una entrada sobre mi idea de la fidelidad, en lugar de contestar a las preguntas. Porque, como veréis si leéis lo que sigue, en mi caso esas preguntas no tienen mucho sentido.

Desde siempre, haya tenido novia o no, he pensado que el concepto clásico de fidelidad es una gilipollez. Por suerte, mi chica piensa lo mismo. Es decir: cuando no estamos juntos, cada cual hace lo que le da la gana. Aún añadiría más: cuando estamos juntos, también. Ocurre que, normalmente, cuando estamos juntos lo que queremos hacer es, precisamente, estar juntos. Y, desde luego, ninguno de los dos rehúye al otro jamás. Pero siempre me han dado asco los celosos. Asco y un poco de pena, la verdad. Creo que los celos no son sino una forma de inseguridad. Lo mismo que la fanfarronería y tantas otras cosas. Igual que creo que una persona modesta no puede ser tímida, creo que una persona segura de sí misma no puede ser celosa.

Todo lo anterior no implica que ninguno de los dos vayamos por ahí a la caza y captura. Nunca he sido un picha brava. No hace mucho se quejaba Papi Lindo a mi chica de que alguna vez ha salido conmigo por ahí a ligar y no le he dado ningún resultado. Lo siento, pero entrar a un grupo de chicas en un bar me aburre. Mucho.

La fidelidad, para mí es otra cosa muy distinta. Consiste en que mi chica sepa que siempre me va a tener a su lado. Que, si tiene un problema, estaré allí para apoyarla. Que siempre es la persona más importante del mundo para mí. Que confío en ella para todo, que creo en todo lo que ella haga, que todo lo que tengo es suyo. Que, si quiere que haga cualquier cosa por ella, la haré. Todo lo demás, para mí, son tonterías.

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